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miércoles, 1 de marzo de 2017

Prevenir el suicidio.

Carles Alastuey: «Una buena parte de los suicidios se puede prevenir»

  • Carles Alastuey, Asociación de Supervivientes Después del Suicidio, Cofundó una asociación de supervivientes después de que su sobrino se quitara la vida. Hoy habla en Donostia


Alastuey coordina los grupos de apoyo.Es maestro y psicopedagogo, aunque trabaja como director del área de servicios a las personas en un ayuntamiento del cinturón industrial de Barcelona. Pero Carles Alastuey visita hoy Donostia para hablar del suicidio. Es uno de los fundadores de la Asociación de Supervivientes Después del Suicidio, en la que se ocupa de la coordinación de los grupos de apoyo.

Alastuey participa en una jornada que ha organizado la asociación Bidegin y que estará dinamizada por Izaskun Andonegi. Será esta tarde, a las 19.00 horas, en la casa de cultura Okendo de Donostia, con entrada libre y aforo limitado.

- ¿Qué les llevó a cofundar la asociación Després del Suïcidi?
 
- La creamos con mi hermano y su mujer a raíz del suicidio de mi sobrino, hace casi ya 8 años. Descubrimos que no hay recursos para atender a las personas que han sufrido una pérdida por suicidio. La profunda tristeza por la pérdida de Miquel nos hacía decir que no podía ser en vano, que teníamos que hacer algo. Estábamos muy solos y empezamos a investigar. Contactamos con la doctora Carmen Tejedor, responsable del servicio de prevención del suicidio del hospital de Sant Pau, de Barcelona, y vimos la posibilidad de crear la asociación.
- El suicidio era una realidad oculta, un tabú. ¿Sigue siéndolo?
 
- Es curioso, creo que llegamos en un momento en el que la sociedad empezaba a estar preparada para un cambio. Ya había iniciativas, pero fuimos los pioneros en dar una visión desde las personas próximas al suicida. Todo el mundo ve normal que se hable de las consecuencias de una pérdida en un accidente de tráfico. En cambio, el suicidio aún hoy sigue siendo un tabú muy importante, es una muerte que está silenciada socialmente y que se contempla siempre con sesgos de medias verdades o afirmaciones gratuitas. Pero también es cierto que hay un pensamiento cada vez más proclive de quienes vemos la necesidad de poner encima de la mesa una de las causas de muerte más importante en la actualidad, que no puede ser que por el miedo a hablar sobre este aspecto se quede en un rincón todo un escenario que afecta a tantas personas. Anualmente se registran unos 4.000 suicidios en España, en Cataluña entre 500 y 700. Y el círculo entre familiares y allegados por fallecido es de entre 6 y 10 personas. Es un cataclismo social, una pandemia si lo juzgáramos en cualquier otro concepto de salud. Es absurdo que no empecemos a hablar de este tema y a valorar las consecuencias.

- ¿Cómo se procesa la muerte de un ser querido que pone fin a su vida?
 
- Como cualquier pérdida es un dolor profundísimo, no hay diferencias. Lo que sí es cierto es que procesar el duelo por pérdidas por hechos traumáticos, violentos, generalmente tiene más trabajo asociado. Y en el caso concreto del suicidio, una muerte causada por la propia voluntad de la persona, los elementos de culpabilidad y responsabilidad tienen normalmente consecuencias muy prolongadas en el tiempo, es un duelo que dura muchísimo más que por una pérdida lógica por edad o enfermedad. Hay que abordarlo con cierta precaución para evitar el duelo patológico, que evoluciona hacia una cierta enfermedad mental y que se multiplica por tres en los casos de muerte por suicidio.

- ¿Cómo se puede gestionar la culpabilidad del superviviente?
 
- Es un elemento que precisa primero de que la sociedad cambie su escala de valores alrededor del suicidio, que es la manifestación de una crisis vital en la que la persona se ve sometida a una imagen de sí misma que en ese momento no contempla más alternativa que la muerte como solución. No ve otras opciones claras, aunque otra persona en las mismas circunstancias puede llegar a verlas. La culpabilidad que sentimos los familiares o las personas próximas es un elemento que requiere de mucho trabajo, de terapia muchas veces, un recurso que no está al alcance económico de muchas personas porque la salud pública no lo contempla. Es un trabajo de tiempo en el que es importante encontrar referencias que te permitan objetivizar esa pérdida, situarla en palabras, en comprensión, poderlo compartir con otras personas que hayan sufrido una pérdida parecida, y sobre todo analizar el suicidio como parte de la conducta humana que todavía es difícil de comprender y, por tanto, difícil de evitar.

