GOLPE A GOLPE
Este sistema es una mierda: organizar la rabia y optimismo del futuro
No se trata de esperar un acontecimiento milagroso, ni de encontrar puntos de fuga para unos pocos en los márgenes del sistema, sino de trazar el camino hacia una sociedad alternativa
Josefina L. Martínez 7/11/2022
Si hay algo que los números nos indican, cuando vemos el incremento del malestar emocional, es que se trata de un problema social, estructural. Así como el movimiento feminista señaló en su momento aquello de que “no es un caso aislado, se llama patriarcado”, lo mismo podríamos decir del dolor, la depresión o la ansiedad que afectan a miles de jóvenes. Si no son casos aislados, ¿cómo lo llamamos? Incertidumbre, precariedad de la vida, múltiples violencias, machismo, racismo, competencia feroz, bullying, individualismo y meritocracia, explotación, y mucho más… se dice capitalismo.
En su libro Sedados. Cómo el capitalismo moderno creó la crisis de la salud mental (Capitán Swing, 2022), James Davies señala que desde los gobiernos y la industria farmacéutica se promueve una visión individualista de la enfermedad mental. Una despolitización e individuación del sufrimiento, al que se despoja de sus múltiples condicionantes sociales, para reducirlo a una serie de disfunciones internas de las personas. La respuesta suele ser la “intervención medicalizada”. “Preferimos recurrir a la medicalización, que apuntala las condiciones existentes con intervenciones e interpretaciones despolitizadas”, señala Davies.
La patologización de los problemas emocionales transforma a estos muchas veces en un estigma para niñes y adultos, aumentando la ansiedad general
También apunta que la patologización de los problemas emocionales transforma a estos muchas veces en un estigma para niñes y adultos, aumentando la ansiedad general. Al mismo tiempo, este tipo de aproximaciones al sufrimiento tiende a normalizar las duras condiciones sociales que actúan “detrás de escena” alimentando el malestar. En un mundo de precariedad, ansias consumistas frustradas y exigencias al autorrendimiento productivo, donde nunca hay tiempo para nada, el sufrimiento emocional no es algo extraño, pero debería politizarse mucho más.
En este sentido, Davies menciona estudios sobre el aumento de la depresión entre los campesinos de la India, mientras otras investigaciones han puesto el foco en el caso de los trabajadores y trabajadoras de las fábricas de IPhone en China y Taiwán. Varios trabajos académicos indican una correlación entre estas tendencias y el aumento del desempleo en diferentes países y períodos. Sin negar, por supuesto, la singularidad propia de cada historia de vida, nos encontramos ante fenómenos de gran calado social.
¿Y qué papel juega la educación pública en este sentido? “Actualmente estamos aprendiendo en un sistema educativo que no se preocupa por nuestro bienestar, ni por nuestra salud mental. Que lejos de querer que nos formemos para tener espíritu crítico ante la realidad, nos está formando para ser máquinas que no nos cuestionemos las cosas y que le sirvamos al capitalista de turno que nos quiera explotar. No nos preparan para el fracaso, nos preparan para ser ultraproductivos, haciendo que cuando algo nos sale mal, no sepamos qué hacer con nuestra vida”. Así lo explicaba Leonor, estudiante de bachillerato, en un video de TikTok que se ha viralizado estos días.
No se trata solo de comprender que el capitalismo deprime y angustia, se trata de oponerle batalla y responder golpe a golpe
¿Estamos ante un modo de sentir extendido en la juventud? Hay que preguntarse entonces cuáles son las condiciones de posibilidad de esa subjetividad y cuáles las vías para transformarla. Hace unos días leía una carta de Nuria Alabao a los lectores de CTXT, quien plantea que que la salida pasa irremediablemente por la lucha. Me adhiero por completo. Lo peor que podríamos hacer es naturalizar ese tipo de tristeza social en miles de jóvenes y adultos, sin hacerle frente. Porque no se trata solo de comprender que el capitalismo deprime y angustia, se trata de oponerle batalla y responder golpe a golpe. Solo así podrá emerger una nueva subjetividad creativa.
Politizar el malestar, organizar la rabia
En 1846, el joven Marx escribió un artículo titulado Acerca del suicidio. Marx reformula allí un texto del archivista Jacques Peuchet sobre el tema, introduciendo frases propias, en una suerte de intervención textual. El texto parte del estudio de varios casos de suicidios en la sociedad francesa de la Restauración. Marx se detiene en las historias de dolor que llevan a varias personas a quitarse la vida, con especial atención a las mujeres, que soportan situaciones de gran opresión en la vida familiar y social. De acuerdo con el autor original, destaca que se trata de una cuestión social. Marx establece una crítica aguda a las relaciones familiares patriarcales y al matrimonio como propiedad, tan característicos de la sociedad capitalista naciente.
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