PILAR SAIZ MARTÍNEZ | Psiquiatra ovetense recién acreditada como catedrática
"Es imperdonable que en Asturias no haya un plan preventivo contra suicidios"
"Tenemos todas las posibilidades para disponer de una escuela de psiquiatras tan buena como las de futbolistas de Valdebebas o La Masía"
13.06.2016 | 04:12
Pilar Saiz, en la plaza de la Gesta.
PEDRO H.
Pablo ÁLVAREZ
Pilar Saiz Martínez (Oviedo, 1961) acaba de ser acreditada como
catedrática de Psiquiatría por la Agencia Nacional de Evaluación de la
Calidad y Acreditación (Aneca), organismo dependiente del Ministerio de
Educación. Es la cuarta mujer española que alcanza este rango. Las
anteriores fueron Carmen Leal, ya jubilada; la gijonesa Paz Portilla,
colega de la doctora Saiz en la Universidad de Oviedo y en el centro de
salud mental de La Corredoria; y la vasca Ana González-Pinto Arrillaga.
Además, Pilar Saiz preside la Sociedad Asturiana de Psiquiatría y es
vicedecana de la Facultad de Medicina de Oviedo.
-¿Qué supone para usted la acreditación como catedrática?
-En primer lugar, un paso más en mi carrera como profesional y, sobre todo, mucha satisfacción por la recompensa al esfuerzo realizado, orgullo ante la situación que la psiquiatría asturiana ocupa en nuestro país y agradecimiento a todos los que me rodean, tanto en el entorno profesional como personal y familiar. Y a los pacientes, de los que todos los días se aprenden cosas. Hoy día es imposible llegar a esta situación sin el apoyo de un equipo de élite.
-Tres mujeres catedráticas de psiquiatría, y dos de ellas asturianas. ¿Qué significa?
-Un orgullo del que sin duda es muy responsable el profesor Julio Bobes. Espero que no le parezca mal lo que voy a decir, pero me gustaría que como Don Melitón del brazo de una morena y una rubia, repartiera y presumiera de psiquiatría y asturianía por toda España. Sin duda, significa que, a pesar de ser pocos, se está trabajando muy bien en Asturias y que tenemos buenos genes.
-Asturias es una de las comunidades autónomas con más consumo de medicamentos para enfermedades psiquiátricas. ¿Estamos haciendo algo mal?
-El uso de medicamentos cuando es necesario y se hace de modo adecuado es una práctica clínica adecuada. El problema surge cuando se banaliza la demanda y se utilizan tratamientos para situaciones que no son enfermedad. Por otra parte, la banalización del uso de fármacos ansiolíticos e hipnóticos debería ser abordada de algún modo. En muchas ocasiones se empiezan a usar pensando que son fármacos inocuos y, a la larga, no tienen efectos curativos, sino de alivio inmediato, y generan importantes situaciones de dependencia.
-¿Convertimos en enfermedades contratiempos de la vida cotidiana?
-Enlazando con la pregunta previa, creo que, desafortunadamente, se están psiquiatrizando muchas situaciones que no son trastornos mentales, sino contratiempos que surgen en la senda vital de las personas. Estamos viviendo una época en la que la sociedad es muy hedonista y creo que tiene menos resiliencia, menos recursos para afrontar muchas circunstancias que no son enfermedad. Eso genera, por una parte, una sobrecarga muy importante de los servicios de atención especializada, que resta capacidad de atención a las personas con trastorno mental grave y, además, puede propiciar un uso inadecuado de los tratamientos.
-Usted ha afirmado en alguna ocasión que a los psiquiatras de la red de salud mental llegan patologías menores que podrían ser tratadas en atención primaria. ¿Cuál debería ser la pauta?
-Existe una cartera de servicios que establece claramente qué patologías deberían tratarse en cada uno de los niveles de atención y que, además, clarifica en qué situaciones deben derivarse a un nivel especializado de atención. Desde aquí aprovecho para animar al doctor José Ángel Arbesú, actual coordinador de los servicios de Salud Mental de Asturias, a que trabaje activamente para mejorar esta situación.
