AZUQUECA Y LOS CARPETANOS.
Todos estos pueblos por motivos políticos, nacionalistas, comerciales, históricos han sabido perpetuarse en la historia , hoy día es imposible visitar Asturias sin ver por todos lados reminiscencias de sus guerreros y pueblos cántabros, cuidadas reconstrucciones y hermosas mini museos por doquier donde por un módico precio te explican quienes eran como vivían, quien no a comparados galletas con la figura de un guerrero Astur.
Por desgracia nuestra Campiña Carpetana no goza de esa cultura político comercial histórica, aquí se pasa olímpicamente de galletas carpetanas o museos históricos donde se explique como eran como vivían...bueno por no preocuparse ni se preocupan de que un camino histórico como el de la Barca tenga un paso al menos peatonal desde Azuqueca hacia nuestro olvidado y acogedor Rio Henares, lleno de historia mientras cabras y ovejas y algún tractor gozan de sus pasos elevados muy cerquita (Meco), aquí no hay voluntad por no tener no tenemos ni una triste carta Arqueológica que sirva al menos para salvaguardar las mas que posibles bellezas escondidas en estas nuestras tierras azudenses carpetanas.
En fin, sirva esta modesta recopilación para que alguien entienda que el pueblo que no recuerda su historia, que no pone en valor y magnifica su pasado no tiene raíces y que todo no va a ser entretener a nuestra juventud para arraigarla...
Espero que esta modesta aportación aliente vuestra curiosidad. Eduardo.
CARPETANOS:
En idioma púnico, "kartp" significa ciudad amurallada, y los kartp-etanos serían los que habitan taludes, cuestas o escarpes, algo lógico ya que precisamente la mayoría de ciudades carpetanas estaban situadas en escarpes, es decir, cortados del terreno de difícil acceso pero fácil defensa.
Por ello, como los definió Dionisio Urbina, los carpetanos vendrían a significar el "pueblo, etnia o nación de los escarpes". Los carpetanos vivieron desde la Edad de Bronce hasta los primeros siglos de nuestra era.
Mapa de los pueblos prerromanos en la meseta sur, junto a los itinerarios de Antonino / José Manuel Sanz
SOCIEDAD
Mucho se ha debatido sobre si los carpetanos eran un pueblo íbero o celtíbero. Según nos refiere Diego Salvador en su obra, tienen grandes influencias de ambas zonas, encontrándose en la multitud de yacimientos excavados tanto elementos claramente ibéricos, procedentes de las zonas del levante peninsular (como las cerámicas a torno), elementos procedentes del área celtibérica (como las cerámicas negras bruñidas) y otros elementos específica e inequívocamente carpetanos (cerámicas jaspeadas, principalmente). Esto nos lleva a situar a los carpetanos como un pueblo celtíbero pero con cierto grado de iberización.
La mayoría de sus poblados eran oppidum, es decir, colinas, escarpes o pequeñas mesetas reforzadas con baluartes, aunque también hubo algunos asentamientos de vega según fue avanzando la romanización. Su organización jerárquica al parecer era similar a la de otros pueblos peninsulares, donde un régulo (rey o caudillo) dominaba el territorio y comandaba el ejército a nivel militar, y un consejo de ancianos regía los destinos del pueblo, aunque las ciudades carpetanas eran realmente ciudades-estado en su época primitiva. Conocemos los nombres de los régulos carpetanos Thurro e Hilerno, de los que nos ocuparemos más adelante.
ECONOMÍA
Entre los recursos naturales de la región carpetana siempre descolló la sal, vinculada a la conservación de carnes. La elevada concentración salina de la geología carpetana permitió desde antiguo su utilización, almacenándose en silos dentro de las ciudadelas amuralladas. La sal era un bien que se protegía militarmente, debido a su importancia vital para los intercambios comerciales con otros pueblos. La alfarería también era una de las ocupaciones de los carpetanos, con hornos tan interesantes como el de la Alberquilla (Santa María de Benquerencia, Toledo). Los muros de las cámaras de combustión se construyeron con arcilla innífuga o refractaria, para producir la cerámica jaspeada, técnica (la del jaspeado) característica de la cultura carpetana. Se trataba de una decoración que imitaba la madera, obtenida a partir del subterfugio de aplicar un englobe de tono marrón-rojizo a la superficie de la pieza de cerámica.
