martes, 29 de octubre de 2019

Recuerdos del 16. Activistas no dependientes del político de turno....

Activistas independientes.


Las protestas de la Asociación Castillo de Galve y de la asociación Buen Valle de Retiendas sobre Bonaval no han cejado después del cambio de gobierno en CLM. // Foto: Enrique Palacio
Las protestas de la Asociación Castillo de Galve y de la asociación Buen Valle de Retiendas sobre Bonaval no han cejado después del cambio de gobierno en CLM. // Foto: Enrique Palacio

Por Raquel Gamo

Fuente "El hexágono"

A propósito de la lucha de la Plataforma en Defensa de la Sanidad Pública de Guadalajara, los periodistas Rubén Madrid y Raúl Conde destacaron el martes en la tertulia de SER Guadalajara el ejemplo de independencia política de muchas asociaciones que fueron tachadas de submarinos del PSOE en Castilla La Mancha por el anterior Gobierno regional.


Me parece oportuna y acertada hacer esta reflexión. La estigmatización de colectivos en muchos ámbitos (educación, sanidad, bienestar social, dependencia, patrimonio, cultura) que se manifestaron en contra de los graves recortes asestados por el PP fue una constante en Castilla La Mancha. Cospedal y sus adláteres no ahorraron epítetos a la hora de descalificar al conjunto de asociaciones y plataformas que alzaron la voz para protestar por cosas tan sensatas y alejadas, en principio, de la reyerta política como el hachazo a la dependencia, el cierre de un teatro, la parálisis en la construcción de un hospital o la rehabilitación de un monumento.
Entre estos colectivos señalados por Cospedal como actores gregarios del socialismo en la región podemos incluir a la Plataforma en Defensa de la Sanidad de Guadalajara, la Asociación de Amigos del Teatro Moderno, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), la Plataforma en Defensa de la Ley de Dependencia y las distintas entidades que llevan muchos años manteniendo activas sus reivindicaciones alrededor de las necesidades del medio rural, como La Otra Guadalajara, en Molina o la Asociación Serranía de Guadalajara; o bien en torno a la rehabilitación del patrimonio arquitectónico, como la Asociación Castillo de Galve -que este año cumple precisamente su décimo aniversario- o la Asociación Buen Valle de Retiendas, motor de la lucha para rehabilitar el monasterio de Bonaval.
Sin embargo, ha bastado poco más de un año de ejercicio del Gobierno de García Page, apoyado por Podemos, para comprobar de nuevo la absoluta autonomía y el escrupuloso celo con el que bregan estos colectivos al margen del color político de la Junta o del resto de las administraciones locales. Podemos repasar con más detalle algunos de estos casos.

 Desde que arrancó la legislatura, las fricciones han sido constantes entre la Junta y el colectivo de la dependencia. En la foto, la consejera de Bienestar Social, Aurelia Sánchez (izq.) y la responsable de la plataforma en defensa de la dependencia en CLM, Aurelia Jerez. // Foto: CLM.24

Desde que arrancó la legislatura, las fricciones han sido constantes entre la Junta y el colectivo de la dependencia. En la foto, la consejera de Bienestar Social, Aurelia Sánchez (izq.) y la responsable de la plataforma en defensa de la dependencia en CLM, Aurelia Jerez. // Foto: CLM.24

En el caso de la Plataforma en Defensa de la Ley de Dependencia, su espíritu independiente queda fuera de toda duda. Durante la tóxica era Cospedal, quien se propuso con ensañamiento laminar la dependencia en la región, esta plataforma se concentró en combatir los recortes indiscriminados que dejaron fuera del sistema a 14.000 personas dependientes y a luchar para que la normativa de 2013 fuera anulada por la justicia. Un objetivo que se cumplió en 2015.

Pero el cambio de gobierno y la incipiente etapa de García-Page no han estado exentos de conflictos en esta materia. De hecho, en mayo de este año, la plataforma reclamaba a la Consejería de Bienestar Social un cambio de rumbo en sus políticas para dependientes. Llegaron a advertir incluso de que el ritmo de pérdida de ayudas económicas para este colectivo era mayor que durante el gobierno del PP y amenazaron a Page con movilizaciones. Esta incansable actitud demuestra, pues, que la prioridad de la plataforma es defender los derechos de los dependientes. Gobierne quien gobierne.

