La siniestralidad laboral se desboca en Málaga con el doble de muertes y un 30% más de heridos graves
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La recuperación económica no explica por sí sola el aumento de accidentes de trabajo, que los expertos achacan a una ‘relajación’ de las medidas de prevención
Un herido grave al volcar una excavadora, un obrero fallecido al caer
desde un andamio, un camionero que queda atrapado por su vehículo...
son sucesos que van apareciendo en el periódico de forma aislada y que
quizá pasan desapercibidos en medio de la vorágine informativa. Pero en
realidad forman parte de una tendencia preocupante: el repunte de la
siniestralidad laboral. El año pasado, 18 malagueños perdieron la vida
en el lugar donde debían ganársela. La cifra de accidentes mortales de
trabajo casi duplicó la de 2014 (10). Y no sólo aumentaron las muertes.
También los accidentes graves, que se cobraron 269 víctimas, casi un 29%
más que el año anterior; y los leves, que afectaron a 17.546
trabajadores (un 8,9% más). En total, se registraron 16.327 siniestros
laborales el año pasado, un 9,2% más, según los datos presentados en la
última reunión de la Comisión Provincial de Prevención de Riesgos
Laborales.
Estos datos suman los accidentes ocurridos durante la jornada laboral
y los que se produjeron ‘in itinere’, es decir, en los trayectos entre
el domicilio y el centro de trabajo. Si se cuentan sólo los accidentes
que se produjeron en el lugar de trabajo, 2015 alcanzó cotas inéditas
desde el principio de la crisis.
¿Por qué repunta ahora la siniestralidad? La Confederación de
Empresarios apunta a la explicación más evidente: la recuperación
económica. «Por pura ley de probabilidad, si hay un incremento de la
actividad es normal que se produzcan más accidentes de trabajo», afirma
su vicepresidenta ejecutiva, Natalia Sánchez, que además recuerda que el
año pasado la construcción por fin empezó a generar empleo de forma
consistente y «desgraciadamente sabemos que es uno de los sectores con
mayor índice de siniestralidad grave o mortal».
Sin embargo, el crecimiento de la actividad y del empleo no bastan
para explicar el fuerte repunte de la siniestralidad. ¿Por qué? Para
empezar, porque la población ocupada aumentó el año pasado un 4,5%,
mientras que la siniestralidad se incrementó el doble y, en el caso de
la grave, seis veces más. Y es que no sólo están aumentando los
accidentes en términos absolutos, sino el denominado índice de
incidencia, que hace referencia al número de accidentes que se producen
por cada 100.000 trabajadores en activo. En otras palabras: a igual
número de personas en una empresa, ha aumentado el riesgo de sufrir un
accidente laboral. Y, especialmente, el de sufrir un accidente grave o
mortal (con incrementos del 23% y del 72% respectivamente).
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Entonces, ¿cuál es la causa de que la siniestralidad laboral se esté
desbocando? Para los sindicatos hay una explicación evidente: la
precariedad en la que viven instalados cada vez más trabajadores de la
provincia. «Los datos de 2015 no me chocan porque la crisis no sólo ha
supuesto una pérdida de derechos laborales, sino que ha creado un miedo
latente en los trabajadores ya no a denunciar las carencias de
seguridad, sino incluso a faltar al trabajo estando enferma. Y
especialmente los que están con contratos basura», afirma Vicente
Martín, adjunto a la Secretaría de Salud Laboral de CCOO Málaga.
«Relajación de la tensión»
El director de la Cátedra de Prevención y Responsabilidad Social
corporativa de la Universidad de Málaga, Juan Carlos Rubio, explica así
lo que ha ocurrido: «Hasta 2002, lo que sucedía era que cuando el ciclo
económico era creciente los índices relativos de siniestralidad crecían y
cuando era decreciente, bajaban. Esto se explicaba por una mayor carga
de trabajo, jornadas más largas, contratación de trabajadores
inexpertos, presión de tiempos... Esta tendencia se rompió de 2002 a
2008, que fueron años de alto crecimiento y sin embargo bajó la
siniestralidad, lo cual era muy esperanzador. Era indicativo de que se
estaban haciendo las cosas bien». Después vino la crisis, durante la
cual siguieron reduciéndose los accidentes, esta vez por la caída de
actividad. Pero en 2012 empezaron a subir otra vez. «Las explicaciones
no pueden darse sin hacer estudios rigurosos. Todo lo que se diga serán
hipótesis. Podemos especular con diferentes factores, aunque el que
primero nos viene a la cabeza es una relajación de la ‘tensión’
conseguida en la década anterior en lo que se refiere a prevención»,
apunta Rubio.
En su opinión, esa relajación se debe «fundamentalmente a
la crisis aún no superada del todo, tanto de los empresarios por haberse
centrado en la supervivencia, como de las administraciones por la falta
de recursos», apunta.
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