Carta de Álvaro García Linera a las ONG’s ‘tapadera’ en Bolivia
- Jueves, 20 agosto, 2015.
En una carta el vicepresidente de Bolivia aclara que solo expulsarán a
las organizaciones no gubernamentales y a las entidades extranjeras que
financien actividades contrarias a los intereses del Estado boliviano.
A continuación, reproducimos la carta íntegra:
“Agradezco la generosidad que han tenido por dedicar parte de su
tiempo a elaborar una carta dirigida a mi persona, con el fin de
proponerme un ‘llamado a la reflexión’ respecto a mis declaraciones
sobre el papel de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) en Bolivia
y su financiamiento.
Entiendo que se preocupan respecto a la libertad de expresión, pero
considero que lo hacen en vano. Valga sin embargo la oportunidad, porque
siempre es grato saber que los amigos se acuerdan de uno. Y digo que su
preocupación es vana, porque en mis declaraciones sobre las cuatro ONG
(Milenio, CEDIB, Fundación Tierra y CEDLA), ni ahora ni en ninguna
oportunidad anterior he planteado su cierre, expulsión o restricción
alguna de su actividad. Bien saben ustedes que en Bolivia la libertad de
expresión y asociación no solo constituyen derechos civiles, sino que
representan componentes indisolubles de la vida, la historia y
desarrollo de las sociedades democráticas, de las organizaciones y los
movimientos sociales. La democracia misma solo se comprende e irradia
sobre la base innegociable de la libertad de asociación y pensamiento.
Hoy, la democracia en Bolivia está alcanzando niveles de profundidad e
irradiación extraordinaria, precisamente en el marco de la
administración del Estado por parte de organizaciones sociales
indígenas, campesinas, obreras, vecinales y populares, cuya vida se
alimenta de la libertad de ideas y múltiples formas organizativas.
Venimos de esa raíz. Y para quienes en tiempos neoliberales hemos
soportado la represión y la cárcel por pensar diferente, está más que
claro que el horizonte socialista y plurinacional solo puede construirse
con base en la ampliación de los principios democráticos de libertad de
pensamiento y asociación.
En este contexto -y haciendo uso de la libertad de pensamiento y
expresión-, he señalado que cuatro ONG mienten y camuflan su activismo
político reaccionario bajo el manto de actividad ‘no gubernamental’. ¿Es
que acaso no tienen derecho a mentir? Por supuesto que sí, pero yo
también tengo derecho a denunciarlo, a denotar las falsedades escritas
en sus ‘supuestas’ investigaciones, que más se asemejan a decálogos de
fe política o primitivos perfiles de estudio. En la misma medida en que
los funcionarios de estas ONG tienen el derecho constitucional de hacer
para-política partidaria desde esas organizaciones, yo tengo el derecho a
develar que están jugando el papel de sustitutos de los partidos
políticos de derecha, y que sus funcionarios no hacen más que reclutar
adeptos mediante el ropaje de actividades hipócritas ‘no lucrativas’,
ante su reiterado fracaso en la proclama política abierta.
Estas cuatro ONG bolivianas tienen todo el derecho a existir,
funcionar, investigar e incluso a hacer política; sin embargo, nosotros
tenemos el derecho y la necesidad -así lo exige el movimiento popular
que conduce el proceso revolucionario en Bolivia- de criticar su
sorprendente encuadre ideológico en el discurso medioambientalista
emitido y financiado desde los centros imperiales.
Todos coincidimos en que es necesario un orden socio-productivo que
sustituya la lógica depredadora de la naturaleza impulsada por el valor
de cambio. Pero acá existen al menos dos posiciones. La primera,
correspondiente al discurso imperial, propugna que la plusvalía
medioambiental que sostiene el desarrollo de los países del norte, sea
pagada por los países del sur, congelando así la mejora de sus
condiciones de vida y petrificando las relaciones coloniales de pobreza y
sometimiento construidas a lo largo de siglos y aún vigentes hoy. Esta
posición está claramente expresada en la propuesta medioambientalista de
USAID respecto a la Amazonía, y en la sugerencia del gabinete de Tony
Blair para la implementación de una administración transnacional en esa
región.
En contraste a esta posición, para las naciones indígenas soberanas,
una nueva sociedad medioambiental solo será posible rompiendo la
condición colonial de fragmentación y pobreza prevaleciente en los
pueblos y naciones del sur. De lo que se trata es de crear una
civilización ecológica mediante la combinación de saberes ancestrales y
contemporáneos capaces de restituir un metabolismo procreativo entre
naturaleza y naturaleza devenida en sociedad. Sin embargo, esto no se
puede alcanzar simplemente imitando lo que sucede en el norte (ilusión
desarrollista), ni mucho menos congelando las condiciones de vida de los
pueblos del sur (colonialismo petrificado). Esta civilización solo
puede surgir si somos capaces de proporcionar las condiciones materiales
mínimas de existencia, de satisfacción de las necesidades básicas que
permitan liberar las capacidades creativas y cognitivas de los pueblos
para la creación de los fundamentos de una sociedad ecológica, que no
podrá ser más que de carácter comunitario y universal.
