Las
protestas de la Asociación Castillo de Galve y de la asociación Buen
Valle de Retiendas sobre Bonaval no han cejado después del cambio de
gobierno en CLM. // Foto: Enrique Palacio
Por Raquel Gamo
Fuente "El hexágono"
A propósito de la lucha de la Plataforma en Defensa de la Sanidad
Pública de Guadalajara, los periodistas Rubén Madrid y Raúl Conde
destacaron el martes en la
tertulia de SER Guadalajara el
ejemplo de independencia política de muchas asociaciones que fueron
tachadas de submarinos del PSOE en Castilla La Mancha por el anterior
Gobierno regional.
Me parece oportuna y acertada hacer esta reflexión. La
estigmatización de colectivos en muchos ámbitos (educación, sanidad,
bienestar social, dependencia, patrimonio, cultura) que se manifestaron
en contra de los graves recortes asestados por el PP fue una constante
en Castilla La Mancha. Cospedal y sus adláteres no ahorraron epítetos a
la hora de descalificar al conjunto de asociaciones y plataformas que
alzaron la voz para protestar por cosas tan sensatas y alejadas, en
principio, de la reyerta política como el hachazo a la dependencia, el
cierre de un teatro, la parálisis en la construcción de un hospital o la
rehabilitación de un monumento.
Sin embargo, ha bastado poco más de un año de ejercicio del Gobierno
de García Page, apoyado por Podemos, para comprobar de nuevo la absoluta
autonomía y el escrupuloso celo con el que bregan estos colectivos al
margen del color político de la Junta o del resto de las
administraciones locales. Podemos repasar con más detalle algunos de
estos casos.
Desde
que arrancó la legislatura, las fricciones han sido constantes entre la
Junta y el colectivo de la dependencia. En la foto, la consejera de
Bienestar Social, Aurelia Sánchez (izq.) y la responsable de la
plataforma en defensa de la dependencia en CLM, Aurelia Jerez. // Foto: CLM.24
En el caso de la Plataforma en Defensa de la Ley de Dependencia, su
espíritu independiente queda fuera de toda duda. Durante la tóxica era
Cospedal, quien se propuso con ensañamiento laminar la dependencia en la
región, esta plataforma se concentró en combatir los recortes
indiscriminados que dejaron fuera del sistema a 14.000 personas
dependientes y a luchar para que la normativa de 2013 fuera anulada por
la justicia. Un objetivo que se cumplió en 2015.
Pero el cambio de gobierno y la incipiente etapa de García-Page no
han estado exentos de conflictos en esta materia. De hecho, en mayo de
este año, la plataforma reclamaba a la Consejería de Bienestar Social un
cambio de rumbo en sus políticas para dependientes. Llegaron a advertir
incluso de que el ritmo de pérdida de ayudas económicas para este
colectivo era mayor que durante el gobierno del PP y amenazaron a Page
con movilizaciones. Esta incansable actitud demuestra, pues, que la
prioridad de la plataforma es defender los derechos de los dependientes.
Gobierne quien gobierne.
La sanidad fue otro de los sectores más golpeados por el austericidio
practicado entre 2011 y 2015. El alarmante incremento de las listas de
espera, la paralización de las obras de ampliación del hospital de
Guadalajara, el intento de eliminación de las urgencias rurales o la
frustrada renovación del convenio sanitario con la Comunidad de Madrid
fueron algunas de las tropelías de aquella etapa, y que causaron graves
perjuicios a los pacientes de la región.
15.000
personas ya han firmado en favor de la gratuidad del párking del
Hospital de Guadalajara, gracias a la plataforma en defensa de la
sanidad pública. // Foto: Guadaqué
En respuesta a todo ello nació la Plataforma en Defensa de la Sanidad
Pública de
Guadalajara. Su misión no es otra que reivindicar una
sanidad pública, gratuita y de calidad, y permanecer vigilante para que
se corrijan todos los desmanes citados. Entre ellos se encuentra una de
sus luchas actuales: lograr que el nuevo parking del hospital alcarreño
sea 100% gratuito para los usuarios. Una causa sustentada en el
irrefutable hecho de que la calidad en la asistencia sanitara a un
paciente empieza por garantizar el acceso físico a la misma. De momento,
ya han conseguido, a través de una campaña en Change.org
alrededor de 15.000 firmas de apoyo, una participación muy
significativa para una ciudad relativamente pequeña como Guadalajara.
Así que aquí nuevamente vemos como las intenciones de esta plataforma
son de sentido común, se dirigen al bien de todos y no parecen estar
teñidas por ninguna ideología.
Otro campo en el que el asociacionismo también se ha dejado sentir en
los últimos tiempos en Guadalajara ha sido el de la cultura, tan
cercenada por las políticas de recortes, la retirada de subvenciones a
proyectos culturales e incluso el amago de clausura de centros. El
ataque a la cultura que más conmocionó a los guadalajareños fue el
intento de la Junta en 2012 para cerrar el Teatro Moderno, tras casi
veinte años ininterrumpidos siendo un icono de la actividad artística y
teatral en pleno casco de la ciudad.
Fue aquella una maniobra de desprecio hacia la cultura por parte del
Gobierno regional que levantó la indignación de los ciudadanos. Y de qué
manera. Se creó la Asociación de Amigos del Moderno para reivindicar
que éste se mantuviera activo. Y, aunque llegó a estar cerrado durante
tres años, la perseverancia de cientos de personas que se manifestaron
pacíficamente a las puertas del edificio cada domingo dio sus frutos. En
marzo de 2015, la Junta no tuvo más remedio que dar marcha atrás y
reabrir el Moderno. Algo que ha permitido no solo relanzar la oferta
cultural de la ciudad sino también dar vida al denostado casco. Un
ejemplo de cómo la unión ciudadana hace la fuerza, por encima de
etiquetas políticas.
No puedo cerrar este artículo sin referirme con cariño al incansable
esfuerzo de la Asociación Serranía por denunciar las necesidades del
medio rural ante la administración de manera cívica, divulgativa y
festiva. Un momento delicado para la Sierra fue no sólo la eliminación
de decenas de escuelas rurales, sino la amenaza por parte del Ejecutivo
popular de
cerrar las urgencias nocturnas de algunos ambulatorios. El grito
unánime de todos los serranos frenó un disparate que no hubiera hecho
más que agravar el déficit de servicios públicos de esta zona. La labor
de la Asociación Serranía sigue siendo infatigable e incisiva. Y, para
comprobarlo, les invito a escuchar el
discurso de
Fidel Paredes, su presidente, durante el último Día de la Sierra,
celebrado en Campillo el pasado 15 de octubre. El repaso general a la
clase política, incluido el Gobierno regional, fue contundente.
En todo caso, todos estos movimientos ciudadanos en torno a problemas
comunes ilustran cómo el activismo en Guadalajara no entiende de
colores políticos. Sólo entiende de propuestas, de acciones sociales y
exigencia de soluciones para mejorar la vida de la gente ante las
innumerables agresiones que la cultura y los servicios públicos han
sufrido en los últimos años, especialmente, a raíz de la crisis. Pasado
el tiempo, es justo reconocerlo y ensalzarlo.