-¿Qué es lo mejor y lo peor de la red psiquiátrica regional?
-Lo mejor, los profesionales que trabajan en ella, que sin duda tratan de dar todo lo que pueden en su quehacer diario. Lo peor, los pocos medios y la falta de evaluación y estructuración de algunos de los recursos que existen, que creo que podrían dar mucho más de sí. Entiendo que también habría que impulsar, facilitar y mejorar el afán investigador, sobre todo entre los más jóvenes.
-¿Es suficiente la dotación de camas en los hospitales?
-Rotundamente no, sobre todo en algunas áreas sanitarias, como Oviedo, que contando con un hospital de referencia regional, como es el HUCA, es el área peor dotada en ese sentido. Esto facilita situaciones de puerta giratoria en nuestros pacientes y dificulta su adecuada atención.
-¿Y de equipamientos para enfermos graves?
-Podrían implementarse más y, sobre todo, los que existen deberían funcionar de un modo más eficiente. Nos falta mucho que aprender del resto de la medicina, que establece modelos de estadiaje para las enfermedades y aplica tratamientos específicos según el nivel de gravedad y necesidades. Estamos trabajando activamente en ello, pero aún no hay no hay datos definitivos. Creo que el grupo más desamparado es justo aquel donde deberían emplearse todos los esfuerzos posibles, ya que es donde habría más posibilidades de mejorar su funcionalidad: hablo de las personas más jóvenes que inician un trastorno mental grave.
-¿Hay motivos, aunque sean menores, para echar de menos el antiguo Hospital Psiquiátrico?
-En la concepción clásica de Hospital Psiquiátrico, rotundamente no, ya que la evolución de la farmacopea de la que disponemos ha evitado esa situación. Pero sí son necesarios más dispositivos intermedios para facilitar el tratamiento a medio y largo plazo a determinados grupos de personas. En este aspecto echo en falta una mayor disponibilidad de recursos y una mayor eficacia de los programas ofrecidos. Otro aspecto imperdonable es que la comunidad autónoma con más tasa de suicidios en España carezca de un plan preventivo para tratar de mejorar dicha situación.
-¿Están en la calle personas con enfermedad mental que requerirían estar internadas de alguna manera?
-Pienso que cada vez menos, pero sin duda sí. Hay que señalar que las familias ejercen una importante ayuda para facilitar el tratamiento a nivel ambulatorio de nuestros pacientes. Pero las familias envejecen, y muchas veces se ven desbordadas y se generan situaciones límite.
-¿En qué enfermedades mentales han avanzado más los tratamientos?
-En la década de los 80 y 90 del siglo pasado hubo importantísimos avances tanto en el campo de los antidepresivos como de los antipsicóticos, que sin duda mejoraron muchísimo nuestra capacidad de tratamiento. Actualmente, existe un parón en nuestra especialidad y se trabaja sobre todo en mejorar formulas galénicas o variantes de las moléculas ya existentes. Creo que es necesario un empuje y un cambio de paradigma en la investigación de fármacos en psiquiatría. Todo fármaco que pueda aportar algo a los pacientes debería estar fácilmente disponible en todos los niveles de la atención pública, y nuestra obligación es hacer un uso racional de los mismos.
-¿Y en cuáles se ha avanzado menos?
-Quizá en los trastornos de la personalidad y, sin duda, en los comportamientos suicidas. En este último terreno tenemos depositadas muchas esperanza en un nuevo fármaco, la esketamina, con el cual va a comenzar en breve un ensayo clínico para ver su potencialidad en pacientes depresivos.
-¿Un sueño que le gustaría ver cumplido como psiquiatra?