Asimismo, la economía carpetana estaba centrada en una agricultura cerealista de secano, lo que se deduce de datos polínicos y restos putrefactos de cebada obtenidos del registro arqueológico. El grano se almacenaba en silos circulares, como los presentes en el yacimiento de Fuente el Saz de Jarama (Madrid). Los carpetanos también eran ganaderos, aunque en menor medida. Poseían sobre todo cabañas de ovejas y cabras, y practicaban la trashumancia, siendo el ganado vacuno y porcino mucho más reducido, lo que se deduce de que en la mayoría de poblados carpetanos se han encontrado restos de ovicápridos en abundancia.
En cuanto a los aspectos mineros, estas gentes explotaron las vetas de cobre y estaño de la zona de Uscelia (Uceda). Sin embargo, no se ha documentado ninguna mina de hierro en la Carpetania, lo que induce a pensar que el metal para las armas y otros utensilios podría ser importado de otros pueblos peninsulares. Por último, los carpetanos también tenían una incipiente artesanía textil, a tenor de las pesas de telar y fusayolas halladas en los poblados excavados, y asociadas con el sexo femenino, que probablemente se ocuparía de estas labores textiles y de curtido de pieles.
Moneda carpetana del siglo II A.C, acuñada en Contrebia Cárbica. A la izquierda, cabeza viril con la leyenda "Karbika".
A la derecha, jinete con lanza, con la leyenda
"Konterbia"
En cuanto a la acuñación de moneda, la Carpetania poseía cecas propias, como Complutum o Contrebia Cárbica, la Contrebia de los carpetanos. En Hispania había tres ciudades llamadas así: Contrebia Leucade (ciudad de los pelendones, en La Rioja), Contrebia Belaisca (ciudad de los Belos, en Zaragoza) y Contrebia Cárbica (la Contrebia de los carpetanos, en Cuenca). La palabra "Contrebia" en celtíbero significaría ciudad o poblado, y los topónimos Belaisca y Cárbica hacen referencia, también en celtíbero, a los pueblos que las ocupaban (belos y carpetanos).
GASTRONOMÍA
Los carpetanos llevaban una alimentación característica de una agricultura cerealista de secano, donde predominaba el trigo frente a semillas como la cebada y la avena, mucho más minoritarias. En cuanto a las especias, el comino de la Carpetania aparece en los textos romanos ensalzado como de excelente calidad. También empleaban los carpetanos la bellota procedente de la encina, árbol característico del solar castellano, con la que elaboraban cerveza y pan. El pan, alimento básico, se obtenía de la bellota en época de malas cosechas, moliéndola y panificando la pasta resultante.
ARQUITECTURA CIVIL
La planta de la vivienda carpetana era típicamente celtibérica: de planta rectangular, con subdivisiones internas en 3 habitaciones: vestíbulo, habitación principal (que hacía las veces de salón-dormitorio) y almacén. Las viviendas constaban de un zócalo inferior de dos hiladas de piedra unidas entre sí con arcilla (para aislar la pared de la humedad) sobre el que se recrecía el paramento de adobe o tapial, según los casos. La estructura para sujetar la techumbre se disponía con vigas de madera, siendo el tejado a una vertiente (si la vivienda estaba anexa a la muralla) o a dos aguas en caso contrario. La madera de la estructura del tejado era de pino, quejigo o enebro.
El material de cubierta eran tablas sobre las que se disponían ramas y barro. El pavimento de la vivienda carpetana consistía en tierra apisonada. Las viviendas se disponían en manzanas rectangulares, aunque cuando estaban próximas a las murallas de la ciudadela se adosaban a éstas, tomando la propia muralla como pared posterior y edificando los tres lienzos restantes.
