LOS
HIJOS DEL FRANQUISMO QUE GOBIERNAN ESPAÑA
El
nuevo candidato del PP a la Presidencia de Castilla-La Mancha, propiedad
del barón socialista José Bono desde hace veinte años, juega con una baza
crucial en su recién estrenado currículo político: es hijo del ex presidente
del Gobierno Adolfo Suárez. Esto constituye, sin duda, la gran dicha del
presidente del Gobierno, José María Aznar, quien demuestra sin tapujos
que siempre le ha gustado contar con apellidos de abolengo en su partido,
entendiendo por ello unos antecedentes políticos que daten, por lo menos,
del franquismo.
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Por Ana Pardo de Vera
Ésa
no es la única razón, aunque sí la más importante, por la que Aznar ha
optado por su nueva estrella y miembro de la nueva Ejecutiva del Partido
Popular, surgida del XIV Congreso del PP, para lanzarlo a la dura tarea
que supone tratar de arrebatarle el sillón del Palacio de Fuensalida a
Bono. Amén de la capacidad política que atribuyen a Suárez Illana sus
compañeros de partido, incluido el secretario general del PP, Javier Arenas,
que ha llegado a decir de él que es “un ganador nato” y “un resumen perfecto
de la trayectoria de su padre y de la política de Aznar”, aunque sus detractores
opten por atribuirle únicamente el perfil de niño bien o niño
de máster en el que también encajan al yernísimo Agag, a Alejandro
Ballestero, a Lucía Figar o a la mayor parte de los integrantes del llamado
clan de Becerril, lo que no se puede negar es que Adolfo Suárez
Jr., aunque lo ha hecho por la puerta grande, acaba de entrar en política
y ya ha sido designado candidato a una presidencia regional. Por ello,
aparte del brillo curricular y de las buenas intenciones (“No me presentaría
a esas elecciones guiado sólo por quitarle el poder de la Presidencia
a nadie. Lo importante será siempre para mí defender los ideales del Partido
Popular”, aclaró Suárez Illana a la revista ¡Hola! del pasado 30
de mayo), un reto como tratar de defenestrar a José Bono requiere otras
armas.
El
hijo de Adolfo Suárez González comenzó a labrarse su aura política en
mayo de 2000, cuando protagonizó una polémica con el ex presidente socialista
Felipe González, a raíz de unas declaraciones de éste en las que criticó
con rudeza el papel de Adolfo Suárez como presidente en la Transición.
El hijo del aludido le envió una dura carta al ex jefe del Ejecutivo por
críticas vertidas hacia su padre, que fue apoyada más tarde por un total
de cuarenta altos cargos de los gobiernos de la Transición. Éstos, entre
los que se encontraban el ex presidente Leopoldo Calvo-Sotelo, los ex
vicepresidentes Rodolfo Martín-Villa y Alfonso Osorio, el ex presidente
del Congreso Landelino Lavilla, el ex presidente del Senado Antonio Fontán,
el ex comisario europeo Marcelino Oreja, el ex ministro de Fomento Rafael
Arias-Salgado y el actual presidente del Consejo de Estado, Íñigo Cavero,
le espetaban al ex presidente socialista que “no es la primera vez que
intenta, sin éxito, hacer una desenfadada invención de la historia reciente,
restando méritos a Adolfo Suárez, persona que sólo elogio, respeto y admiración
merece”.
Suárez
Illana tiene, además, una baza muy oportuna para sus aspiraciones: influencia
económica y social en la tierra que desea gobernar, Castilla-La Mancha,
ya que está casado desde 1998 con Isabel Flores, la hija del todopoderoso
latifundista castellanomanchego Samuel Flores, dueño de una de las mayores
fortunas de España y a quien visitan en su finca El Palomar, de
más de 3.000 hectáreas, aparte de las otras 17.000 que posee en distintos
lugares, desde el rey Juan Carlos, que en El Palomar, precisamente,
cazó el récord nacional de venado, hasta los toreros de más renombre (Enrique
Ponce, íntimo de Suárez Illana; Miguel Báez, El Litri; El Juli
o Jesulín de Ubrique, muy amigo de Samuel Flores), pasando por políticos
y empresarios de primera línea.
