Ni siquiera la prueba de lo absurdo de sus sospechas podrá
consolar al celoso, porque los celos son la enfermedad de la imaginación”.
Y no hay peor enfermedad de la imaginación del poderoso que
contagia a sus seguidores, incapaces de ver por si mismos, ni interés en
hacerlo fuera del guion marcado por el líder enfermo.
Va por ti que tanto me odias, y va por los que te creen en tu enfermedad.
Va por ti que tanto me odias, y va por los que te creen en tu enfermedad.
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