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viernes, 23 de agosto de 2019

Muerte de un becario.

La muerte de un becario durante sus prácticas evidencia su desprotección

Una sentencia condena a la empresa en cuyo taller falleció un estudiante en prácticas



Alumnos de Formación Profesional durante unas olimpiadas.
Alumnos de Formación Profesional durante unas olimpiadas. CARLOS ROSILLO


El 21 de diciembre de 2015 era el último día de prácticas en un taller de Daniel A., estudiante cántabro de 25 años de Formación Profesional Dual en mecánica. Su tutor de las prácticas, el jefe de producción de la empresa —en la localidad cántabra de Vargas—, le encargó reducir el diámetro de una pieza metálica con un torno. La máquina, que según un informe pericial no cumplía las medidas de seguridad y carecía, entre otras cosas, de un dispositivo de parada automática para emergencias, atrapó el guante de su mano y su cuerpo fue arrastrado hacia la máquina. Los golpes contra el torno le ocasionaron la muerte.

El pasado enero, el juzgado de lo penal número uno de Santander consideró al gerente y al jefe de producción del taller culpables por homicidio imprudente y los condenó a 18 meses de prisión y, en el caso del gerente, a tres años de inhabilitación especial. “En un primer momento, el caso se archivó y quedó como negligencia de Daniel. Queríamos que se demostrase que la responsabilidad no había sido suya y recurrimos a lo penal”, explica Julio César García, abogado de la familia del fallecido.
Lo más grave, cuenta García, es que el joven no recibió ningún curso de prevención de riesgos laborales en la empresa, donde realizó sus prácticas durante casi dos años. “Al tratarse de unas prácticas, no entraba en el convenio ni contaba como personal laboral. Lo único que obtuvo fue una charla de una administrativa y un folio que firmó como que había recibido la información de seguridad, pero nadie le enseñó los peligros de la maquinaria del taller”, denuncia el letrado. “Si hubiese estado dado de alta en la Seguridad Social, la empresa le tendría que haber proporcionado la formación y la información adecuadas sobre las normas de seguridad”, añade García. Tras el accidente, la Inspección de Trabajo obligó a la compañía a dar de alta en la Seguridad Social al estudiante y a asumir la cotización por los años de prácticas.
En España, no existe un registro de los accidentes laborales de estos alumnos. De los 534.000 universitarios y estudiantes de FP que hacen prácticas, solo 80.000 están dados de alta, según el sindicato CC OO, que son los que realizan prácticas no laborales remuneradas. “Los estudiantes en prácticas están desprotegidos y eso es lo que se quiere regular. Se les tiene que dar el mismo trato que a los asalariados”, señalan fuentes del Ministerio de Trabajo. El Gobierno aprobó el 28 de diciembre un decreto ley que obliga a que universidades, instituciones y empresas den de alta en la Seguridad Social a los estudiantes en prácticas no laborales, sean remuneradas o no. El Ejecutivo se comprometió a elaborar el reglamento que acompaña al decreto en tres meses, pero la convocatoria de elecciones ha truncado el proyecto.


EL FRAUDE CON LAS PRÁCTICAS EN LA UNIVERSIDAD


El decreto aprobado el pasado diciembre por el Gobierno llegó después de que la Inspección de Trabajo obligara a la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) a pagar las cotizaciones de 376 becarios. La policía laboral concluyó, según informó eldiario.es, que el campus cubría con ellos puestos de trabajo y que esas prácticas no tenían “nada que ver con la titulación cursada por los estudiantes”.
En los últimos años, los universitarios se han atrevido a denunciar prácticas fraudulentas. María, que prefiere no dar su nombre real, estudiante de Física de la UAM, denunció a la empresa donde realizó las prácticas durante seis meses porque cubrieron con ella un puesto estructural de una trabajadora que permanecía de baja por maternidad. "Sí, tuve miedo, pero quise luchar para que a otros compañeros no les pasase lo mismo", cuenta. Cobraba unos 400 euros al mes y consiguió llegar a un acuerdo con la empresa, que declinó ir a juicio, por el que la indemnizaron con 2.000 euros. María no recibió formación alguna en prevención de riesgos laborales. Como ella, muchos de sus compañeros empiezan a rebelarse contra las injusticias del mercado laboral. 

