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domingo, 16 de septiembre de 2018

Solo Azuqueca . memorias, Nº-CCXXIV


Nº-CCXXIV:

Quien hace la ley hace la...

Comentario del diarista:

Después de leer el articulo  de la pagina de IU Azuqueca, saco algunas conclusiones quiero entender que el sistema proporcional que se invento para dar cabida a esos partidos no nacionales si no de regionales con cierta fuerza pudieran tener voz y voto en la política de la nación.

Pues bien según alcanzo parece ser que los políticos aprovechan ese engendro regional proporcional para intentar ahogar a otros partidos que si bien son  de nivel nacional nunca alcancen ni a uno ni a los dos grandes partidos, quiero suponer que si el sistema impuesto en Castilla y La Mancha por el PP es injusto pero si gana el PSOE , cosa de esperar por otro lado, también este se aprovechara de este mal parido sistema proporcional a medida de los grandes.

No entiendo mucho del sistema de votación , tampoco conozco en profundidad la legalidad , pero lo que si entiendo es que a partidos como IU tener un senador le cuesta 80.000 votos por ejemplo y ese mismo senador al partido del posiblemente dentro de nada imputado señor Mas ( lo digo por que algo se ha oído de una sobrina y la empresa de su cuñado y un puñado de millones … de euros ) pues eso con 20.000 ya tienen el senador en Madrid a gastos pagados.

Pero es que en las cortes regionales no hay proporcionalidad que valga , ahí el sistema debía de ser absoluto es decir un voto vale un voto y punto, pues no estamos en España y hay que hacerlo mas difícil pare el pequeño y mas fácil para el grande , es su misma política social , los grandes pagan poco y no pisan la cárcel y los pequeños a sorberse los mocos y pagar impueastos caiga quien caiga.
Resultado de imagen de bipartidismo


6 de mayo de 2015

Fuente pagina de IU Azuqueca.
Resultado de imagen de bipartidismo 
Se está cociendo otro gran timo electoral


Lcos partidos del bipartidismo, que ven en peligro su hegemonía, se aferran al poder institucional desesperadamente por la vía de la manipulación de las leyes electorales, por mucho que se desangren perdiendo votos y representatividad, ¡Qué les importa si la democracia se daña con sus manejos! 

Ya hemos tenido un aperitivo de estos trucos contables para transformar pocos votos en muchos escaños con Cospedal, que se ha hecho confeccionar un sistema en Castilla-la Mancha que le permitiría gobernar con tal de sacar el 30-35% de los sufragios y quedar en primer lugar. Dicho de otro modo, aunque el 65%-70% de los electores votara a otros candidatos, Cospedal gobernaría como si tuviese la mayoría absoluta, lo cual significa que en Castilla-La Mancha los votos del PP valdrían el doble o más que los de otros partidos políticos (los adeptos llaman bonus a esta estafa para disimularla). Es indiscutible que este sistema impugna la democracia, porque transformar un 35% de los votos (la minoría mayoritaria) en un 50%+1 de los escaños (mayoría absoluta) exige convertir el 65% los votos restantes (la mayoría) en un 50%-1 de los escaños (la minoría mayoritaria). Con el sistema de Cospedal, que convierte a su minoría en mayoría y a la mayoría restante en minoría, los partidos pequeños y medianos son condenados a la muerte institucional (también sus votantes) al monopolizarse las instituciones y la representación, tendencialmente, por dos partidos o bloques predominantes. 

Decíamos que esta propuesta es un aperitivo de lo peor que se barrunta porque el PP y el PSOE amenazan con otros retorcimientos aún más graves de la democracia y la representatividad.

Cercado por su corrupción propone el PP la elección directa de los alcaldes y presidentes autonómicos, lo cual es defender un sistema mayoritario puro que permite que un candidato con sólo el 20% de los votos, en una situación de alta fragmentación política, sea alcalde contra el 80% de los votos del resto de los ciudadanos que prefieren otras candidaturas. La única condición que ha de cumplir el candidato que ha conseguido ese 20% es sacar un voto más que el segundo. El hecho de que los demás candidatos, unidos, representen a la inmensa mayoría de los electores ni cuenta ni pinta en un sistema así. Además, se conocen bien las consecuencias de aplicarlo: en Gran Bretaña se aplica tal regla desde hace siglos y por eso, desde hace siglos, en Gran Bretaña hay un bipartidismo asfixiante que expulsa de los parlamentos y de los gobiernos a millones de ciudadanos.

Hay variantes de este sistema alevoso. Por ejemplo, fijando un porcentaje mínimo de votos para el ganador que siempre estaría por debajo de la mayoría absoluta, punto a partir del cual el procedimiento se vuelve superfluo. 

No se queda atrás el PSOE en proponer adulteraciones electorales una vez desafiado también su poder institucional. Lleva el PSOE tiempo amagando con una corrupción de la proporcionalidad consagrada por la Constitución: la elección directa a dos vueltas de alcaldes y presidentes autonómicos. Consiste tal en que si ningún candidato alcanza la mayoría absoluta en una primera vuelta se repiten las elecciones (lo cual es un mayor gasto, pero eso al PSOE no le importa) pero con sólo dos contrincantes, el par más votado (bipartidismo), quedando el resto, con papeletas y pertrechos, fuera de la contienda electoral.

La lógica es de hierro: cuanto mayor es el desgaste que sufren el PP y el PSOE, mayor es su inclinación por un sistema mayoritario que no cabe en nuestra Constitución y que exigiría reformarla.

No estamos seguros, o sí, de que Ciudadanos y Podemos, aspirantes a sustituir este bipartidismo por otro, llegado el caso y de sufrir el mismo desgaste por el ascenso de otros aspirantes, propusieran entonces lo mismo que el PP y el PSOE defienden hoy.

La democracia, como mínimo, es el gobierno de la mayoría con el debido respeto a las minorías, que no sólo tienen el derecho a existir sin ser aplastadas por manipulaciones contables de votos y escaños sino que han de tener en las instituciones el lugar que les corresponde y que sólo debieran decidir los ciudadanos.

La democracia consiste en construir gobiernos representativos basados en la negociación y el consenso. Lo contrario, la gobernabilidad por encima de todo, aunque la ejerza una minoría esclarecida, es burla y engaño, alejamiento de la ciudadanía de la política y elitización de la dirigencia



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