Suicidios en España
16 febrero, 2017
Por Gloria Díez
Una de las razones por las que el problema del suicidio es un fenómeno que permanece relativamente oculto es su tratamiento en los medios de comunicación. Por ello, la función de los medios, fue la primera ponencia ante ciento setenta personas, especialistas, voluntarios y supervivientes, en unas Jornadas para intentar comprender el proceso doloroso que lleva a un ser humano a quitarse la vida y para buscar la mejor forma de prestar ayuda.
Está demostrado que hay que informar sobre el suicidio huyendo tanto
del silencio, como de la información sensacionalista. Durante mucho
tiempo, se creyó la teoría de que publicar noticias sobre suicidios
ejercida una especie de “efecto llamada” y a ese recelo hay que unir el
deseo de anonimato de las familias que atraviesan la tragedia de una
muerte.
Si pudiésemos verlos, el conjunto de las personas que abandonaron la
vida de forma voluntaria, formarían una gran comitiva. En España, en
2015, fueron casi 4.000. Y aunque la cifra de los fallecidos por esta
causa triplica el número de los muertos por accidentes de tráfico o
multiplica por sesenta y ocho el de las víctimas de la violencia de
género, el suicidio no dispone de un Plan de Prevención, ni de un número
específico de atención.
El suicidio arrastra más de un estigma. Empezando por el religioso.
El suicida se supone arbitrariamente que muere sin “arrepentirse” y eso
llevó a la Iglesia a prohibir su entierro “en suelo sagrado”. Un
suicidio se ve como una especie de fracaso de todo el grupo social:
familia, amigos, incluso compañeros de trabajo.
Cuando alguien se suicida, la familia queda destrozada, se convierte
en una auténtica “zona 0” y los supervivientes se plantean: ¿Por qué me
has hecho esto? ¿Podría haberlo evitado? ¿Qué pensarán de mí los demás? E
incluso ¿mi familia está maldita?
La ponente sabe de lo que habla, no sólo por su profesión sino por
propia experiencia. A partir de la muerte de un hijo, fundó una
asociación para prestar ayuda los que viven un duelo de estas
características: “Después del suicidio. Asociación de supervivientes”
(DSAS).
Es probable que un suicida no desee morir y su acto se oriente a
dejar de sufrir. Y la vida puede presentar situaciones muy dolorosas. La
doctora Noblejas, centró su intervención en la logoterapia y en la vida
de Viktor Frankl, el psiquiatra austríaco, que, tras pasar por un campo
de concentración nazi y perder a toda su familia, experimentó él mismo
ideaciones suicidas, pero decidió decir sí a la vida “a pesar de su
aspecto trágico”. Frankl señala que la vida no ofrece placer, sino
sentido. Y ese sentido de la vida, es lo que nos capacita para soportar
el dolor.
El suicidio es un drama personal y familiar, también un problema de
salud pública. Deberíamos multiplicar por seis el número de afectados
por cada acto suicida. Y aconsejó trabajar para separar la memoria de la
persona de su forma de morir. Se trata de recordarles por su vida, sin
que el hecho de suicidio suplante todo lo demás.
La aplicación de herramientas informáticas en el campo de la medicina
es cada vez más frecuente. Se presentaron el programa ATENSIS y el
proyecto MeMind.
ATENSIS puede representar una gran ayuda para los voluntarios del TE a
la hora de evaluar a una persona que llama para expresar tendencias
suicidas. Frente al tópico de que el suicido es un acto cobarde, la
realidad es que se necesita mucho valor para quitarse la vida.
MeMind es una herramienta electrónica de seguimiento del estado
mental de pacientes que tiene su base en una página web: www.memind.net.
Reconoció que aún no somos capaces de evitar las conductas suicidas
pero podríamos derivar a algunas personas para que fueran atendidas, a
través de un chat, por voluntarios sociales bien preparados.
Por cada suicidio consumado hay 100 o 200 intentos y muchas más
ideaciones. Entre los adolescentes son frecuentes los intentos múltiples
y no debemos malinterpretar los síntomas: “son cosas de adolescentes”,
“si lo dice es que no lo va a hacer. Hay que tomarse en serio las
amenazas, ejercer una escucha activa en la que no se debe juzgar o
culpar.
El suicidio es la tercera causa de muerte en menores de 25 años en
todo el mundo, capítulo aparte lo constituyen los miembros de los
Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. La gran diferencia es que
estas personas tienen acceso a un arma.
El jefe del Servicio de Psicología de la Guardia Civil dijo que cada
quince días se suicida un policía nacional. Y que el estigma que pesa
sobre la salud mental, impide a los miembros de los cuerpos policiales
pedir ayuda. La Guardia Civil realiza una investigación de todos los
actos suicidas de sus miembros. Es lo que se denomina autopsia
psicológica.
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