La conferencia de rectores (CRUE) ha hecho recuento de los universitarios que hacen prácticas, unos 400.000, de los que el 65% las hacen en instituciones públicas. “Estamos de acuerdo en que hay que mejorar la cobertura de los estudiantes en las empresas, también en materia de prevención de riesgos laborales”, señala Miguel Ángel Collado, rector de la Universidad de Castilla-La Mancha y responsable de Asuntos Estudiantiles de la CRUE.

Desde el Ministerio de Trabajo insisten en que los españoles en prácticas se encuentran entre los menos protegidos de la Unión Europea. Creen que España debería aspirar al modelo holandés, donde la normativa de trabajo se aplica a los estudiantes en prácticas, tanto en jornada como en seguridad laboral, también la normativa sobre igualdad de trato, aunque en general las prácticas no son remuneradas y no cotizan.
Tras el accidente de Daniel A., el Gobierno de Cantabria modificó en 2018 la orden que regula la Formación Profesional Dual y ahora las empresas están obligadas a remunerar esas prácticas (la cantidad no puede ser inferior al 80% del salario mínimo interprofesional, que asciende a 900 euros), a dar de alta a los alumnos y a ofrecerles formación en prevención de riesgos laborales. “Hay determinadas prácticas que tienen mayor riesgo, porque no consisten en estar en un despacho”, explica María Jesús Reimat, directora general de FP de Cantabria.
En la FP, todos los grados tienen la asignatura de Formación y Orientación Laboral (FOL), que incluye contenidos sobre prevención de riesgos laborales. Sin embargo, muchas empresas lo consideran insuficiente. “Es una formación muy básica que, en ocasiones, obliga a las compañías a poner en marcha planes específicos para esos alumnos. No todas lo hacen porque es un gasto que tienen que asumir”, cuenta Ignacio De Benito, jefe de proyectos de la Fundación Bertelsmann, implicada en la promoción de la FP Dual en España.
Algunas autonomías gobernadas por el PSOE, como Valencia, han defendido que los estudiantes no son trabajadores y que, por ello, no es necesaria el alta. En caso de accidente, dicen, están cubiertos por el seguro escolar. Según el Instituto Nacional de la Seguridad Social, el seguro escolar supone 1,12 euros al año para el alumno y otros 1,12 que paga el centro educativo. En caso de accidente en las prácticas, la indemnización por incapacidad permanente para continuar los estudios va de 150 a 600 euros en una sola paga. Si queda incapacitado para los “actos más esenciales de la vida”, recibe una pensión vitalicia de 144 euros anuales.
“Es una cantidad mínima que el alta en la Seguridad Social multiplicaría, y que varía en función de la base de cotización. En caso de invalidez total, le correspondería el 80% del salario mínimo interprofesional al mes”, indica Adrián Todolí, profesor de Derecho del Trabajo de la Universidad de Valencia. “El alta es necesaria; los riesgos que asumen no son de estudiante, sino de trabajador”, zanja.


DIFERENTES NORMATIVAS DE FP DUAL EN LAS AUTONOMÍAS


La Formación Profesional Dual -que consiste en compaginar durante dos años los estudios con prácticas en una empresa de forma intercalada- llegó a España en 2012 y, pese a que cerca del 70% de los alumnos logra un trabajo, solo el 0,4% de los estudiantes cursa esa opción frente al 17% de media de los países de la OCDE. Cada autonomía ha desarrollado una normativa propia y no existe un consenso sobre cuestiones básicas como la remuneración de las prácticas, que es opcional y en algunas comunidades depende de la voluntad de las empresas. "En Cataluña, Madrid, Murcia, Baleares, Castilla y León y Cantabria la remuneración es obligatoria. En otras regiones como Andalucía, Canarias, Extremadura o Asturias es voluntaria", explica Ignacio de Benito, coordinador del estudio La FP Dual en los centros educativos: visiones del profesorado, publicado en 2017.
"Con el alta en la Seguridad Social todo serían beneficios. Las empresas tienen que entender que es una inversión, no un gasto. El empresario que hace una apuesta económica, se implica más en la evolución del alumno, lo gratis no se valora", añade. Con el modelo actual, precisa, la prevención en riesgos laborales no "está bien pulida", es "un fallo del sistema".

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