''Los medios y las instituciones tienen que hablar del suicidio, es un problema de salud pública''
La provincia de Málaga tiene una
tasa de suicidios muy superior a la media andaluza y, desde luego,
nacional. La ratio es de 10 por cada 100.000 habitantes. Pero, ¿por qué
no abordamos los medios de comunicación un asunto tan importante para la
salud pública?, ¿tememos el 'efecto Werther' o en cadena?, ¿cómo debe
informarse sobre el suicidio? El psicólogo y pedagogo Juan
Sánchez Porras, presidente del Teléfono de la Esperanza, charla con
Noticias21.es sin tapujos sobre este complejo problema.
Chus Heredia 14/02/2015
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Sánchez
Porras, ya jubilado, ha sido también coordinador de centros de
educación de adultos y también preside el Teléfono de la Esperanza en
España. En Málaga, se atendieron el año pasado más de 7.000 llamadas.
Pero también se hacen talleres, charlas, formación y acciones como un
programa piloto de prevención del suicidio en Miraflores de los Ángeles.
Este profesional nos recibe en la
sede del Teléfono, en un precioso caserón, Villa Esperanza, en el barrio
de la Victoria. La luz lo invade todo. ¿La luz?, ¿tiene algo que ver la
luz con los suicidios? Pues ese tópico no parece tan claro.
Pregunta obligada y casi retórica. ¿Cómo se percibe la crisis desde la organización que preside?
Como en todas partes, las
familias se resienten. Hay mucha más vulnerabilidad y eso se deja notar
en el mundo de las emociones. Y sí, el Teléfono es un termómetro. El
número de llamadas aumentó el año pasado con respecto al anterior,
concretamente un 11%. La crisis no es la causa principal de los
problemas de depresión, ansiedad y estrés, pero sí que se añade.
¿Si se pudieran acotar los motivos y causas de fondo que llevan a alguien a levantar el teléfono, cuáles serían?
La causa principal es la
soledad. Cuando alguien llama es porque no tiene a nadie cercano con el
que compartir su situación. Para ser más específico, los problemas por
los que se llama son psicológicos y relacionales, esto tanto en relación
con el trabajo como con la familia. También hay otros asuntos como los
de índole jurídica y éticos y morales. Además, llama gente que tiene un
conflicto personal tan fuerte que no lo puede compartir con nadie y
demandan la atención de alguien de manera anónima y confidencial...
Casi como el que acude a un confesor...
Sí. Imagínese a una persona que
es homosexual y no la quiere hacer pública. O alguien que es infiel con
su pareja y tiene un gran sentimiento de culpa. ¿A quién le cuenta eso?
Pues puede marcar este teléfono que le va a garantizar en todo momento
la escucha y el anonimato. El caso más límite con el que nos encontramos
es el intento de sucidio.
¿Se manosea mucho hoy en día el concepto de 'resiliencia', en tanto capacidad para sobreponerse ante las adversidades?
Es un concepto que viene de la
física, capacidad de volver al estado primitivo. Como si tuviéramos una
bola y la abombásemos y tuviera la capacidad de volver a ser como era.
En el ser humano, esa capacidad de resiliencia es algo que tenemos que
trabajar bastante porque, dentro de los conflictos, si conseguimos ser
resilientes habremos avanzado muchísimo. Para mí, hoy en día, la
educación de las emociones es vital. El trabajo que podemos hacer en
inteligencia emocional para gestionar nuestras emociones es
importantísimo.
Sobre el papel parece claro, pero ¿qué pautas daría para poner esto en práctica y dominar las emociones?
Partiría de algo tan clave como es el conocimiento de uno mismo. Es una de las cosas más difíciles en el ser humano. Debemos
conocer dónde están nuestras fortalezas y debilidades, saber, reitero,
gestionar el mundo de los sentimientos y las emociones. Todo esto va a
hacernos ver nuestro 'profundo yo', ver en ese baúl que todos llevamos dentro
de experiencias que hemos vivido y que están casi todas son de la
infancia. Este conocimiento nos va a permitir encontrar los porqués de
nuestras conductas. Así llegará un momento en los que podemos ver qué
cambios tenemos que hacer. Y los cambios son posibles. Con todos estos
parámetros podemos llegar a sentirnos, en definitiva, mucho más a gusto
con nosotros mismos y darle sentido a nuestra vida.
Como psicólogo y como experto en ayudar, ¿cómo ve el fenómeno del 'coaching'?, ¿hay 'postureo' y farsa?
