Poco a poco se van conociendo las identidades de quienes iban a bordo del barco que naufragó en Terranova y sus historias. La mayoría tienen hijos pequeños y alguno, como Samuel, aún no había podido conocer a su último bebé
17 feb 2022 . Actualizado a las 10:19 h.Ponerle nombre y rostro a la tragedia del Villa de Pitanxo hace todavía más grande el dolor. La gran mayoría de los tripulantes son hombres que no superan los 50 años. Muchos de ellos dejaron sus países, Ghana y Perú, para buscar porvenir como marineros de barcos españoles. Y otros son naturales de la comarca de O Morrazo. Hasta el momento hay tres supervivientes: el patrón del barco, Juan Padín Costas, su sobrino Eduardo y Samuel Kwesi Koufie, un marinero natural de Ghana que vivía en Marín.
En el caso del patrón, Juan Padín, se da la circunstancia de que ya había sobrevivido a otro naufragio. Sucedió en 1983 en el Sáhara y tenía solo 16 años.
Los demás tripulantes, un total de 21 hombres, figurarían entre los fallecidos y desaparecidos. A continuación, la identidad de algunos tripulantes.
Raúl González Santiago (24 años). Vive en Cangas e iba en el barco como alumno en prácticas. Es miembro de una familia de marineros. Su padre es un experimentado jefe de máquinas que también ha trabajado en la zona del siniestro y que actualmente está enrolado en un buque de una conocida casa armadora viguesa. El hermano de Raúl también se dedica a la pesca. Quienes le conocen aseguran que es un muchacho noble y muy responsable que ha estado labrándose un futuro profesional y que se había apuntado a esta campaña ilusionado para adquirir conocimientos y experiencia.
Pedro Herrera Couso (29 años). Natural de Marín, se casó hace solo unos años y hace unos meses él y su mujer tuvieron un bebé.
Jonathan Calderón (39 años). Natural de Perú, lleva años afincado en Marín y contaba con gran experiencia en el mar. Tiene mujer y dos hijos de 16 y 10 años.
Samuel Kwesi Koufie (Poco más de 30 años). Es el tercer superviviente del naufragio. Natural de Ghana, vive en Marín, donde tiene un núcleo de amistades que son como su familia. Tiene cinco hijos en África. l más pequeño, Jonathan, nació hace solo unos meses y solo lo conoce a través de fotos del móvil. Su sueño es viajar a su país para poder abrazarlo.
William Arévalo Pérez (37 años). Natural de Perú, lleva dos décadas en Marín y casi toda su vida profesional trabajando en el mar. Tiene mujer y dos hijos. De una u otra manera su vida quedó marcada por el covid. Superó dos veces la enfermedad después de llegar a estar ingresado. Sus familiares recuerdan que se infectó antes de las vacunas, lo que estuvo a punto de costarle la vida y estuvo una temporada ingresado en el hospital. Otra vez el covid y la fatalidad hicieron que William se enrolase en el Villa de Pitanxo. Su tío Carlos Ordóñez asegura que la baja de algunos marineros lo llevaron a subirse al barco naufragado en el último momento. «Él siempre iba al palangre, a las campañas de la espada, pero como estuvo de baja, el barco partió sin él. Quería trabajar y lo llamaron para embarcarse en Vigo en el último momento», explicaba su tío.
Martín Quino. Natural de Perú y afincado en Vigo, llevaba unos 25 años trabajando en el mar.
Eduardo Rial Padín (42 años). Natural de Cangas, es uno de los supervivientes. Es el sobrino del patrón del Villa de Pitanxo y llevaba más de dos décadas embarcado a sus espaldas. Escribió a su novia a las cuatro de la mañana diciéndole que iba a trabajar y que el tiempo en la zona era muy malo.
Edemon Okutu. (Alrededor de 45 años). Hermano del atleta Jean Marie Okutu, lleva décadas afincado en Marín aunque la familia es natural de Ghana. Desde que se casó vive en Pontevedra con su mujer y sus dos hijos.
Ricardo Arias García (alrededor de 46 años). Es natural de Marín. Concretamente, de Loira. Es un tripulante con años de experiencia y vivió otro naufragio del que fue el único superviviente. Entonces tenía 24 años. Ocurrió en el 2000 en Irlanda. Ricardo vio morir a sus compañeros del Arosa y aquel terrible suceso le marcó. Quienes lo conocen dicen que disfruta en el mar. El 6 de octubre del 2000 a su llegada a casa lo relataba a La Voz: «Sufrí hasta que creí morir; el tiempo se me hizo interminable».
Miguel Lumbres Cumpra (52 años). Natural de Perú, también tenía larga experiencia en el mar. Reside en Cambados desde hace más de diez años. Casado y con dos hijos, Lumbres trabajó durante años formando parte de las tripulaciones del Dos Meros y el Sin Querer 3. Llegó a la localidad, como otros de sus compatriotas, para trabajar en el cerco. Hace meses había abandonado el puerto cambadés para enrolarse en alta mar.
Fernando González Martínez (53 años). Vecino de Moaña, era un experto marinero. Ya había trabajado con la misma compañía en otras mareas y, al parecer, esta era su primera vez en Terranova. Desde joven ha estado vinculado con el mar. Se trata de un vecino muy apreciado en su villa y con dos hijos. Hace años trabajó en pesca de bajura, en barcos de la parroquia de Meira y en la pesca artesanal.
Michael. Llegó hace unos cinco años a Marín procedente de Ghana. Tiene mujer e hijos en África.