ARQUITECTURA MILITAR
Las fortificaciones carpetanas eran de piedra con aparejo irregular. Como se atestigua en el yacimiento de Villatobas (Toledo), las murallas eran de 1,2 m de ancho, con bloques de gran tamaño en la base, formando dos paredes paralelas de piedra, cuyo interior se rellenaba con guijarros, cascotes de piedra y tierra compactada para amortiguar los impactos. Los torreones de las ciudadelas carpetanas eran el punto fuerte: semicirculares, con dos paredes de piedra caliza y arenisca unidas en seco, separadas 5,5 m, con el interior relleno de los mismos materiales que el paramento de las murallas. Al pie de los torreones y murallas se disponía el foso, de entre 5 y 7 m de anchura y hasta 4 m de profundidad.
EJÉRCITO
Las milicias carpetanas solían ser principalmente de infantería, aunque es de suponer que, como el resto de pueblos ibéricos, también se haría uso de la caballería en ocasiones. El soldado de infantería carpetano vestía ropajes negros u oscuros de lana, cubiertos por el sagum (de donde deriva la palabra castellana sayo), que era una especie de manto rectangular de lana que no pasaba de las rodillas y se ponía encima de los demás vestidos ajustándose por medio de un broche. El sagum celtibérico era una prenda fundamental para soportar los terribles inviernos mesetarios, y fue rápidamente copiada por los legionarios romanos, no acostumbrados a soportar el clima. Incluso Publio Cornelio Escipión Emiliano solicitó como rescate en una de sus victorias el pago en miles de sagum, durante las Guerras Celtíberas. En las extremidades inferiores, el soldado carpetano se cubría las piernas con espinilleras de piel arrolladas y atadas.
También portaban un casco de bronce adornado de una gran cresta de color rojo. Como armas de mano los carpetanos llevaban falcatas (evidente influencia de la cultura ibérica meridional), así como puñales cortos (influencia de la cultura celtíbera septentrional) y lanzas.
Los autores sitúan la frontera entre los celtas de Iberia y los habitantes del país de los escarpes en la provincia de Guadalajara. Se mantuvo estable desde la fase final de estas culturas hasta su integración en Roma (entre los siglos III y I a. c.). Muchos enclaves celtíberos y carpetanos tienen su origen a finales de la Edad de Bronce y casi todos en la I Edad del Hierro. Las diferencias entre los oppidas carpetanos y los castros celtibéricos estriban en el tamaño y la presencia-ausencia de estructuras defensivas (fosos y/o murallas). Los celtiberos, situados en los valles del Jarama, Henares, Tajo y Tajuña, donde el clima es más benigno y la tierra es fértil, se dedicaban a la agricultura.
Los carpetanos se centraron en la explotación ganadera, por lo extremo del clima y la naturaleza pobre del suelo. Tenían defensas monumentales, mientras los celtiberos estaban ubicados en llanuras amesetadas, con fácil acceso por alguno de sus flancos, y sin estructuras defensivas.
Los romanos encontraron la frontera ya establecida y la mantuvieron, como se observa en Complutum. Su territorio por el noroeste coincide con el límite entre celtíberos y carpetanos. Y casualmente coincide con la linde entre Campiña y Sierra Norte, por donde cabalga La Ribera.
El yacimiento arqueológico del Llano de la Horca, declarado como Bien de Interés Cultural (BIC) por la Comunidad de Madrid, representa el principal atractivo turístico de Santorcaz. Los restos carpetanos hallados allí convierten al municipio, según algunos expertos, en el más antiguo de Madrid. La población debe su nombre a la devoción local por san Torcuato, santo al que está dedicada también la iglesia principal del municipio ( siglo XIII), que sobresale por su torre y cabecera mudéjares y por su fachada. Las calles de Santorcaz se convirtieron en los años 70 en el escenario del rodaje de la serie "Crónicas de un pueblo”, dirigida por Antonio Mercero que fue emitida por Televisión Española, cadena a la que el municipio, en agradecimiento, le dio una calle.
También en Torres de la Alameda se han conservado importantes vestigios arqueológicos, que datan del período de romanización. El municipio atesora también una curiosidad poco conocida: una de de las mejores copias de la Sabana Santa de Turín. El lienzo, exhibido en la ermita de la Soledad desde el siglo XVIII, fue santificado por contacto con la original en Turín en 1620 y se encuentra en buen estado de conservación.