Fuentes
muy cercanas al ganadero de toros de lidia sostienen, en cambio, que cuando
la idea del PP de lanzar a su yerno a la candidatura por el Gobierno de
la región era sólo una posibilidad, Samuel Flores manifestó su incomodidad
por pasar a primera línea de fuego, pues sin duda su elevada posición
económica y sus privilegiadas relaciones serán carne de cañón de primer
orden para la oposición o la prensa y el dueño de El Palomar nunca
ha sido amigo de conceder entrevistas ni, en general, de salir en los
medios, si no es en relación con el mundo taurino o el de la caza, núcleo
de sus negocios. Aparte de que sus relaciones con el barón Bono
y con los alcaldes de las comarcas que rodean sus fincas, todos socialistas,
siempre han sido óptimas.
El
ganadero de toros de lidia y cazador de renombre, Samuel Flores, está
considerado el mayor latifundista de España gracias a la posesión de extensas
fincas, que van desde Albacete hasta Jaén, se gestionan con viajes entre
sus helipuertos y en ellas, fundamentalmente, se dedica a la cría de reses
bravas. Todo ello puede dar una idea de lo que supone la fortuna personal
de este hombre, simpático y con mucha mano izquierda, según quienes le
conocen. Pero, por si no fuera suficiente, no es la primera vez que al
gran terrateniente se le han cuestionado las ayudas que recibe de la Unión
Europea en sus sociedades Agropecuaria de Sierra Morena y Agropecuaria
Andaluza, cifradas, según la Junta de Castilla-La Mancha, en cerca de
180 millones de pesetas, repartidos en subvenciones agrícolas, ganaderas,
cinegéticas, por cultivos herbáceos (con Agropecuaria Andaluza) o por
la llamada compensación de renta de acuíferos.
Sin
embargo, el currículo, efectivamente de máster (en Derecho por
la Universidad de Harvard), del hijo del ex presidente Suárez también
tiene su punto, si no negro, sí de matices grisáceos, por su relación
con el que fuera mediador en la fusión de las eléctricas Hidrola e Iberduero,
Antonio Navalón. Suárez Illana, tras una corta experiencia en la Editorial
Santillana, propiedad de Jesús de Polanco, como máximo responsable en
Venezuela, regresó en marzo de 1996 a Madrid para montar el despacho Lipsen
& Suárez, S.L. con dos socios más: Lipsen, de Washington, y José Fernando
Navalón Sánchez, hermano del periodista y oscuro intermediario Antonio
Navalón. Según relataba el diario El Mundo el pasado 19 de mayo, “Navalón
cobró comisiones por valor de 7.000 millones de pesetas, que repartió
entre los abogados que contrató. Uno de ellos resultó ser Adolfo Suárez
padre, quien recibió 185 millones de pesetas, según se publicó”, matiza
El Mundo, aparte de que nunca se ha podido demostrar judicialmente
que el ex presidente Suárez cobrara tales comisiones y, además, él siempre
lo ha negado tajantemente. Adolfo Suárez hijo, que ocupaba una oficina
en las instalaciones de Antonio Navalón, tuvo que sufrir el mal trago
de enterarse en Chile de cómo en su despacho, al igual que en el resto
de los departamentos de la empresa de Navalón, el 3 de marzo de 1998 irrumpía
la Policía Judicial en busca de documentos sobre la fusión de las eléctricas.
Sin embargo, en su departamento no se encontró nada y el sobresalto llevó
a Suárez Illana a romper con José Navalón.
Dirigentes
de renombre. Adolfo Suárez Illana, sin embargo,
no es ni mucho menos el único que tiene en su currículo a un padre que
fue presidente del Gobierno, además, no hay que olvidar, de haber ostentado
Adolfo Suárez González cargos franquistas, como el de gobernador
civil de Segovia (1968), director general de Televisión Española (1969),
procurador en Cortes de representación familiar por Ávila en las IX y
X legislaturas de las Cortes Orgánicas o ministro secretario general del
Movimiento (1975), inmediatamente después de la muerte del dictador Franco
y un año antes de ser nombrado por el rey Juan Carlos presidente del Gobierno,
concretamente el 3 de julio del 76. Suárez, ya en su puesto de jefe del
Ejecutivo, redactó la Ley de Reforma Política, aprobada por referéndum
en diciembre de 1976, con la que se desmontaba el régimen franquista y
se abría el camino hacia la democracia.