-A corto plazo, lo primero un mayor compromiso por parte de la Administración. En la Conferencia Interministerial de Helsinki de 2005 se aprobó destinar un 10 por ciento de recursos a salud mental y nuestro país lo firmó. En Asturias debemos de estar en torno al 4 por ciento. Así es difícil mejorar. Segundo, más afición por parte de los más jóvenes, que los tenemos y muy buenos, a la integración en su quehacer diario de investigación y docencia, y no sólo clínica. Tenemos todas las posibilidades para tener una escuela de psiquiatras tan buena como de futbolistas tienen en Valdebebas o la Masía. Aprovechémosla y seguiremos en la primera división de la psiquiatría española.
-¿Uno más?
-Comprensión por parte de los pacientes, ya que, como en el resto de las especialidades médicas, y muy a pesar nuestro, aproximadamente un tercio de los casos no responden adecuadamente a los tratamientos habituales
-¿Qué supone para usted la acreditación como catedrática?
-En primer lugar, un paso más en mi carrera como profesional y, sobre todo, mucha satisfacción por la recompensa al esfuerzo realizado, orgullo ante la situación que la psiquiatría asturiana ocupa en nuestro país y agradecimiento a todos los que me rodean, tanto en el entorno profesional como personal y familiar. Y a los pacientes, de los que todos los días se aprenden cosas. Hoy día es imposible llegar a esta situación sin el apoyo de un equipo de élite.
-Tres mujeres catedráticas de psiquiatría, y dos de ellas asturianas. ¿Qué significa?
-Un orgullo del que sin duda es muy responsable el profesor Julio Bobes. Espero que no le parezca mal lo que voy a decir, pero me gustaría que como Don Melitón del brazo de una morena y una rubia, repartiera y presumiera de psiquiatría y asturianía por toda España. Sin duda, significa que, a pesar de ser pocos, se está trabajando muy bien en Asturias y que tenemos buenos genes.
-Asturias es una de las comunidades autónomas con más consumo de medicamentos para enfermedades psiquiátricas. ¿Estamos haciendo algo mal?
-El uso de medicamentos cuando es necesario y se hace de modo adecuado es una práctica clínica adecuada. El problema surge cuando se banaliza la demanda y se utilizan tratamientos para situaciones que no son enfermedad. Por otra parte, la banalización del uso de fármacos ansiolíticos e hipnóticos debería ser abordada de algún modo. En muchas ocasiones se empiezan a usar pensando que son fármacos inocuos y, a la larga, no tienen efectos curativos, sino de alivio inmediato, y generan importantes situaciones de dependencia.
-¿Convertimos en enfermedades contratiempos de la vida cotidiana?
-Enlazando con la pregunta previa, creo que, desafortunadamente, se están psiquiatrizando muchas situaciones que no son trastornos mentales, sino contratiempos que surgen en la senda vital de las personas. Estamos viviendo una época en la que la sociedad es muy hedonista y creo que tiene menos resiliencia, menos recursos para afrontar muchas circunstancias que no son enfermedad. Eso genera, por una parte, una sobrecarga muy importante de los servicios de atención especializada, que resta capacidad de atención a las personas con trastorno mental grave y, además, puede propiciar un uso inadecuado de los tratamientos.
-Usted ha afirmado en alguna ocasión que a los psiquiatras de la red de salud mental llegan patologías menores que podrían ser tratadas en atención primaria. ¿Cuál debería ser la pauta?
-Existe una cartera de servicios que establece claramente qué patologías deberían tratarse en cada uno de los niveles de atención y que, además, clarifica en qué situaciones deben derivarse a un nivel especializado de atención. Desde aquí aprovecho para animar al doctor José Ángel Arbesú, actual coordinador de los servicios de Salud Mental de Asturias, a que trabaje activamente para mejorar esta situación.
-¿Qué es lo mejor y lo peor de la red psiquiátrica regional?
-Lo mejor, los profesionales que trabajan en ella, que sin duda tratan de dar todo lo que pueden en su quehacer diario. Lo peor, los pocos medios y la falta de evaluación y estructuración de algunos de los recursos que existen, que creo que podrían dar mucho más de sí. Entiendo que también habría que impulsar, facilitar y mejorar el afán investigador, sobre todo entre los más jóvenes.
-¿Es suficiente la dotación de camas en los hospitales?