15.000 personas ya han firmado en favor de la gratuidad del párking del Hospital de Guadalajara, gracias a la plataforma en defensa de la sanidad pública. // Foto: Guadaqué
15.000 personas ya han firmado en favor de la gratuidad del párking del Hospital de Guadalajara, gracias a la plataforma en defensa de la sanidad pública. // Foto: Guadaqué
La sanidad fue otro de los sectores más golpeados por el austericidio practicado entre 2011 y 2015. El alarmante incremento de las listas de espera, la paralización de las obras de ampliación del hospital de Guadalajara, el intento de eliminación de las urgencias rurales o la frustrada renovación del convenio sanitario con la Comunidad de Madrid fueron algunas de las tropelías de aquella etapa, y que causaron graves perjuicios a los pacientes de la región.



En respuesta a todo ello nació la Plataforma en Defensa de la Sanidad Pública de
Guadalajara. Su misión no es otra que reivindicar una sanidad pública, gratuita y de calidad, y permanecer vigilante para que se corrijan todos los desmanes citados. Entre ellos se encuentra una de sus luchas actuales: lograr que el nuevo parking del hospital alcarreño sea 100% gratuito para los usuarios. Una causa sustentada en el irrefutable hecho de que la calidad en la asistencia sanitara a un paciente empieza por garantizar el acceso físico a la misma. De momento, ya han conseguido, a través de una campaña en Change.org alrededor de 15.000 firmas de apoyo, una participación muy significativa para una ciudad relativamente pequeña como Guadalajara. Así que aquí nuevamente vemos como las intenciones de esta plataforma son de sentido común, se dirigen al bien de todos y no parecen estar teñidas por ninguna ideología.

Otro campo en el que el asociacionismo también se ha dejado sentir en los últimos tiempos en Guadalajara ha sido el de la cultura, tan cercenada por las políticas de recortes, la retirada de subvenciones a proyectos culturales e incluso el amago de clausura de centros. El ataque a la cultura que más conmocionó a los guadalajareños fue el intento de la Junta en 2012 para cerrar el Teatro Moderno, tras casi veinte años ininterrumpidos siendo un icono de la actividad artística y teatral en pleno casco de la ciudad.

Fue aquella una maniobra de desprecio hacia la cultura por parte del Gobierno regional que levantó la indignación de los ciudadanos. Y de qué manera. Se creó la Asociación de Amigos del Moderno para reivindicar que éste se mantuviera activo. Y, aunque llegó a estar cerrado durante tres años, la perseverancia de cientos de personas que se manifestaron pacíficamente a las puertas del edificio cada domingo dio sus frutos. En marzo de 2015, la Junta no tuvo más remedio que dar marcha atrás y reabrir el Moderno. Algo que ha permitido no solo relanzar la oferta cultural de la ciudad sino también dar vida al denostado casco. Un ejemplo de cómo la unión ciudadana hace la fuerza, por encima de etiquetas políticas.

No puedo cerrar este artículo sin referirme con cariño al incansable esfuerzo de la Asociación Serranía por denunciar las necesidades del medio rural ante la administración de manera cívica, divulgativa y festiva. Un momento delicado para la Sierra fue no sólo la eliminación de decenas de escuelas rurales, sino la amenaza por parte del Ejecutivo popular de cerrar las urgencias nocturnas de algunos ambulatorios. El grito unánime de todos los serranos frenó un disparate que no hubiera hecho más que agravar el déficit de servicios públicos de esta zona. La labor de la Asociación Serranía sigue siendo infatigable e incisiva. Y, para comprobarlo, les invito a escuchar el discurso de Fidel Paredes, su presidente, durante el último Día de la Sierra, celebrado en Campillo el pasado 15 de octubre. El repaso general a la clase política, incluido el Gobierno regional, fue contundente.

En todo caso, todos estos movimientos ciudadanos en torno a problemas comunes ilustran cómo el activismo en Guadalajara no entiende de colores políticos. Sólo entiende de propuestas, de acciones sociales y exigencia de soluciones para mejorar la vida de la gente ante las innumerables agresiones que la cultura y los servicios públicos han sufrido en los últimos años, especialmente, a raíz de la crisis. Pasado el tiempo, es justo reconocerlo y ensalzarlo.

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