En ese sentido, a quienes sí he prevenido y advertido con la
expulsión, es a organismos internacionales, ONG y gobiernos extranjeros
que financian y se involucran en actividades políticas, que van en
contra de los intereses del Estado Plurinacional de Bolivia y el proceso
revolucionario del pueblo que se viene desarrollando durante los
últimos diez años. Se trata de un principio de soberanía y dignidad
elemental para cualquier Estado democrático y, mi persona, en tanto
eventual servidor público, no solo está en el derecho sino en la
obligación moral e intelectual de oponerse a cualquier tipo de
injerencia en actividades políticas internas.
El núcleo del neoliberalismo contemporáneo, que ha destruido
derechos, recursos y asociatividad social en el mundo entero, no es la
sustitución de la soberanía nacional por un tipo de mundialización
desterritorializada del poder. Basta ver las murallas de cemento y acero
que los supuestos Estados desarrollados levantan día a día ante el
flujo de fuerza de trabajo, para comprender que la soberanía nacional de
todos los países intenta ser reemplazada por la soberanía nacional de
unos pocos, que pretenden decidir sobre el destino de otros.
El restablecimiento de los principios de soberanía nacional, es
decir, la autodeterminación, es uno de los pilares para el desmontaje
del orden neoliberal en Bolivia. Nos referimos a la autodeterminación
como Estado para definir la gestión de sus recursos y su modo de
relacionamiento con otros Estados, y también a la autodeterminación
social para definir su horizonte como comunidad política en la historia.
Esa es la razón principal por la que decidimos ‒como gobierno
soberano– expulsar al FMI de las oficinas privadas que tenía en el Banco
Central de Bolivia (BCB); a la CIA, que tenía oficinas en el Palacio de
Gobierno; al cuerpo militar norteamericano, que tenía su base
extraterritorial en un aeropuerto en la Amazonía boliviana; a USAID y al
embajador de los Estados Unidos, que conspiraban junto a grupos
separatistas de extrema derecha, apoyando la división del país en
micro-republiquetas bajo tuición extranjera.
La autodeterminación nacional es una dimensión de la
autodeterminación social, y ninguna revolución podrá avanzar en la
profundización de los derechos democráticos de la sociedad sin la
consolidación de las condiciones de la soberanía estatal. Es imposible
definir el horizonte interior de una sociedad (el posneoliberalismo, el
Vivir Bien, el socialismo, etc.), sin definir su horizonte externo, sin
ser soberano. Por ello, no podemos permitir que ningún gobierno foráneo,
empresa u organización para-gubernamental extranjera definan las
políticas públicas del Estado Plurinacional de Bolivia. De lo contrario,
nos estaríamos sometiendo a un neocolonialismo.
Todo este marco me permite regresar a mis comentarios sobre las
cuatro ONG citadas, acerca de las que sostuve que mentían y defendían
los intereses de la derecha política internacional. La preocupación suya
es comprensible, pues les mintieron. Ustedes se alarmaron porque ellas
les dijeron que yo había propuesto expulsarlas. ¡Nada más falso! A
quienes sí advertí con la expulsión del país, es a organismos
extranjeros que se entrometan en actividades políticas, que mellen la
soberanía del Estado Plurinacional de Bolivia. Con esto queda plenamente
demostrado que esas ONG mienten, y lo hacen de tal manera que consiguen
que personas bienintencionadas se sumen al discurso imperial orientado a
infundir sospechas sobre la vigencia de las libertades democráticas y
los derechos civiles de los regímenes revolucionarios y progresistas de
América Latina. Asimismo, mencioné que dichas ONG hacían política
partidaria de derecha, apoyando el discurso medioambientalista imperial.
Una revisión somera de sus argumentos, comparados con los expuestos por
USAID respecto a la Amazonía, comprueba aquello de inmediato.
Por tanto, ustedes comprenderán que así como respetamos la opinión
política de todos los actores nacionales en Bolivia, en mi calidad de
ciudadano –y más aún como servidor público‒ no tengo por qué callar ni
ocultar las mentiras de estas o de cualquier otra institución que dañe
el proceso revolucionario perteneciente a las organizaciones sociales
del país. La defensa innegociable de la revolución boliviana, interna y
externamente, es para mí algo irrenunciable, como el mismo derecho a la
libertad de expresión y asociación.
Lamento profundamente que hayan sido utilizados por estas cuatro ONG
en su intento de simular una imagen autoritaria de -bien lo saben
ustedes- uno de los países más democráticos del mundo. No obstante, si
lo que está detrás de esta mala pasada es su buena voluntad para debatir
horizontes revolucionarios o progresistas para nuestro país y el mundo,
bienvenidos como siempre”.
Álvaro García Linera. Vicepresidente de Bolivia
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