El último titular de la Corona del Imperio Bizantino, Andrés Paleólogo, vendió su título imperial a Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla antes de su muerte en 1502. Sin embargo, no se tiene constancia de que ningún monarca español haya usado los títulos imperiales bizantinos, que convierten al rey de España en legítimo emperador de Roma.
Aun así, podría reclamarlo, aunque pocos o nadie lo reconocería.
El municipio aspira a convertirse en referente arqueológico
Convertir Marchamalo en el referente de restos arqueológicos del Corredor del Henares es el objetivo del grupo municipal de Izquierda Unida.
Ayer, el concejal del grupo municipal de Izquierda Unida, Ricardo de Diego, llevó por segunda vez a pleno una moción para poner en marcha diferentes medidas en este sentido, después de haber incorporado varias modificaciones propuestas por PP y PSOE. Ante los hallazgos de restos arqueológicos que se vienen descubriendo últimamente en toda la zona del Corredor, desde Azuqueca de Henares hasta Humanes y ante la evidencia de restos arqueológicos también en Marchamalo, conocidos del saber popular, y de las cartas arqueológicas en lugares emblemáticos de nuestro término, como El Tesoro, y otros parajes del municipio, como La Iglesia, también conocido como San Martín, De Diego solicitó la creación de un aula arqueológica e histórica del Corredor, como ya ocurre en otros municipios de la provincia como Hita, Molina de Aragón o Herrería. Para ello, el portavoz de IU apuntó la necesida de buscar financiación pública tanto de la Junta como de la Diputación, así como de patrocinadores privados como empresas y entidades financieras.
Financiación
En el plan, que fue aprobado por los tres grupos, se hizo hincapié en el tema económico, solicitando el alcalde, Rafael Esteban, que el punto de la financiación fuese el referente inicial. Asimismo, también se condicionó a la cesión de los restos arqueológicos por la Junta de Comunidades, ya que la ley obliga a que estén en el museo arqueológico provincial, recordó el regidor.
Dentro de este amplio tema, el objeto de esta exposición
no es más que intentar ofrecer toda la
información posible acerca del tramo entre
Complutum y Segontia, etapa perteneciente a la
vía encargada de comunicar Emerita Augusta
(Mérida) con Caesar Augusta (Zaragoza).
Si tomamos un mapa de Hispania en época imperial
con sus trazados de vías observaremos rápidamente
que la mayoría de estas se encontraban
situadas en las costas, recorriendo las principales
urbes costeras y uniéndolas entre sí. Este tipo de
calzadas serian denominadas como Viae Publicae,
es decir, vías que comunicaban ciudades principales
y estaban a cargo del Estado.
La vía Augusta o Heraclea unía la mismísima capital
del imperio, Roma, con la otra punta del mismo,
de forma literal, Gades, el recorrido de esta queda
bien explicado de forma detallada en los famosos
Vasos de Vicarello, pasando por todo la costa mediterránea
peninsular. La Vía de la Plata se trazaba
entre Emerita Augusta y Asturica Augusta,
uniendo la provincia de Sur a Norte. Otra vía importante
sería la del norte, recorriendo la etapa
comprendida entre Astorga y Tarragona, atravesando
ciudades importantes como Clunia,
Numantia o Caesar Augusta. Todas estas vías se
unirían en diferentes puntos entre si para de esta
manera poder acceder a todos los puntos de la
provincia Hispana.
Aún así si nos fijamos en el mapa resultante del
recorrido de estas vías nos daremos cuenta que el
interior peninsular quedaría supuestamente incomunicado.
Pero el "Itinerario de Antonino" nos habla de una
vía4 muy importante que atravesaba de suroeste a
noreste la Península, partiendo de Emerita
Augusta y llegando hasta Caesar Augusta.
Recorrería numerosos puntos siempre siguiendo
una técnica constructiva muy depurada, saltando
los impedimentos orográficos que ofrece la geografía
peninsular. Esta calzada estaría dentro del
grupo de las vías principales ya que une dos de
las principales ciudades romanas hispanas.
Al llegar a la etapa Complutum-Segontia, tras pasar
por diferentes zonas, tomaba el corredor del
Henares como paraje natural que ofrece una forma
sencilla de paso y así facilitar el tránsito. Aquí el
principal guía del camino es el Río Henares.