Juan Padín Costa. De Cangas, es el patrón del barco y es también uno de los supervivientes. Es un veterano marinero con amplia experiencia en el mar y en los caladeros de Canadá. Antes de trabajar para Manuel Nores, lo hizo con la armadora Pereira. Hombre de mar, pero muy vinculado a su tierra natal, hace poco que logró poner en marcha uno de sus principales proyectos vitales: está al frente de la casa rural Cabo Home. Amante de la naturaleza y de los caballos, Juan Padín fue comprando durante años fincas colindantes a su casa, en la parroquia de Hío, para poder hacer realidad este proyecto de turismo rural con las mejores vistas sobre el mar en la zona de cabo Home.
Francisco De Pazo Villanueva (69 años). El jefe de máquinas del barco es un vecino de Marín muy conocido. Armador y trabajador del mar, se había jubilado pero había vuelto a la actividad. Su familia cuenta que su pasión son los motores de los barcos congeladores. Disfrutaba despiezando y montando motores. Casado y con tres hijas (una de ellas, la exconcejala de Marín María José De Pazo), una nieta y otra en camino, es un hombre fuerte e introvertido. Cuando estaba en tierra, le gustaba pasar tiempo en la aldea y ver partidos de fútbol, en especial, los de su equipo, el Real Madrid.
Juan Frías. 36 años. Era la primera vez que navegaba. Quien lo conoce, sabe que estába «ilusionadísimo» con la oportunidad que le dio el Villa de Pitanxo para faenar en Terranova. Aunque era natural de Perú, desde hace años reside en Vig junto a su mujer y sus dos hijos, de 3 y 8 años. «Fue en este barco porque lo llamaron, un amigo iba estaba entre la tripulación. Esto funciona así», explica visiblemente afectado uno de sus familiares. El padre de Juan es un marinero experimentado que estaba estos días faenando en el Gran Sol. La familia se ha puesto en contacto con él y está previsto que el sábado llegue a Galicia para estar junto a su familia en un momento tan duro.
Francisco Manuel Navarro. 33 años. Iba a bordo como observador de control, un requisito obligatorio para los buques. Pertenece al Instituto Español de Oceanografía y era natural de las islas Canarias. Hizo la carrera de Biología en el campus de La Laguna, en Tenerife, y se costeó los estudios mediante un trabajo de camarero en un bar.
Martín P. De origen peruano y residente en Vigo. Lleva dos décadas trabajando en la empresa.
Daniel More. 41 años. De origen peruano, vecino de Cangas.
Diego Andrés More. 24 años. Es vecino de Cangas, de origen peruano y sobrino de Daniel More. La del Villa de Pintanxo era su primera marea en altura.
Edwin Córdoba. 29 años, vecino de Vigo, de origen peruano y sobrino igualmente de Daniel More. Tiene cuatro hijos.
Fernando Santomé Ferradás. Unos 50 años. Natural de O Cabalo, en la parroquia de Beluso, en Bueu, es el cocinero del barco. Casado y con dos hijas, llevando muchos años en el mar.
Juan Antonio Cordero Coro. (55 años). Técnico de pesca y segundo patrón de la embarcación. Natural de Lepe (Huelva), le quedaba un mes para jubilarse y este era el último turno en activo. Estaba casado y tenía dos hijos. Con residencia en Lepe, era habitual que se desplazase a Galicia para embarcar para, al termino de la marea, regresar a su domicilio.
Rogelio Franco Damazo Cueva (55 años): De origen peruano, vivía en Pontevedra y tenía experiencia en el Villa de Pitanxo, con el que había hecho otras mareas. Era ayudante de cocin y contaba con hijos y nietos.
El Villa de Pitanxo, un arrastrero congelador diseñado para aguas profundas y condiciones adversas
M. Sío Dopeso
En el año 2004, el armador marinense Manuel Nores González decidió apostar por reforzar su presencia en los caladeros internacionales con la incorporación de dos nuevos arrastreros gemelos, el siniestrado Villa de Pitanxo y el Villa Nores. Ambos fueron construidos en el desaparecido astillero vigués M.Cíes, por algo más de 10 millones de euros. Fueron diseñados para faenar en aguas profundas (más de 800 metros de profundidad) y en condiciones climáticas adversas habituales en el Atlántico Norte (zona NAFO), en donde se dedicaban fundamentalmente a la captura de fletán negro, una de las especialidades del puerto de Marín.
La embarcación que naufragó tenía cincuenta metros de eslora y un arqueo bruto de 825 GT (unidad específica de capacidad). Alcanzaba una potencia de 1.400 CV, lo que le permitía desarrollar una velocidad media de diez nudos, y estaba habilitado con cabinas para una tripulación de 22 personas. Según fuentes expertas en ingeniería naval, explican que una de las peculiaridades del barco es que cuenta con una máquina en la cubierta principal que lanza y recoge las redes y de una popa inclinada en forma de rampa para favorecer el trabajo. Una vez terminada la faena, se clasifica el pescado y se introduce en los túneles de frío que alcanzan hasta los -40 grados centígrados para, a continuación, ser embalado en cajas y depositado en las bodegas acondicionadas para mantener el frío. La capacidad de congelación del Villa de Pitanxo era de 24 toneladas.
A la pregunta de si un buque construido en el 2004 puede tener algún riesgo, por su antigüedad, estas fuentes expertas aseguran que no, y descartan que eso pudiera suponer ningún problema ya que se trata de barcos poco complicados, y de sencillo mantenimiento.
Respecto a las causas del hundimiento, los ingenieros navales consultados coinciden en que, descartada la vía de agua o un incendio, lo probable, dadas las características de este tipo de buques, es que un golpe de mar pudiera haber provocado un desplazamiento de la carga, y provocado el hundimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario