Primera querella por crímenes de género durante el franquismo.
Los testimonios de seis mujeres
represaliadas conforman la denuncia presentada por Women’s Link, que se
suma a la causa abierta en Argentina.
La violencia específica contra las mujeres, consideradas históricamente como botín de guerra, no está ni siquiera reconocida en la Ley de Memoria Histórica.
La violencia específica contra las mujeres, consideradas históricamente como botín de guerra, no está ni siquiera reconocida en la Ley de Memoria Histórica.
16 marzo 2016
11:06
11:06
Hace muy poco tiempo (cuatro decadas) y esa gentuza sigue viviendo tranquilamente entre nosotros , alguno con medallitas como la de la virgen.
“Ahora ya no parirás más, puta
bruja”, le dijeron a Lidia Falcón mientras le golpeaban el estómago y el
hígado. La reconocida abogada feminista fue detenida siete veces entre
1960 y 1974 acusada de los delitos de opinión y de asociación ilícita;
fue procesada y encarcelada en la prisión de Yeserías de Madrid y en la
Trinidad de Barcelona. Ella todavía está viva para contarlo. A Daría y
Mercedes Buxadé las examinaron para comprobar su
virginidad. Después fueron violadas por un grupo de falangistas y,
finalmente, asesinadas. Ellas ya no pueden contarlo. Ni tampoco Pilar
Sánchez, a quien violaron repetidamente y arrastraron hasta las puertas
del cementerio tras matarla. Ni Matilde Landa, una destacada militante
comunista, que se tiró por la ventana de la enfermería de la cárcel y
fue bautizada mientras agonizada. Ni Margalida Jaume, violada también
estando embarazada. Son los testimonios que conforman la primera querella presentada por crímenes de género durante el franquismo. Cuatro de ellas siguen desaparecidas en la actualidad.
“Ninguna causa que investigue las violaciones de derechos humanos
puede estar completa si no contempla los crímenes que se cometieron
contra las mujeres por el hecho de serlo”, afirma Glenys de Jesús,
directora legal internacional de Women’s Link, la organización que se ha
sumado a la causa que instruye la jueza María Servini en Argentina.
La violencia específica contra las mujeres, consideradas históricamente como botín de guerra, no está ni siquiera reconocida en la Ley de Memoria Histórica aprobada por el Gobierno de Zapatero en 2007.
Entre los crímenes de género, Women’s Link cita la violencia sexual,
ejercida por los funcionarios de prisiones o por falangistas que
entraban en las cárceles a “visitar” a las mujeres de manera recurrente;
las torturas, con especial incidencia en los insultos, las
descargas eléctricas en zonas genitales y golpes en el bajo vientre y en
el estómago para impedir la reproducción; los robos de bebés; y el
rapado y la purga con aceite de ricino.
“Durante muchas décadas, el silencio en torno a la represión que padecieron las mujeres ha sido desolador. Las mujeres, las republicanas, las rojas no existían pero vivieron un auténtico calvario”,
sostiene Bartomeu Garí, perito en la querella y miembro de la junta
directiva de la Asociación de la Memoria Histórica de Mallorca, de donde
proceden la mayoría de las seis historias incluidas.
Women’s Link recuerda el retroceso que supuso la dictadura para los
derechos que habían comenzado a conquistar las mujeres durante la II
República. “Así se redefinió el rol de las mujeres que, en la sociedad
nacional-católica, pasó a tener que cumplir con el ideal sumiso de madre
y esposa y cuya participación quedaba reducida al ámbito privado y
familiar. Por este motivo, se persiguió y castigó a las mujeres que se
hubieran atrevido a salir de ese ámbito doméstico y especialmente a las
que participaron en actividades políticas contrarias al régimen”, añade
la organización.
Individuas de dudosa moral
Las que no encajaban en los valores e imagen de la mujer construida
por el franquismo eran individuas de dudosa moral, como recoge la
investigadora Pura Sánchez en el libro del mismo nombre (Crítica, 2009).
Según explica Sánchez, la moralidad, en lo que a las mujeres se
refiere, “se basaba en ser buenas esposas y madres, que educaban a sus
hijos en los preceptos del cristianismo, que vestían sin sobrepasar los
límites del pudor y la modestia, que no se maquillaban, que no llamaban
la atención, que no alzaban la voz ni hacían oír sus opiniones donde
había hombres, que no se permitían tener una opinión diferente de la de
su padre o su marido, que no salían de su casa, que no iban al
cine ni leían libros desaconsejados por los confesores, en definitiva,
mujeres cuyo norte y guía de conducta era la Virgen María (…)
Mujeres, en definitiva, menores de edad crónicas,
silenciadas, invisibles y recluidas en sus hogares, de los que no debían
salir excepto para realizar, si acaso, algunas labores propias de su
sexo”.
La obra de Sánchez rescató del olvido a esas mujeres y desencadenó
que la Junta de Andalucía las reconociera por primera vez en España como
víctimas específicas del franquismo. Muchas de ellas nunca
se atrevieron a solicitar las ayudas que el Gobierno autonómico había
establecido. Muchas de ellas murieron con el miedo metido en el cuerpo.
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