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lunes, 30 de agosto de 2021

Cosas mías otros 8 de marzo

Cosas mías. Luchadoras.

El otro 8 de marzo.



07/03/2012

El otro 8 de marzo que nos ocultaron

 El primero, que la mujer es un ser humano activo, capaz de pensar y rebelarse y de luchar por sus derechos. La ideóloga de este día internacional es una mujer, líder socialista alemana, Clara Zetkin. Reclamaba el voto y los derechos femeninos en la época de las sufragistas y el Women’s Day en EE.UU. Logró que más de un millón de mujeres salieran a la calle en 1911. No se fijó una fecha concreta, pero su idea tuvo gran éxito, y las mujeres rusas fueron duramente reprimidas por secundarla.
Nos contaron que, un 8 de marzo, un centenar de mujeres murieron abrasadas en el incendio provocado por su empresario. Se habían encerrado en su fábrica para pedir condiciones dignas en su trabajo. Tejían, pues eran obreras textiles, una tela violeta. Este color es símbolo de su sacrificio, y ese día el dedicado a la mujer.

También en esto nos engañaron. Y tuvo que ser una mujer, Ana Isabel Álvarez, quien desmontara el mito. Aquel día era domingo y la fábrica estaba cerrada.

Nada es inocente y menos esta mentira que se asienta en el deseo de ocultar dos hechos fundamentales.

Sin embargo, esta realidad no gustaba al pensamiento patriarcal. Y tejieron una historia de víctimas sacrificadas. La desvincularon de su contexto histórico e ideológico anterior a la I Gran Guerra, atrasándola hasta 1857. Así, ocultaron la capacidad femenina de mover a la acción contra la injusticia y nos reducen a seres débiles y dependientes. Sólo capaces de rebeliones pequeñas y puntuales que acaban en fracaso.

El segundo era su relación con el comunismo y la Revolución rusa de 1917. En Rusia, ahora sí un 8 de marzo -en su calendario 23 de febrero- , las mujeres, hartas de guerra, hambre e injusticia, y plenamente concienciadas de sus derechos salieron a la calle, con el lema “PAZ Y PAN”, para reclamarlos. Eran obreras textiles, las más explotadas, y esposas de soldados muertos en la guerra.

Días después de su gran protesta, el zar abdicó y ellas pudieron votar. Se considera el precedente de la Revolución, pero no desde la historia oficial. Las mujeres lograron algo importante y volvieron a ser activas y conscientes. Peligrosas.

 Había que romper como fuera este vínculo y se forjó el mito que conocemos. La ONU se encarga de la tarea sucia. En 1975, silenció estos últimos hechos, fijó la fecha y sólo concedió a Clara Zetkin ser la lejana inspiradora de la idea, eclipsada por las precursoras de EE UU.

Ya es hora de que se proclame, de una vez por todas, que esta reivindicación surge del Movimiento Internacional de Mujeres Socialistas para promover sus derechos sin restricciones: derecho al voto, al trabajo digno sin discriminación y a ocupar cargos públicos. Los tres, por cierto, se consiguieron en la España de la II República.

El engaño no es una anécdota. Una vez más, se tergiversa la historia a favor de la sumisión femenina y el deseo de privarnos de referentes activos. Ocultar el éxito de las mujeres responde a algo turbio y recurrente. Sacarnos de la Historia.

Para colmo, en Gandia, se da una vuelta de tuerca a lo anterior y se incluye en la semana de la mujer misa solemne y un desfile de moda.

Se siente rabia al comprobar cómo se mezcla la religión católica, profundamente misógina, con una lucha por la dignidad que nada tiene que ver con ella. Cómo se vuelve a usar a la mujer como objeto, se reproducen tópicos añejos y se vende falsa progresía “concediendo” a las mujeres migajas de sus derechos.

Una ofensa para todas aquellas que murieron por sacarnos de la ignorancia, la esclavitud y la sumisión. Porque no queremos regalos, sólo exigimos nuestros derechos.

EL BLOG DE AGUSTINA PÉREZ

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