COMENTARIO
DEL
DIARISTA
Había olvidado comentaros mis últimas lecturas, bueno casi, os explico este ejemplar que abajo podéis ver, lo empecé hace tiempo pero su lectura se vio truncada por la llegada de un librazo, Teutoburgo, que si bien fue apreciado me dejo un cierto amargor de boca, sinceramente esperaba más, sobre todo después de leer las dos trilogías del maestro Posteguillo, Escipión y Trajano, con las cuales me sumergí perdiendo la noción del tiempo y casi sangrando en las batallas, (ejem) bueno a lo que íbamos.
"El trabajo en la Hispania romana", me a costado leerlo, pues es un libro que tienes que leer con el lápiz y cuaderno a mano o mejor como hice al retomarlo con la tablet ya que las continuas referencias en ocasiones te obligan a buscar y buscando te vas enredando hasta el punto de tener que pararte a pensar después de todo los visto y leído ¿que coño buscaba?
Aún así creo que es una muy buena obra que empecé con ánimo de acabarla antes de visitar Roma, y no, ha tenido que ser despues, tomar conciencia no solo de la grandeza monumental de la cuna de nuestra civilización sin conocer cómo vivían , cómo trabajaban, qué instrumentos y máquinas utilizaban, todo el mundo de servicios que crecían alrededor de esas obras impresionantes y las que no vemos, abastecimiento de aguas limpias y canales fecales, ingenieros traídos de todo el orbe conocido y conquistado maestros albañiles, especialistas del agua, escultores, marmolistas y un universo de profesionales al servicio de Roma, también esclavos por supuesto pero la mayoría mano de obra que no olvidemos que también debía ser alimentada, vivir, defecar, vestirse comerciar, amar...
Mentalmente mientras visitabamos lenta con cierta parsimonia monumentos milenarios, grandiosas termas o inmensos palacios, todos ellos adornados con sutiles, bellas armoniosas estatuas, una idea volvía una y otra vez a mente y alguna vez la repetía a mi compañera, ¿que sentía un esclavo o un simple visitante de algún país bárbaro o romanizado cuyos ojos jamás hubieran contemplado más lejos de su aldea o su pequeña ciudad amurallada al contemplar en toda su inmensidad la ciudad de Roma, es más que sentiría un monje hispano de "provincias" al ser llevado a Roma 500 años más tarde, aún cada vez que lo pienso y viendo mis propias reacciones ante lo vivido debería marcar de por vida a los visitantes.
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