Siempre que una persona tenga
confianza en que estos cambios que resuelvan los miedos, que nos
atemorizan y conviven con nosotros constantemente, es positivo. Desde el
'coach' y la psicología positiva, se trabaja más desde las capacidades
para potenciarlas, para activarlas. Antes, en cambio, se partía de los
defectos. El 'coach', como un buen entrenador, claro que puede convivir
perfectamente con el psicólogo. Todo es válido siempre que la persona
esté de acuerdo y confíe en su capacidad de hacer cambios.
Entrando en la materia
del programa de prevención de suicidios, ¿cómo está funcionando el
programa de prevención piloto que se está desarrollando en el distrito
malagueño de Bailén-Miraflores?
Es un programa que hemos en
colaboración con el Ayuntamiento de Málaga y la ONG Justa Alegría. En
ese distrito, se ha formado a 28 personas en relación a los Servicios
Sociales del Ayuntamiento. Vamos a trabajar con población de riesgo. A
quienes se ha formado, serían los informantes clave: psicólogos,
trabajadores sociales, etc. Se ha evaluado a 96 usuarios de los citados
Servicios Sociales. Son personas con problemas de estrés, ansiedad,
depresión... Se ha intentado conocer al máximo a cada uno y, a partir de
ahí, poner en práctica la actuación.
El trabajo de campo está hecho...
Sí, ahora vamos a hacer una
campaña basada en las fortalezas personales; un mecanismo de seguimiento
y control; un programa de atención a las familias porque es muy
importante... No tenemos nunca que olvidarnos de los supervivientes del
suicidio. Se calcula que cuando se produce un hecho de éstos hay unas
veinte personas de promedio que lo sufren. También queremos hacer un
programa de sensibilización para romper tabúes y otro de intervención y
seguimiento telefónico para pacientes de alto riesgo. Queremos hacer
especial hincapié en lo que se conocen como suicidios enmascarados.
¿Cuántos hay que la sociedad no conoce? Muchas veces detrás de un
accidente de tráfico lo que hay es un suicidio. La anorexia, la
violencia de género... Hay muchas caras.
¿Es algo pionero en España?
En el ámbito municipal,
efectivamente, es pionero en nuestro país. El objetivo es ampliarlo a
más distritos. Queremos exportar este programa a Andalucía y resto de
España. No hay ningún programa de prevención de suicidios. Creo que UPyD
es el único partido que la ha planteado a través de una Proposición no
de Ley en el Congreso (PNL). Todos los grupos lo refrendaron.
Bueno, también hay un programa en el ámbito penitenciario.
Sí, y yo también conozco uno
bastante bueno en la Guardia Civil. Para sus propios miembros. Tenemos
un convenio con ellos para colaborar. Y hay en Navarra en el plano de la
Comunidad Foral con asociaciones y colectivos.
Como periodista, siempre he
tenido enormes dudas éticas sobre la información acerca de los
suicidios. Hay un pacto tácito para no hablar de ellos en los medios
para no provocar el efecto de llamada, el conocido como 'efecto
Werther'. ¿Cuál es su visión sobre suicidio y medios?
Se tiene que hablar. Hay que
sensibilizar a la sociedad. Es una epidemia silenciosa. Pero hay que ser
muy cauto en la manera en la que se va a dar la información. No debemos
decir cómo se ha suicidado, evitar las primeras páginas, quitar el
morbo... Igual que hay campañas de tráfico o contra la violencia de
género, debería de haber campañas contra el suicidio. Hay ahora mismo el
doble de suicidas que fallecidos en siniestro de tráfico y setenta
veces más suicidas que fallecimientos por violencia de género. Todas las
campañas son imprescindibles.
Realmente, incide usted en el papel de los medios a la hora de prevenir...
Sí, efectivamente. Cuando las
personas se suicidan suelen de alguna forma anunciarlo. Hay señales que
se pueden ver. Hay muchos tabúes. Se dice que quien lo avisa no se
suicida y viceversa y cosas así. Esto no es así. Hacen falta campañas
veraces para sensibilizar a la sociedad. Hay que abrir alertas de dónde
está el perfil del posible suicida. Obviamente, ni mucho menos todo el
que tiene una depresión se va a suicidar, pero hay que alertar.
¿Y qué hacemos si el que se suicida es relevante o famoso? Estaríamos ante otro enfoque...
