domingo, 1 de diciembre de 2019

Azuqueca 1936. Nuestra memoria.

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Rey con Romanones y Familia en Miralcampo;[el Rey Alfonso Xiii con Uniforme de Ingenieros Posando con la Familia de Alvaro de Figueroa y Torres Conde de Romanones en Su Finca de Miralcampo],1915./16

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LA COLECTIVIDAD DE MIRALCAMPO: REALIDAD EN "ROJO Y NEGRO"

Publicado en la revista "Por cuenta propia", Azuqueca de Henares, en Junio de 2007

  Verano de 1936, el Conde de Romanones ha huido de sus tierras, la sublevación en Guadalajara ha sido derrotada por las milicias del Ateneo Libertario de Ventas y las fértiles tierras que bordean la Campiña del Henares han pasado a ser propiedad de los campesinos que las labraban. Es el inicio de la era de la colectividad y Azuqueca de Henares será testigo del modelo de colectividad por excelencia, la colectividad de Miralcampo.


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Con una extensión de 360 hectáreas la finca de Miralcampo apenas era utilizada como zona de mantenimiento para la cuadra de caballos preferida del Conde. Fueron los labriegos del Sindicato Único Campesino de C.N.T. quienes convertirían la finca en una explotación multiproductiva, de donde saldrían provisiones para proveer a hospitales y escuelas durante el asedio a Madrid. Testimonio de ello es el de Don Ginés Tuero, capataz de la finca y vecino de Brihuega, quien en una entrevista mantenida con el historiador Eduardo Pons Prades y recogida en libros como “Realidades de la Guerra Civil” afirmaba que “camiones repletos de melones salían por la noche con destino al Madrid sitiado”.

Ante la importancia que cobraba la colectividad, la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra (F.N.T.T.) envió como delegado de su Federación Regional de Campesinos del Centro a Don Jerónimo Gómez Abril, formándose junto a antiguos campesinos de la finca el Consejo de Administración de la explotación, que en un principio sólo contó con 67 miembros, pero que pronto se iría ampliando con familias de refugiados de otras zonas como fue el caso de Roque Arjona, “Roquito el bien hecho”, figura de la que habla Jorge Martínez Reverte en su obra “La Batalla de Madrid”, destinado a la finca con su compañera Dolores González, siendo miliciano del barrio de Las Ventas de Madrid, incapacitado para combatir a causa de un fuerte reuma y que se encargó de desempeñar funciones administrativas muy útiles para los libros de actas de la colectividad.


A diferencia de la colectividad de la “La Acequilla”, fundada el 28 de agosto de 1936 por los campesinos de la U.G.T. sobre las incautaciones de tierras, aperos, maquinaria y ganado que poseía en propiedad el Marqués del Valle de la Colina en el mismo Azuqueca, Miralcampo se convirtió en un lugar de experimentación y de puesta en práctica de los ideales anarquistas. Los campesinos de la C.N.T. también contaron con aperos y maquinaria variada dejada por el Conde de Romanones en su propiedad, pero la aplicación racional de estos útiles trajo como consecuencia unos elevados beneficios que permitieron a los campesinos invertir en la creación de un economato de alimentos cultivados en la propia finca y en la financiación de una escuela de carácter racionalista que seguiría los modelos de la Escuela Laica de Guadalajara o de la propia Escuela Moderna de Ferrer i Guardia. 

Además la escuela no sólo estaba destinada para educar a los niños de los colectivistas, sino que los adultos también disponían, si lo necesitaban, de su derecho a usarla para formarse culturalmente en sus aulas y biblioteca.Sin embargo la acción llevada a cabo por los colectivistas que más repercusión tuvo en la prensa de entonces fue la puesta en práctica de un proyecto faraónico, con una financiación proveniente del gobierno central de medio millón de las antiguas pesetas, para desviar el cauce del río Henares hacia su orilla izquierda, con el fin de evitar desbordamientos que anegaran una gran cantidad de hectáreas muy óptimas para el cultivo del cereal. Los resultados de la obra que los colectivistas hicieron con sus propias manos todavía hoy los podemos observar.