- ¿Se deja algún día de preguntarse por los porqués? ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué no supe verlo?
 
- Quedan los porqués, esa autopsia psicológica que es recurrente en los casos de suicidio, ese análisis exhaustivo y obsesivo de los últimos días, de los indicadores que podían habernos advertido de que esa conducta se iba a producir y solo vemos cuando se ha producido. Entonces algunos mensajes adquieren una comprensión distinta. Tenemos que afrontar desgraciadamente una muerte de un ser querido con toda esa carga de más de una muerte cualquiera. ¿Por qué nos dijo que nos quería pero se suicidó? Este tipo de preguntas, efectivamente, pesan terriblemente.

- Si el suicidio se consuma, ¿cómo sobreviven los supervivientes?
 
- La posibilidad de reconstruir tu vida alrededor de esa pérdida es un trabajo que nos compromete individualmente, y que te hace replantearte el sentido de muchas cosas de tu vida. No es sencillo, pero hay que trabajarlo. Sabemos que hay mucha gente que queda atrapada en el laberinto de esa pérdida, que no puede salir. Es una muerte que te persigue durante muchísimos años, que nos perturba profundamente y que afecta a nuestra vida diaria de forma terrible. Porque es difícil reconstruir la pérdida. Pero nosotros trabajamos con muchísimas personas que sobreviven y hablamos de supervivientes, porque se puede sobrevivir a esa pérdida por suicidio, como por asesinato. Tenemos también el ejemplo de los que sobrevivieron a los campos de exterminio, o los que sobreviven en condiciones terribles en campos de refugiados en Grecia y otros países para nuestra vergüenza... Sí que es posible pero es preciso que las personas sientan un acompañamiento. Y que lo puedan hablar.

- ¿El suicidio se puede prevenir?
 
- Sí, es un trabajo que la sociedad debe hacer. De hecho, hay un mandato de la Organización Mundial de la Salud para promover la prevención del suicidio, dada la gran cantidad que se producen. Tienen que existir políticas de prevención, que se tienen que traducir por un lado en divulgar que el hecho de tener un pensamiento suicida en ningún caso te convierte en una mala persona. Es una conducta que existe, que en muchos casos forma parte de un perfil de persona con una enfermedad mental y en otros casos se circunscribe a una crisis vital, emocional, que es más difícil de analizar pero que se puede verbalizar. Y si se verbaliza y la gente no tiene miedo a decirlo, porque sabe que nadie lo va a culpabilizar y a tratar como una persona peligrosa socialmente, ese pensamiento se va a poder compartir y las personas de su entorno van a poder de alguna forma sentir la utilidad de manifestar su afecto, su deseo de que aplace esa idea alrededor del suicidio.

- ¿Y los gobiernos?
 
- Deben desarrollar políticas preventivas, como puede ser una mejor coordinación de los servicios de salud. Muchas veces se dan altas sin promover un escenario de negociación con esa persona para que aplace esas ideas, sin derivarlo claramente a un servicio psicológico o psiquiátrico ocultando esas conductas por un mal entendido concepto de la confidencialidad con el enfermo y con los familiares. Hay muchos elementos que pueden contribuir a que socialmente la gente se sienta copartícipe de la acción de prevención contra el suicidio. Se trata de poner a disposición de una persona con ideas suicidas todos los recursos que están a su alcance para que pueda aplazar esa decisión, porque en la mayor parte de los casos sabemos que las crisis suicidas con el tiempo remiten. Y esa persona piensa luego, 'Dios mío, en un momento dado de mi vida consideré esta idea'. Hay una parte muy numerosa de los suicidios que se puede evitar. Pero hay muchos mitos y medias verdades en torno al suicidio, y muchos tienen que ver con la valentía o la cobardía de la persona que se quiere suicidar. La persona que considera esta opción está desesperada, no ve otra salida. Si conseguimos modificar su punto de vista sobre su situación es posible que esa idea suicida se modifique.

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