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lunes, 6 de abril de 2020

Zaldibar, esperanzas.

Hallan en el vertedero de Zaldibar el coche de uno de los dos trabajadores desaparecidos


Los operarios trabajan junto a un depósito de restos de uralita aparecido durante la excavación y ahora acordonado./Ignacio Pérez
Los operarios trabajan junto a un depósito de restos de uralita aparecido durante la excavación y ahora acordonado. / IGNACIO PÉREZ

Intensifican la búsqueda de Alberto y Joaquín dos meses después del desastre y aumenta la esperanza de localizar los cadáveres

EVA MOLANO
Hace justo dos meses, Alberto Sololuze y Joaquín Beltrán desaparecieron bajo una avalancha de más de 750.000 metros cúbicos de tierra y basura en el vertedero en el que trabajaban, en las instalaciones de Verter Recycling del barrio de Eitzaga, en Zaldibar. Durante días, el peligro de nuevos derrumbes paralizó el rescate. Ahora, la estabilización del vertedero permite al equipo que trabaja en la zona, unas cien personas, intensificar la búsqueda.
El estreno de una de las celdas para depositar las tierras ya extraídas ha supuesto un empujón. Ahorra tiempo, porque hasta ahora el material retirado, considerado un residuo peligroso por contener amianto, se dejaba en acopios temporales. Ello permite «reforzar el trabajo diario», que se realiza en turnos de 8.45 a 19.15 horas, y centrarse en la localización de los desaparecidos. En la primera zona de búsqueda (B1) donde estaba la báscula y se cree que podían estar los trabajadores, es donde se actuó tras las primeras horas del derrumbe, pero donde había más riesgos. Se dividió en cuatro subzonas, en dos de las cuales ya se ha finalizado la excavación. Por debajo de este lugar, (zona B2) se busca «intensamente».
Este domingo, los operarios hallaron aquí un coche reducido a chatarra. El vehículo pertenece a Alberto Sololuze, según confirmaron fuentes del operativo. En el momento de producirse el desplome, el coche de Alberto se encontraba aparcado en la entrada de la instalación, junto a la báscula y la caseta, que quedaron destrozadas por el corrimiento. Ha sufrido un deslizamiento «muy importante» a consecuencia de la avalancha. Ya en la zona B4, la más cercana al caserío, es de donde más terreno se ha extraído. Allí apareció el coche de Joaquín Beltrán.

Según ha explicado este lunes en Radio Euskadi el jefe del Servicio de Planificación de la Dirección de Atención de Emergencias del Departamento de Seguridad del Gobierno Vasco, Iñaki Inoriza, el coche se encontró junto a la báscula del antiguo vertedero, donde habitualmente «lo solía aparcar Alberto» y donde es más probable que esté su cuerpo. Esa circunstancia y el hallazgo del coche, «alimentan la esperanza de que lo podamos conseguir, aunque no tenemos la certeza absoluta» de que vaya a ser así.
Inoriza ha indicado que en estos dos meses de búsqueda se ha revisado un tercio de las tierras derrumbadas y «quedaría más del doble de lo que se ha movido» porque las dimensiones del derrumbamiento «son enormes», si bien ahora ya se pueden acercar a ese punto donde con más probabilidad pueden estar los desaparecidos.
Por otra parte, la cuñada del Joaquín Beltrán y portavoz de la familia, Marta Álvarez, ha explicado en Radio Nacional que, tras lograr el acceso a la zona de la báscula y el hallazgo del vehículo, las familias de las dos víctimas han «recuperado la esperanza que habían perdido por el paso del tiempo sin resultados» en la búsqueda.
Según ha expresado, después de dos meses las familias están «derrotadas, hundidas, han llegado a un nivel de desolación muy difícil de sobrellevar» y la mujer y los hijos de Joaquín Beltrán «están encerrados, recluidos, intentando asimilar la dura realidad que les ha tocado vivir». «Se me parte el alma al verlos sufrir de esa manera y que nada de lo que les puedas decir les puede aliviar lo más mínimo, es muy frustrante», y «es verdad que habíamos perdido la esperanza» de recuperar su cuerpo «en muchas ocasiones», pero, «también es verdad que la hemos recuperado» al comprobar «que están trabajando junto a la báscula» y por ello la familia considera que hay más probabilidad «de que aparezcan», ha expresado.
Hasta ahora, ya se han retirado y cribado con perros más de 70.300 metros cúbicos de materiales. Quedan «muchas toneladas todavía, pero es indudable que estamos más cerca» explica el Departamento de Seguridad. Los equipos de trabajo funcionan con retroexcavadoras, volquetes articulados y máquinas de rastreo. Cuentan con el apoyo de agentes de la Ertzaintza, la Unidad Canina y técnicos. El suceso, que investiga un juzgado de Durango, está considerado la mayor catástrofe medioambiental de la historia de Euskadi. La tragedia, ahora en segundo plano por la pandemia que aterroriza al mundo, provocó incendios que llenaron el aire de dioxinas durante días, aunque su calidad ya ha vuelto a la normalidad. También se cerraron los pozos, y se pidió a los vecinos que no abrieran las ventanas. Las mascarillas se agotaron en Ermua, Eibar y Zaldibar mucho antes que en el resto de Euskadi por el coronavirus.

Los restos del vehículo que podría ser de Alberto Sololuze.
Los restos del vehículo que podría ser de Alberto Sololuze. / I. PÉREZ

En condiciones de alto riesgo

Desde el principio, el operativo trató de compaginar la búsqueda con la estabilización del vertedero. Había un grave peligro de que la basura pudiera volver a precipitarse sobre los operarios y agentes. Primero, se crearon pistas para que las máquinas pudieran sofocar los incendios con tierra y acceder a las zonas de búsqueda. Los operarios trabajaron durante días a temperaturas extremas.
El Gobierno central permitió el domingo que la operación siguiera pese al coronavirus. La Administración realiza el rescate y estabilización de forma subsidiaria, porque la empresa alegó que carecía de medios para hacerlo. El coste es de unos 9 millones que deberá asumir la firma propietaria. «El balance no puede ser satisfactorio, porque no se les ha rescatado aún, pero se ha trabajado muy intensamente en la creación de pistas, desmontes y excavaciones que han conseguido estabilizar el vertedero y evitar las escorrentías a través de canalizaciones, lo que ha impedido que con la lluvia que ha caído, todo se haya vuelto a venir abajo», explicaron fuentes de Medio Ambiente. «Se ha hecho lo que se ha podido y de forma intensiva, en unas condiciones de alto riesgo».

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