Desde luego la labor que los campesinos realizaron en Miralcampo fue sobresaliente. Y no me corresponde a mí decirlo como historiador, recuerden la máxima de Marc Bloch “el historiador es sabio y no juez”, sino que volviendo a retomar el testimonio del capataz de la finca Don Ginés Tuero, el propio Conde de Romanones, al finalizar la Guerra Civil y volver de su exilio, quedó tan maravillado por la obra de los trabajadores que, en un alarde de humanidad y sin infundir sospechas, mandó buscar por las cárceles y prisiones de la zona a los protagonistas de “aquel milagro”, salvando a muchos de ellos de una muerte segura y dándoles refugio junto a sus familias en las tierras que con tanto esfuerzo habían trabajado.
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Me permito una licencia más, otra vez no correspondida con el oficio científico del historiador, sino más en sintonía con los pensamientos de un idealista orgulloso de serlo; el Club Deportivo Azuqueca viste con los colores rojo y negro, colores que casualmente enarbolaba la bandera de la C.N.T., colores que, quiero pensar, simbolizan la humanidad que debe de existir siempre entre las personas, indistintamente del ideal que profesen o color que representen.




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 Colectividad de Miralcampo y Azuqueca
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Uno de los episodios más pintorescos de lo ocurrido con las colectividades agrarias, fue lo sucedido en las posesiones del conde de Romanones en Guadalajara entre los términos municipales de Miralcampo y Azuqueca. Expropiadas dichas tierras por los campesinos que trabajaban en ellas, la Federación Regional de Campesinos de Centro (FRCC), envió allí con la misión de poner en marcha la colectividad a Jerónimo Gómez Abril, un organizador nato perteneciente a la sección de pintores del Sindicato de la Construcción de Madrid. Una vez dado el impulso inicial, la colectividad marchó sola. Allí los campesinos, transformaron la fisonomía de toda la comarca, cambiaron el curso del río, ampliaron las tierras de cultivo, crearon granjas, molinos, escuelas, comedores colectivos, casas para los colectivistas y aumentaron la producción en forma considerable. 

Al terminar la contienda, el conde, se dirigió a su feudo, esperando encontrárselo devastado por las hordas revolucionarias, y cual no sería su sorpresa al encontrarse un vergel. Los colectivistas, y responsables de la colectividad habían huido, y todas las respuestas que recibía el conde a sus requisitorias, era que aquello lo habían hecho los campesinos, lo cual correspondía a la verdad. Al enterarse de que el cerebro organizador, estaba preso en Guadalajara, realizó gestiones para evitar su fusilamiento, y que se le pusiera en libertad. 

La respuesta que dio Gómez Abril al conde, en la entrevista en que éste le ofreció la dirección de todas sus propiedades, forma parte ya de la leyenda de la dignidad obrera, declinando el ofrecimiento, y afirmando que sus esfuerzos creativos habían sido por el anhelo de una sociedad mejor. En 1970, Víctor Alba, antiguo dirigente del POUM, hizo una entrevista a Jerónimo, que publicó bastantes años después en un libro titulado Los colectivizadores, junto a otras muchas entrevistas. Esa conversación es el testimonio más directo sobre la vida de este inolvidable compañero, y quizá la fuente más completa de información sobre su biografía. Publicamos aquí un extracto de dicho encuentro con la intención de despertar el interés del lector hacia el citado libro.

JERÓNIMO GÓMEZ ABRIL, O LA PESADILLA REVOLUCIONARIA DEL CONDE DE ROMANONES - 

Nací en Vélez-Blanco (Almería) en 1908. Por línea paterna todos mis antepasados fueron hombres de estudio que ejercieron sus carreras muy destacadamente a través del tiempo. Aún no había cumplido los doce años cuando perdí a mis padres, siendo nuestra herencia nula, de lo cual aunque parezca absurdo, me alegro, pues tuve la dicha de conocer otro mundo y otra vida tan diferente y opuesta a la que había tenido en mi infancia. Las circunstancias y la necesidad nos obligaron a mi y a mis dos hermanos mayores a marchar a Barcelona, donde entré a trabajar como aprendiz en la fábrica de vidrio de Costa Florit. Opté por asociarme a la CNT, y desde entonces poco a poco fui descubriendo las grandes injusticias y miserias de los trabajadores, y al ir haciéndome un hombre comprendí la necesidad de defender los intereses de mis hermanos y de mi clase junto a los míos. Consecuencia de todo esto: huelgas, persecuciones, encarcelamientos y escenas amargas vividas en un grato recuerdo, pero siempre con tesón, valentía y dignidad. 

