La privatización del norte grancanario
- PACO VEGA.
Primero
privatizaron el agua de abasto, luego el servicio de recogida de
basuras, hace poco el alumbrado público y ahora -parece ser- intentan a
hacer lo propio con los Servicios Sociales Municipales. Es un proceso
que parece imparable y ordenado por un “ente superior” en los
Ayuntamientos del norte de Gran Canaria, y que ningún alcalde,
independientemente de su signo político, sabe o puede resistirse. El
caso es que la optimización de los recursos públicos y ahorros
dinerarios que anunciaron a bombo y platillo para justificar las
mencionadas privatizaciones se han dado de bruces con la realidad
contable de cada Ayuntamiento y la realidad física de unos servicios
deteriorados o minorados. Los agujeros negros en las economías locales
dejados por la estela privatizadora se cuentan por millones de euros.
El problema radica en que los vecinos
nos hemos hecho cómplices por omisión, dejando la gestión de los
recursos públicos a cualquiera que nos alague el oído en campaña
electoral y confiamos... No fiscalizamos con atención lo que ocurre
después de depositar el voto en la urna, lo que sucede en los Plenos
municipales -muchas veces en la línea contraria a lo que prometieron-
donde realmente se cuece el futuro del municipio y de donde salen las
cuantiosas subidas de impuestos, que luego protestamos airados en la
barra de bar o en la tienda de la esquina, pero que son única y
exclusivamente consecuencia de nuestra dejadez y exceso de confianza.
Si bien es cierto que todos vamos
desbordados con nuestros asuntos cotidianos (trabajo, paro, hijos,
enfermedades, etc.), y que ellos también procuran distraernos con “el
circo” (fútbol y fiestas), mientras tanto abusan de la confianza que
hemos depositado y hacen su agosto, por incompetencia o por avaricia,
nunca por el interés general que todos pregonan a los cuatro vientos,
con privatización de servicios o con obras emblemáticas de incierto
futuro.
Si depositamos la confianza en un
político o partido es para que me resuelva satisfactoriamente los
asuntos de interés general y realice una correcta administración de los
dineros públicos. Para ello debo pedirle información, transparencia y
facilidad para la supervisión. En caso contrario ese señor no puede
repetir mandato porque le estoy dando un cheque en blanco, y luego, “a
reclamar al maestro armero”. En realidad muchos de ellos interpretan así
el voto en urna durante las elecciones, como un “cheque en blanco”, de
otra forma no se entendería la falta de transparencia en asuntos de
tremenda trascendencia para el futuro municipal, no se entendería
tampoco el oscurantismo (léase las dificultades a la retransmisión de
los plenos por los medios de comunicación). Quien nada teme nada debe
ocultar...
Lo mínimo que se debe pedir a un gestor
público es precisamente eso, transparencia, y que sea un buen gestor. Si
no sabe debe irse a su casa. Encomendar a una empresa privada los
asuntos públicos, que además de hacerlo bien tiene que ganar dinero (es
de pura lógica) es la más astuta y vieja de las mañas para hacer
negocietes con los amigos. En estos apaños los únicos que pierden son
los usuarios del servicio, los trabajadores municipales y los vecinos
que tarde o temprano tendrán que “rascarse el bolsillo” con la
correspondiente subida de impuestos a los desmanes que les vamos
permitiendo de cuando en cuando. Privatizaciones que además se hace bajo
la fórmula administrativa suavizada de “concesión administrativa”, eso
si, por 20 o 50 años...
No sé qué me resulta más desagradable de
las privatizaciones, si la falta de capacidad para gestionar lo público
por quien dijo representar el interés general de los vecinos, o las
trapisondas que muchas veces esconde esta fórmula que en nada beneficia a
quien lo paga, el pueblo.
Hay otra cosa que me resulta
especialmente desagradable, por falsa y perversa, y es que estas
decisiones sean tomadas por políticos que se hacen llamar PROGRESISTAS.
Actualizado el Domingo, 14 Agosto 2016 13:30
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