Sí, es muy importante. Lo que se
teme siempre es producir el efecto contagio. Pero si no entramos en
morbo y determinados detalles... También es muy importante dar pautas a
las familias para que puedan detectar y acudir a organizaciones que les
pueden ayudar. Aquí los medios de comunicación son importantísimos. Es
que los suicidios están aumentando. El suidicio es un problema de salud
pública y hay que tratarlo desde ahí. El Ministerio de Sanidad tiene
mucho que decir.
¿Por qué los medios si
solemos publicar cuestiones como alguien que se ha quemado a lo bonzo?
Haciendo autocrítica, no tenemos un discurso unificado.
Son casos sensacionalistas pero
que también tienen un recorrido. A lo mejor este señor que se quema
tenía un problema con la Administración y el recorrido de la información
es más largo porque sirve para desvelar carencias.
¿Por qué se suicida alguien?
La persona que se suicida no
quiere dejar de vivir, sino dejar de sufrir. Vamos a intentar paliar
este sufrimiento, ayudarle a salir de un túnel oscuro. Es una solución
irreversible ante un problema que puede tener solución. Tiene que haber
siempre un hilo de esperanza.
Periódicamente, circulan
por las redes mapas con diferentes tonos de sombras hablando de las
estadísticas sobre el suicidio que no dan las administraciones. ¿Son
correctas?, ¿hay zonas más 'oscuras' que otras?
Sí que hay zonas. Tiene mucho
que ver con el contagio. Hay lugares en los que la gente se suicida más
por ahorcamiento. Otros, en los que se tira al vacío. Hay familias en
riesgo sobre las que tenemos que desarrollar una prevención y eso ocurre
muchas veces en las que ha habido algún caso. Tengo un taller con
familiares. El otro día me decía uno que estaba en una habitación oscuro
con todo cerrado y en esa situación se encuentra día a día. Hay que
buscarle mecanismos a esa persona, asideros a la vida. Hay que trabajar
mucho sobre la rabia, la angustia, la tristeza, los pensamientos
obsesivos sobre el recuerdo del fallecido, sentimientos de cumpla de
personas que creen que no interpretaron las señales... ¿Por qué dejo
aquella nota?, ¿por qué me dio un beso si nunca lo hacía? Todas estas
cosas y la estigmatización hay que trabajarlas. Esto no se cuenta, se
mantiene en secreto y hace a los allegados pensar que han fallado.
¿Hay estadísticas oficiales?
En 2012, en España, tuvimos
3.559 suicidios. El 77% son de hombres. Llama la atención que hay un 18%
de personas mayores de 84 años. En cuanto al método, destaca que los
hombres utilizan más el ahorcamiento y que las mujeres, el salto al
vacío. Pero, como le digo, hay cosas que no se contabilizan, los
suicidios encubiertos.
Siempre estamos con el
tópico de que los escandinavos, por falta de luz, se suicidan más. Por
esa regla de tres, en Málaga, que tenemos esta luz maravillosa, no
habría casi.
Pues Málaga está a la cabeza.
Tenemos una tasa de suicidio de 6,1 por cada 100.000 habitantes. En
Andalucía, se sube a 7,79 y en Málaga, se llega a 10,72.
O sea, que la luz...
Ni la luz ni los cambios
climáticos. Es un problema de salud. Ya en 2003, la OMS alertó de que el
problema más grave en el mundo en un plazo de dos décadas sería la
depresión. El ritmo con el que llevamos la vida, la misma tecnología, el
estrés... Todo esto hace que muchas personas no estén preparadas para
adaptarse a todos estos cambios vertiginosos. Cada vez afrontamos peor
las frustaciones. Qué importante sería llegar a los colegios y trabajar
el mundo emocional curricularmente.
Por resumir, denos a los medios unas pautas para abordar el sucidio
Considero que se debe evitar el
sensacionalismo, particularmente cuando se refiere a una celebridad. Así
como evitar las fotografías de la víctima, el método empleado y la
escena. La primera página no es la ubicación ideal. No se debe informar
del suicidio como algo inexplicable y simplista. El suicidio es siempre
multifactorial, nunca es el resultado de un solo factor. Además, hay que
lamentar la muerte de la persona y no considerarla mártir de las
circunstancias o glorificarla. No se debe justificar el acto suicida con
valores morales, como pueden ser la valentía, amor, dignidad... Se debe
dar suficiente información sobre recursos de prevención, ayuda y
alternativas.
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