Al estallar el movimiento en 1936, me encontraba en Madrid, ya unido a la que hoy es felizmente mi compañera y esposa. Entonces ya teníamos un hijo, que hoy es persona mayor. La Federación Regional de Campesinos del Centro, creyó oportuno nombrarme delegado de control e inspección de las fincas socializadas de la provincia de Guadalajara. Una de ellas, la más importante era la finca de Miralcampo, situada en el kilómetro 40 de la carretera de Madrid a Zaragoza. Por la importancia de esta finca, la citada federación consideró útil y necesario nombrarme delegado permanente con domicilio en la finca misma. 

Al hacerme cargo, los obreros que prestaban su servicio en la finca, que era propiedad de D. Álvaro de Figueroa y Torres, conde de Romanones, percibían un sueldo de 4 pts diarias; una vez intervino la organización confederal, el sueldo pasó a ser de 15 pts diarias, mas derecho a vivienda, luz, leña, médico y medicinas, más luego proporcionalmente un reparto a efectuarse en efectivo de los beneficios habidos en el economato creado al efecto. 

Una de las obras mas importantes que se pudieron llevar a cabo en la finca, fue la desviación del río Henares, cuyas crecidas arrastraban periódicamente la mejor tierra de la vega; para evitarlo la federación regional y el comité de la colectividad creyeron necesario llevar a cavo el desvío. Costó medio millón de pesetas, cantidad que el conde de Romanones jamás hubiera desembolsado. Hoy sirve de orgullo a los que vivimos aquello ver que el río se alejó hacia su izquierda, buscando su salida por donde no hace daño. - Los beneficios, ¿se repartían, se reinvertían o se centralizaban en organismos superiores? - Se empleaban en todo aquello que representaba un desembolso para abastecerse de productos necesarios para la colectividad. 

Al final del año, los beneficios se repartían equitativamente. Ahora bien todo el valor recaudado por productos obtenidos en la colectividad, tanto agrícolas como ganaderos, servía para incrementar los fondos de la FRCC. Como ejemplo de la solidaridad habida, quiero reseñar que en el invierno de 1937 los almacenes de cereales de la finca contaban con una gran cantidad de trigo. A requerimiento de la FRCC, y por las necesidades que sufría Madrid, de falta de pan, grandes cantidades de camiones, estuvieron transportando dos días y dos noches las existencias de dicho cereal a Madrid. - Cuales eran los organismos centrales de coordinación, planificación, ayuda y compensación de la economía socializada? - En primer lugar la Federación Provincial, radicada en Guadalajara, incluida la Comarcal, después la Regional, y así por orden lógico de coordinación y administración, hasta la Federación Nacional de Campesinos, cuyo comité nacional radicaba en Valencia...

 - ¿Cual fue su suerte personal al terminar la guerra, como consecuencia de su participación en la socialización? - Lo menos que me podía ocurrir. Habiendo ayudado a todo el mundo, sin distinción de matiz político, pues no conocía a quienes me pedían ayuda y a los que se la presté, y pudiendo demostrar que evité la muerte de varios ciudadanos de Azuqueca de Henares, exponiendo la vida por ello, pues... me llevaron a la cárcel. Al terminar la guerra, fui detenido, dejando desamparados a mi mujer y mis hijos. Durante la guerra, manejé o pasaron por mis manos más de doce millones de pts, y cuando terminó la guerra, no tenía ni un céntimo. Recuerdo que al llegar el nuevo administrador que traía el conde, mandó que todos los libros de contabilidad, recibos y justificantes se quemaran en el horno de la panadería. Como quiera que en nuestra condición de obreros revolucionarios en defensa de nuestros derechos, hemos sido siempre yunques, cuando salí de la cárcel me encontré sin casa, sin ropas, sin muebles, sin nada de todo aquello que cualquier ser humano tiene derecho a tener. Solo me quedaba la satisfacción de lo que había hecho. Ya soy viejo, y digo con todo entusiasmo, y con todo mi corazón, puesto que no hay en el mundo dinero ni riquezas que puedan cambiar mis ideas, ni mis sentimientos...¡Viva la gloriosa CNT!
Modificado por última vez en Jueves, 22 Diciembre 2011 13:27

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