-Rotundamente no, sobre todo en algunas áreas sanitarias, como Oviedo, que contando con un hospital de referencia regional, como es el HUCA, es el área peor dotada en ese sentido. Esto facilita situaciones de puerta giratoria en nuestros pacientes y dificulta su adecuada atención.
-¿Y de equipamientos para enfermos graves?
-Podrían implementarse más y, sobre todo, los que existen deberían funcionar de un modo más eficiente. Nos falta mucho que aprender del resto de la medicina, que establece modelos de estadiaje para las enfermedades y aplica tratamientos específicos según el nivel de gravedad y necesidades. Estamos trabajando activamente en ello, pero aún no hay no hay datos definitivos. Creo que el grupo más desamparado es justo aquel donde deberían emplearse todos los esfuerzos posibles, ya que es donde habría más posibilidades de mejorar su funcionalidad: hablo de las personas más jóvenes que inician un trastorno mental grave.
-¿Hay motivos, aunque sean menores, para echar de menos el antiguo Hospital Psiquiátrico?
-En la concepción clásica de Hospital Psiquiátrico, rotundamente no, ya que la evolución de la farmacopea de la que disponemos ha evitado esa situación. Pero sí son necesarios más dispositivos intermedios para facilitar el tratamiento a medio y largo plazo a determinados grupos de personas. En este aspecto echo en falta una mayor disponibilidad de recursos y una mayor eficacia de los programas ofrecidos. Otro aspecto imperdonable es que la comunidad autónoma con más tasa de suicidios en España carezca de un plan preventivo para tratar de mejorar dicha situación.
-¿Están en la calle personas con enfermedad mental que requerirían estar internadas de alguna manera?
-Pienso que cada vez menos, pero sin duda sí. Hay que señalar que las familias ejercen una importante ayuda para facilitar el tratamiento a nivel ambulatorio de nuestros pacientes. Pero las familias envejecen, y muchas veces se ven desbordadas y se generan situaciones límite.
-¿En qué enfermedades mentales han avanzado más los tratamientos?
-En la década de los 80 y 90 del siglo pasado hubo importantísimos avances tanto en el campo de los antidepresivos como de los antipsicóticos, que sin duda mejoraron muchísimo nuestra capacidad de tratamiento. Actualmente, existe un parón en nuestra especialidad y se trabaja sobre todo en mejorar formulas galénicas o variantes de las moléculas ya existentes. Creo que es necesario un empuje y un cambio de paradigma en la investigación de fármacos en psiquiatría. Todo fármaco que pueda aportar algo a los pacientes debería estar fácilmente disponible en todos los niveles de la atención pública, y nuestra obligación es hacer un uso racional de los mismos.
-¿Y en cuáles se ha avanzado menos?
-Quizá en los trastornos de la personalidad y, sin duda, en los comportamientos suicidas. En este último terreno tenemos depositadas muchas esperanza en un nuevo fármaco, la esketamina, con el cual va a comenzar en breve un ensayo clínico para ver su potencialidad en pacientes depresivos.
-¿Un sueño que le gustaría ver cumplido como psiquiatra?
-A corto plazo, lo primero un mayor compromiso por parte de la Administración. En la Conferencia Interministerial de Helsinki de 2005 se aprobó destinar un 10 por ciento de recursos a salud mental y nuestro país lo firmó. En Asturias debemos de estar en torno al 4 por ciento. Así es difícil mejorar. Segundo, más afición por parte de los más jóvenes, que los tenemos y muy buenos, a la integración en su quehacer diario de investigación y docencia, y no sólo clínica. Tenemos todas las posibilidades para tener una escuela de psiquiatras tan buena como de futbolistas tienen en Valdebebas o la Masía. Aprovechémosla y seguiremos en la primera división de la psiquiatría española.
-¿Uno más?
-Comprensión por parte de los pacientes, ya que, como en el resto de las especialidades médicas, y muy a pesar nuestro, aproximadamente un tercio de los casos no responden adecuadamente a los tratamientos habituales
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