Podemos observar cómo los romanos eran verdaderos
ingenieros de caminos, no solo tenían una
desarrollada técnica constructiva sino que también
sabían aprovechar los pasos naturales que les
eran ofrecidos.
Entre las dos mansiones Complutum y Segontia,
la vía tomaría el Río Henares como recorrido y seguiría
su trazado a lo largo del Valle5, como explica
topográficamente Abascal Palazón en su libro
sobre las vías de comunicación romanas en la provincia
de Guadalajara, intentando ofrecer una hipotética
visión del paso de esta calzada por tierras
alcarreñas.
El camino en esta zona toma un perfil longitudinal,
ofreciendo una capacidad portante con lo cual
estaríamos ante una calzada de rodadura, que facilitaría
el paso de mercancías. Lo cuál queda
comprobado al aparecer materiales procedentes
de otros lugares del Imperio en el centro peninsular,
tales como cerámicas o mármoles exóticos.
En la primera etapa del tramo, nos encontramos
con la mansión de Complutum. Algunos autores
explican al estudiar más detenidamente el
Itinerario de Antonino, que esta mansión está
escrita en caso acusativo concluyendo que
Complutum estaría cerca del paso de la calzada6.
Una realidad es que en el siglo III d.C., la ciudad
de Complutum se trasladó desde el Cerro del Viso
a su localización actual, más cerca del propio Río
Henares, y si tomamos las indicaciones dadas por
Abascal, sobre la situación y paso de la calzada
por Complutum, más los miliarios encontrados7,
podríamos llegar a pensar de que realmente la vía
llego a pasar por Complutum, además contamos
con varios datos arqueológicos que demuestran el
paso de ésta cerca de la ciudad.
El cambio de localización de la misma podríamos
achacarlo a un interés económico más que geográfico,
ya que la nueva zona de expansión elegida
añade un problema de agua, es decir, a menos
nº 3, diciembre 2006 El Nuevo Miliario 81
de un metro bajo el suelo se encuentra agua, entonces
¿porqué este traslado desde una zona con
un suelo mejor para poder construir? Posiblemente
por la causa anteriormente mencionada, un interés
económico, ya que al situarse en un cruce de caminos
y en el paso de una vía importante como lo
era esta, se diera el empujón necesario para que
Complutum se desarrollara como urbe importante
dentro de Hispania y dentro del Imperio, así como
una forma de dar salida, más fácilmente a sus productos
comerciales.
A partir de Complutum y saliendo de la ciudad por
el antiguo Camino de los Afligidos, de época visigoda,
la vía continuaría paralela al curso del río
Henares, recorriendo numerosos enclaves hasta
llegar a la siguiente mansión mencionada por
Antonino, Arriaca.
A lo largo de este trazado intermedio, numerosos
vestigios arqueológicos nos demuestran el paso de
la calzada, a la altura de Azuqueca de Henares, ya
en la provincia de Guadalajara, se encontraron y se
excavaron dos villas romanas, las dos con una cronología
del siglo II d.C. pero en diferentes enclaves
geográficos. Una de ellas en el polígono industrial
Comendador, situada paralelamente al recorrido del
ferrocarril (Madrid-Barcelona)8. Se encontraron varias
estancias construidas con muros así como varios
materiales, entre ellos cabe destacar unos fragmentos
de terra sigillata hispánica, cuyo estudio podría
confirmar la relación con los alfares riojanos9, cuyas
producciones llegaron a casi toda la Península
Ibérica, incluyendo el corredor del Henares, lo que
muestra un factor importante para demostrar la importancia
de esta calzada a nivel comercial y econó-
mico.
La otra cercana al río Henares y dentro de la propiedad
privada de la Finca Acequilla, perteneciente
al Marqués del Valle de la Colina10. Aquí, aparte
de vestigios que demuestran la existencia de una
villa romana, se encontraron varios elementos de
acepción visigoda pertenecientes a varios ajuares
funerarios.
Cabe mencionar, que en la actualidad a tres kiló-
metros de Azuqueca de Henares, en el pueblo de
Alovera, se están realizando trabajos arqueológicos,
dando en primera instancia unos resultados
que hacen pensar en procedencia romana11.
