"Los dos partidos que
se han concordado para turnarse pacíficamente en el Poder son dos
manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto.
Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve; no mejorarán en lo más
mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y
analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y
llevarán a España a un estado de consunción que, de fijo, ha de acabar
en muerte. No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni
el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril
trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna
eficacia práctica, y adelante con los farolitos... Si nada se puede
esperar de las turbas monárquicas, tampoco debemos tener fe en la grey
revolucionaria (...) No creo ni en los revolucionarios de nuevo cuño ni
en los antediluvianos (...) La España que aspira a un cambio radical y
violento de la política se está quedando, a mi entender, tan anémica
como la otra. Han de pasar años, tal vez lustros, antes de que este
Régimen, atacado de tuberculosis étnica, sea sustituido por otro que
traiga nueva sangre y nuevos focos de lumbre mental".
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