Otros
altos cargos del Gobierno y del Partido Popular poseen apellidos más que
venerados por los pocos defensores a ultranza que aún quedan en España
de los métodos dictatoriales del caudillo ferrolano, por no hablar de
los que ocuparon puestos institucionales de gran relevancia en la época
de Franco y los ocupan en la gobernación actual, que “haberlos, hailos”,
como dicen en Galicia, pues allí ordena y manda quien fuera ministro de
Franco, Manuel Fraga Iribarne. El presidente de la Xunta, que se
jacta sin pudor, más bien con orgullo (ver El héroe se jacta de serlo),
de haber ostentado cargos políticos desde la etapa franquista hasta el
gobierno actual, de cuyo partido, además, fue fundador, ocupó el Ministerio
de Información y Turismo (1962) del Gobierno de Francisco Franco, además
de ser el embajador de España en Reino Unido (1973) y vicepresidente para
Asuntos del Interior y ministro de Gobernación (1975) tras la muerte del
dictador, durante la etapa de Gobierno de Carlos Arias Navarro.
Pero
el apellido Fraga es un ingrediente básico en la salsa del PP, máxime
al unirse al de Robles, cuando la hermana del mandatario gallego, Elisa
Fraga Iribarne, se casó con Carlos Robles Piquer, otro franquista
de elite: director general de Información (1962), director general de
Cultura Popular (1967) y ministro de Educación y Ciencia durante el Gobierno
inmediatamente postfranquista. De esta unión salieron asimismo dos nombres
importantes del actual organigrama popular, ya sea de gobierno
o de partido: el de José María Robles Fraga y el de su hermana
Elisa, hijos y sobrinos, respectivamente de Robles Piquer y Fraga Iribarne.
José María, ex secretario de Relaciones Internacionales del PP y diputado
por Córdoba, abandonó ambos puestos el año pasado para ocupar simultáneamente
las embajadas españolas en la Federación Rusa, en Georgia y en la República
de Uzbekistán, con residencia en Moscú. Por su parte, Elisa Robles
Fraga es actualmente la vicepresidenta de la Comisión del Mercado
de las Telecomunicaciones, dependiente del Ministerio de Economía. Sin
olvidar, en el clan fraguista a la hija de don Manuel, Carmen
Fraga Estévez, nombrada hace cinco meses secretaria general de Pesca
Marítima del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Otro
ex alto cargo franquista, gallego como Fraga y el propio Franco, que continúa
políticamente activo es José Manuel Romay Beccaría, ex ministro
de Sanidad y Consumo en el primer Gobierno Aznar y actual presidente de
la comisión de Justicia e Interior del Congreso de los Diputados y presidente
del Comité de Derechos y Garantías del Comité Ejecutivo Nacional del PP.
Romay ostentó en la dictadura franquista los cargos de secretario general
de Sanidad (1963), director del Instituto de Estudios de Administración
Local (1973), subsecretario del Ministerio de Presidencia de Gobierno
(1974) y subsecretario del Ministerio de Gobernación (1975). También continúa
en activo el ex dirigente franquista Álvaro de Lapuerta Quintero,
hoy tesorero nacional del PP y durante la dictadura secretario del Tribunal
Económico Administrativo Central, jefe de la Asesoría Jurídica de la Dirección
General de Seguridad y delegado especial del Ministerio de Hacienda ante
los Ministerios de Gobernación y Trabajo, además de presidente de la Comisión
de Obras Públicas de las Cortes Españolas, vicepresidente de la Comisión
de Presupuestos y consejero del Reino y Procurador (1976).
Sin
embargo, a nadie debería extrañar la larga lista de nombres populares
vinculados al viejo régimen si se tiene en cuenta que al presidente del
Gobierno, José María Aznar, le viene el apellido de acérrimos colaboradores
de Franco, y, evidentemente, a su hermano, Manuel Aznar, nombrado
recientemente agregado laboral en la Embajada de Roma, pero que también
trabajó como interino en la Dirección General de la Función Pública durante
el régimen de Franco. De antiguo, su abuelo Manuel Aznar Zubigaray
ocupó durante la dictadura la Dirección de la Agencia EFE (1958), la embajada
española de Marruecos (1962) y, de regreso y hasta su fallecimiento en
1975, la presidencia del Consejo de Administración de EFE. Todo ello,
después de haber recibido muchos años antes el premio de periodismo ‘Francisco
Franco’ (1939) y de presidir la Asociación de la Prensa de Madrid (1955).
