Denuncia que tanto la empresa como la mutua se han desentendido de él
Claudio, vecino de Alcalá de Henares, sufrió un terrible accidente laboral en la empresa de cartonaje Saica Pack, situada en la calle Ferrocarril de la localidad de Meco, el lunes 13 de agosto de 2018, cuando una de sus manos quedó atrapada en una máquina de envasado de cartón. Tenía 39 años.
«Estuve media hora enganchado a la máquina, consciente y pasando un dolor horrible», describe en conversación con MiraCorredor. Posteriormente fue atendido por los servicios de emergencia que lo trasladaron en helicóptero al Hospital de La Paz con graves lesiones en la mano afectada. Finalmente, perdió su brazo derecho, con el que comía, escribiría y trabajaba.
Un año y medio después, asegura sentirse abandonado tanto por la empresa como por la mutua: «Me quieren abocar a una vida de pleitos y de demandas, no me hacen ni el más mínimo caso», denuncia. «Sigo luchando como puedo y pasándolo mal, muy mal, porque se han desentendido de mi», según su testimonio.
Claudio explica que fue contratado por agencia de trabajo temporal y después lo pasaron a la empresa. Siete días más tarde tuvo el accidente. «No fue un accidente en sí, llevaba muy poco tiempo y tenía que estar con tres máquinas en funcionamiento, la máquina fallaba mucho. Llevábamos tres días avisándolo y la regla que me enseñaron era meter la mano para sacar un cartón que se había atascado, así lo hacía yo y la gente que llevaba ahí 20 años. Tenía que estar manejando yo las tres máquinas, era un trabajo duro y teníamos que sacar mucha producción».
El calvario llegó después. Sin trabajo, con depresión, sin cobrar todavía ni un solo euro de la indemnización que le corresponde tras ser sancionada la empresa por la Inspección de Trabajo y Seguridad Social por falta de seguridad y de salud en el trabajo (le tienen que abonar un recargo en las prestaciones del trabajador del 40%). Ahora vive con su pareja y tres niñas con una pensión de 1.000 euros por incapacidad. No puede usar el coche, ha tenido que adaptar su casa de su bolsillo y, según sus palabras, «ya me he caído tres veces porque no han querido ni cambirme la bañera por un plato de ducha».
Se queja de que la mutua no le facilita las prótesis necesarias para retomar su vida diaria en la medida de lo posible. «Me pusieron una prótesis a través de la mutua MAZ y llevo un año y medio que no puedo usarla porque no me dan cita para poder adaptármela, ya que el muñón va cambiando, tampoco quieren hacerse cargo de las prótesis que necesitaré en el futuro».
Cada prótesis cuesta 50.000 euros y se renuevan cada cinco años, indica. «En la mutua no me quisieron atender. Necesitaba también unos cubiertos especiales que cuestan 1.500 euros y también me los denegaron, al igual que el plato de ducha. Están haciendo todo lo posible para retrasar el pago de la indemnización pero yo sigo sin brazo, desatendido», lamenta.
«Mi vida diaria ha cambiado para siempre, y gracias a que mi mujer me ayuda en el día a día porque con cualquier movimiento, pierdo el equilibro y me caigo». Lo peor, asegura, es «el olvido al que me está sometiendo tanto la empresa como la mutua, que han convertido mi vida en un calvario que es muy duro de aguantar».
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