Situados en una zona cercana a las vías del ferrocarril
y dentro del marco territorial de las villas romanas
encontradas en Azuqueca de Henares,
mencionadas anteriormente. Además de numerosos
asentamientos que han ido apareciendo según
se va industrializando el corredor.
Esto plantea la hipótesis de que en la etapa entre
Complutum y la siguiente mansión Arriaca, existía
una amplia densidad poblacional demostrada con
los últimos descubrimientos realizados, llegando a
la conclusión de un yacimiento romano cada 2’5
kilómetros en esta zona12.
El trazado verdadero de la vía en esta zona es
bastante desconocido, aunque se encontraría
posiblemente en el camino central que dejan
estas villas y asentamientos, en el recorrido actual
de la carretera Nacional II, que transcurre dirección
Madrid -Barcelona.
Siguiendo el camino marcado en el itinerario de
Antonino, la siguiente parada sería Arriaca.
Identificada por algunos autores con la actual
Guadalajara, aunque algunos restos encontrados
hace pensar que su verdadero emplazamiento se
encontraría en el triangulo formado por las poblaciones
de Usanos, Marchamalo y Fontanar. A partir
de esta zona, la vía seguiría el cauce del río
Henares hasta llegar a Caesada, en la actualidad
perteneciente al municipio de Espinosa de
Henares, donde en 1980 hubo una excavación con
resultados que demuestran la existencia romana
en la zona, además el perímetro urbano de dicho
yacimiento coincide con las 46 millas mencionadas
por Antonino desde Complutum13.
El camino desde Caesada hasta Segontia
El sector Complutum - Segontia de la vía Emerita
Augusta - Caesar Augusta, según Roldán.
82 El Nuevo Miliario nº 3, diciembre 2006
(Sigüenza), parece bastante incierto, ya que continuaría
por el margen del Río Henares, hecho bastante
complicado por la geografía de la zona. Llegaría
hasta el pueblo de Matillas y abandonaría el Río
Henares para continuar por el Río Dulce, exactamente
por el margen derecho del mismo, seguidamente
seguiría su trazado por un camino paralelo o cercano
a la carretera entre Mandayona y Sigüenza, así hasta
llegar a Segontia14.
En realidad no se ha encontrado ningún camino o
prueba que demuestre la existencia del paso de
esta vía por la zona. Con lo cual cualquier afirmación
acerca del trazado original del paso de la calzada
entre Arriaca y Segontia parece bastante
aventurada e hipotética, solo se pueden realizar
suposiciones por el momento.
En cambio si que se han encontrado pruebas epigráficas
que documentan el paso de personas por
la zona. Estas pruebas son inscripciones funerarias
encontradas a lo largo de la etapa explicada,
estos personajes fallecidos a su paso por las diferentes
zonas de la calzada se caracterizan porque
en su lápida se especificó su lugar de origen.
Por ejemplo, en la fachada de la Catedral
Magistral de Alcalá de Henares se encontraron
varías lápidas funerarias romanas, datadas alrededor
del siglo II d.C. Entre ellas destacan:
a) [Va]lerius / [Vale]rianus / Segontinus / annor(um)
XXII / h(ic) s(itus) e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis)15
En este caso estamos ante un Segontinus, un
topónimo inusual, ya que solo existen dos inscripciones
más, una encontrada en Tarraco16 y otra
en Azuqueca de Henares17 (Guadalajara). Este
topónimo normalmente se identifica con la actual
Sigüenza, en este caso es una solución factible ya
que según el Itinerario de Antonino Segontia se
encontraba a 63 millas de Complutum, coincidiendo
con la localidad de Sigüenza, pero no hay que
olvidar que Ptolomeo, Plinio y Estrabón sitúan el
mismo topónimo entre los arévacos, en la rivera
del Duero. Si fuera así, Segontia no dependería
del conventus caesaraugustanus sino de Clunia.
b) D(is) M(anibus)/ Corelli(o) / Saturnino /
ann(orum) XXX/ Corell[i]us / limicus fra/tri piissimo
/ s(it) t(ibi) t(erra) l(evis) 18
Aquí nos encontramos ante un limicus, topónimo
que pasa a engrosar la larga lista de foráneos que
a
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