No son pocos quienes tachan al abuelo de José María Aznar de ser por excelencia
el “periodista del régimen”. Y su vocación periodística, con idénticas
tendencias franquistas, la heredó el hijo de Aznar Zubigaray y padre del
jefe del Ejecutivo, Manuel Aznar Acedo, quien fue director de la
Red de Emisoras de Radio Nacional de España (RNE) (1962), subdirector
general de Radiodifusión (1964) o director de la Escuela Oficial de Radiodifusión
y Televisión (1967) durante el Gobierno franquista. Tampoco la esposa
del presidente del Gobierno se libra de vinculaciones familiares con la
dictadura del general Franco. Ana Botella es sobrina del que fuera
rector de la Universidad de Madrid (1968), José Botella Llusía,
prestigioso ginecólogo que ya en 1956 ocupó la Dirección del Instituto
Provincial de Obstetricia y Ginecología de Madrid.
También
por una buena parte del salón en el que se celebra el Consejo de Ministros
planea la sombra de Francisco Franco, puesto que un nada despreciable
grupo del Gabinete Aznar lleva en sus apellidos el sello del dictador.
Así, el ministro portavoz, Pío Cabanillas, es hijo único de Pío
Cabanillas Gallas, procurador en las Cortes franquistas desde 1961
y, ya tras la muerte de Franco, ministro de Unión de Centro Democrático
(UCD). Josep Piqué, ministro de Asuntos Exteriores, también tiene
en la figura paterna a un buen representante del régimen, pues su padre,
Josep Piqué, fue el último alcalde de la etapa franquista de la
localidad barcelonesa de Vilanova i la Geltru, lugar de nacimiento del
jefe de la diplomacia española. Jesús Posada, ministro de Administraciones
Públicas, es asimismo hijo del que fue gobernador civil de Soria en la
etapa dictatorial, Jesús Posada Cacho, y, por último, y quizá quien
más peso franquista lleve en su apellido, el ministro de Defensa tuvo
en su padre a un importante y variado colaborador del dictador. El progenitor
de Federico Trillo-Figueroa fue, además de togado militar, alcalde
Cartagena, procurador en las Cortes franquistas y gobernador civil de
Teruel y Burgos.
El
apellido Oreja es también uno de los grandes del PP con reminiscencias
franquistas, pues el ex ministro de Interior, presidente honorífico del
PP vasco y actual portavoz del Grupo Popular en el Parlamento vasco, Jaime
Mayor Oreja, que, además, suena cada vez con más fuerza como sucesor
de José María Aznar, y su hermano Carlos, consejero de Educación del Gobierno
de la Comunidad de Madrid, son sobrinos del que fuera director del Gabinete
Técnico del Ministerio de Asuntos Exteriores (1962) y subsecretario del
Ministerio de Información y Turismo (1971), Marcelino Oreja Aguirre,
actual presidente de Fomento de Construcciones y Contratas (FCC). Pero
Carlos Mayor Oreja no es el único madrileño de renombre franquista,
puesto que en primera línea está ya el presidente de la Comunidad de Madrid,
Alberto Ruiz-Gallardón, bien servido en este terreno por parte
de padre, abuelo y, por si no fuera suficiente, suegro. El abuelo del
actual mandatario madrileño, Víctor Ruiz Albéniz, fue presidente
de la Asociación de la Prensa de Madrid durante la dictadura y famoso
cronista del ABC, entonces de corte no menos franquista. A su vez,
Víctor Ruiz es el padre del difunto José María Ruiz Gallardón,
que fuera presidente de la Asociación de Consumidores (1975) y progenitor
del presidente de la Comunidad de Madrid. Además, la mujer de éste, Mar
Utrera, es hija del destacado dirigente del Gobierno de Franco, José
Utrera Molina, que ostentó los cargos de gobernador civil de Ciudad
Real (1956), de Sevilla (1962), subsecretario de Trabajo (1969) y ministro
de la Vivienda (1973).
Pero,
sin duda, una de las mayores redes de descendencia franquista es la que
ha creado el apellido Fernández-Miranda, que lleva el actual delegado
del Gobierno para la Extranjería y la Inmigración, Enrique Fernández-Miranda
Lozana, hijo de Torcuato Fernández-Miranda y Hevia, director
general de Enseñanza Media y Enseñanza Universitaria (1962), ministro
secretario general del Movimiento (1969) y presidente del Gobierno interino
(1973) durante la dictadura. Torcuato Fernández-Miranda, además, le dejó
otros retoños de su familia al franquismo y al PP, pues sus sobrinos Manuel
Fernández-Miranda Fernández y Alfonso Fernández-Miranda Campoamor
ocuparon, respectivamente, la Subdirección General de Arqueología (1972)
con el general Franco y la Dirección General de Enseñanza Superior durante
el primer Gobierno Aznar.
También
la ex ministra de Justicia y vicepresidenta primera del Congreso de los
Diputados, Margarita Mariscal de Gante, goza de un buen pasado
franquista que lleva en su apellido compuesto, ya que es hija del que
fuera durante la dictadura primero policía y, después, juez del Tribunal
de Orden Público (TOP), Jaime Mariscal de Gante.
El
suma y sigue de los hijos del franquismo pasa asimismo por el secretario
general de Empleo, Juan Chozas, emparentado con el alto dirigente
del sindicalismo vertical franquista, Chozas Bermúdez. Por su parte, Gabriel
Elorriaga Pisarik, secretario de Estado de Organización Territorial,
miembro de la Ejecutiva del PP es hijo de Gabriel Elorriaga Fernández,
jefe del Gabinete Técnico del Ministerio de Información y Turismo (1962)
y gobernador civil de Santa Cruz de Tenerife (1969). También el portavoz
del PP en la comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento, Gustavo de
Arístegui San Román, tiene antecedentes franquistas por parte de padre
y tío. El primero, Pedro Arístegui, fue director adjunto de Difusión
Informativa en la Oficina de Información Informática (1967) en la etapa
del general Franco, mientras que su hermano Joaquín María ocupó
en la misma época la Dirección General de Política Exterior (1973) y la
Dirección de Asuntos Generales, en la Dirección de Asuntos Consulares
de Madrid (1974). También el subsecretario del Ministerio de Defensa cuenta
con un apellido de gran sonoridad franquista: Víctor Torre de Silva
y López de Letona es nieto de José María López de Letona,
que fue subcomisario del Plan de Desarrolllo Económico y Social (1966)
y ministro de Industria (1969)
En
las comunidades autónomas también el Gobierno ha depositado a algún retoño
del franquismo, como Julia García-Valdecasas, delegada del Gobierno
en Cataluña e hija del que fuera polémico rector de la Universidad de
Barcelona entre 1965 y 1969, Francisco García-Valdecasas, por sus
actuaciones represivas protagonizadas en la aquella etapa, tal y como
contó EL SIGLO (núm. del 25-31 de enero de 1999). Otro hijo del franquismo
que maneja las riendas, en este caso, de Castellón de la Plana, es el
presidente de su Diputación, Carlos Fabra, cuyos padre y abuelo
ocuparon destacados cargos en la misma localidad bajo el mandato de Francisco
Franco. Asimismo, es muy conocida en Canarias la tradición franquista
de la allí llamada familia de los Jorge, cuyos miembros, según
fuentes locales, pertenecen al núcleo duro del partido. Miguel Jorge,
actual vicepresidente del Cabildo Insular de Gran Canaria, es hijo de
un destacado concejal franquista del Ayuntamiento de Las Palmas.
Es
numerosa, asimismo, la lista de ex altos cargos del primer Gobierno Aznar
que descienden de franquistas de pro, si es que no lo fueron ellos mismos,
como el ex ministro de Asuntos Exteriores, Abel Matutes, que, como
su padre, fue alcalde de Ibiza durante el viejo régimen o Rafael Arias-Salgado,
ministro de Fomento con Aznar y jefe de sección de la Descolonización
en la Dirección General para Asuntos de África en el Ministerio de Asuntos
Exteriores, jefe de Estudios de la Escuela Diplomática y director adjunto
del Gabinete Técnico del Ministerio de Educación y Ciencia bajo el mandato
de Franco. Éste, además, es hijo de Gabriel Arias-Salgado, que
fue ministro de Información y Turismo desde 1951 hasta 1962. Su otro hijo,
Fernando Arias-Salgado, es el actual embajador de España en Marruecos
y, como su hermano Rafael, ostentó responsabilidades durante el mandato
franquista: subdirector general de Investigación Científica y Coordinación
(1970), subdirector general de Cooperación Internacional (1972) y asesor
jurídico internacional del Ministerio de Asuntos Exteriores (1973).
Otro
hijo del franquismo, Enrique Giménez-Reyna, ha sido secretario
de Estado de Hacienda, cargo del que dimitió por ser el protagonista del
mayor escándalo financiero del Gobierno popular, el caso Gescartera.
Tanto Enrique como su hermano Francisco, que trabaja en una empresa
vinculada al Ministerio de Ciencia y Tecnología, son hijos de un represivo
coronel de la Guardia Civil de Málaga y amigo del padre de Aznar, cuyas
operaciones contra los maquis aún se recuerdan en la provincia andaluza.
Los
hijos del ex presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo, y
ex presidente del consejo de Administración de RENFE (1967), de la subcomisión
de Industrias Químicas Básicas del II Plan de Desarrollo, incluido en
la ponencia de Desarrollo Regional, de la Sociedad para el Desarrollo
Industrial de Galicia (SODIGA), en 1972, y ministro de Comercio en 1975,
también ostentaron cargos importantes en el primer Gobierno Aznar. El
mayor, Leopoldo, fue subsecretario de Estado del Ministerio de Interior
y el más pequeño, Víctor, ocupó el mismo cargo en el Ministerio
de Fomento. Asimismo, Álvaro Rengifo Abad, hijo de Álvaro Rengifo
Calderón, director general del Instituto Español de Emigración (1964),
de Promoción Social (1966), de Comercio Exterior (1969) y de Exportación
(1970) en la etapa de la dictadura y subsecretario de Comercio (1975),
con Arias Navarro, fue director general de Política Comercial e Inversiones
en el Gobierno Aznar.
También
la que fuera directora general de Radio Televisión Española (RTVE) y eurodiputada,
Mónica Ridruejo, tiene en su currículo político el ser sobrina
de Félix Pastor Ridruejo, colaborador en 1975 en el área de agricultura
del Gabinete de Orientación y Documentación (GODSA) promovido por Manuel
Fraga, en el que llegó a presidir su comisión de Agricultura en el Gobierno
predemocrático. No puede quedar asimismo en el olvido el apellido Fernández-Cuesta,
en posesión del que fuera secretario de Estado de Energía del primer Gobierno
Aznar, Nemesio Fernández-Cuesta, hoy presidente ejecutivo del diario
ABC y vicepresidente del grupo surgido de la fusión en 2001 de
Prensa Española y del Grupo Correo de Comunicación. El ex secretario de
Estado es hijo de Nemesio Fernández-Cuesta, subsecretario de Estado
de Comercio (1969) y ministro de Comercio (1974) en la etapa franquista
y nieto del fundador, junto a José Antonio Primo de Rivera, de Falange
Española (FE), Raimundo Fernández-Cuesta, además de secretario
general del Movimiento (1937), ministro de Agricultura (1938), ministro
de Justicia (1945), presidente del Consejo de Estado (1945), ministro
secretario general del Movimiento (1951), presidente de FE y de las JONS
(1976), cargo del que dimitió en 1983.
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EL
HÉROE SE JACTA DE SERLO
Si
hay alguien que conoce el arte de la supervivencia política es, sin duda,
uno de los protagonistas indiscutibles de este reportaje, el presidente
de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga. Él es, asimismo, el responsable
del final apoteósico del chiste que más se recita estos días en los mentideros
políticos. Lo que pocos saben es que fue el propio Manuel Fraga quien
lo contó en la Escuela de Estudios Políticos de Moscú, en donde fue recibido
como el gurú de la Transición española durante su visita a Rusia a finales
del mes de mayo y principios de este mes. En sus respuestas al auditorio
de la escuela moscovita sobre su pensamiento político, Fraga hizo gala
de un gran sentido del humor, que alcanzó su pleno apogeo cuando uno de
los asistentes, un diputado de Siberia, confesó el impacto que le causaba
el visitante, pues, dijo “si hace veinte años me dicen que estaría con
un ministro de Franco, pensaría que antes podría ir a la Luna”. El presidente
gallego la cogió al vuelo y aprovechó para soltar “un chiste muy bueno:
Franco resucita y se encuentra con un nostálgico del régimen –contó don
Manuel–. El revivido general le pregunta quién gobierna en España y él
responde que Aznar. ‘¿El periodista?’, replica Franco. ‘No, no, el nieto’.
‘¿Y quién es el portavoz del Gobierno?’, insiste el dictador. ‘Pío Cabanillas’.
‘¡Ah! ¿Mi ministro? Es muy inteligente’, inquiere de nuevo. ‘No, el hijo’.
Franco continúa preguntando hasta que llega a Galicia. ‘¿Y quién manda
allí?’, se interesa. ‘Fraga’, le revela el confidente. ‘¿Su nieto?’, supone
el general. ‘No, el mismo de siempre’”
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