sábado, 5 de noviembre de 2016
En el odio
Sufro
estos días la enésima campaña de presión de la autodenominada izquierda
verdadera, esa formada por los portadores de la única verdad revelada, la que
ejerce de policía de la pureza de los valores, la que emite títulos oficiales
de progresismo, la que siempre está
dispuesta a llevar a la otra orilla a quien ose discutir una sola decisión
de su amadísimo líder. Esta vez es a cuento de la formación del nuevo gobierno de España que ha incluido a
Cospedal, intentando culpabilizarme a mí, y a otros tantos como yo, de que la
ex presidenta de Castilla-La Mancha sea la nueva ministra de Defensa.
Empezaré
por reconocer la poca ilusión que me hace que Cospedal sea ministra, tan poca o
menos de que Rajoy sea presidente. Menos sí, porque al sufrimiento que causó al
conjunto de ciudadanos y ciudadanas de Castilla-La Mancha con sus crueles y
sádicos recortes, he de sumar la discriminación a la que sometió a mi pueblo,
Azuqueca de Henares, y la persecución que me dispensó personalmente, ya fuera
desde sus medios de comunicación o desde sus tentáculos judiciales mintiendo
impunemente e impulsando una denuncia falsa contra mí para eliminarme como
elemento de oposición a su nefasta política. Así que sí, pocas cosas me podrían
hacer menos ilusión que ver a Cospedal en el gobierno de España.
¿Cómo,
entonces, he defendido la posición de mi partido de abstenernos para evitar
terceras elecciones a sabiendas de que esto conllevaría que Cospedal
entrase en el nuevo Gobierno? Ya he explicado en otros artículos que no era partidario
de una abstención innegociada, sino de una condicionada a que ni Rajoy, ni
Cospedal, ni otros activos del PP que han orbitado en las peores tramas de
corrupción que ha padecido nuestro país pudieran estar en primera línea. Además,
creo que el sacrificio del PSOE en beneficio del país, bien exigía un programa
de gobierno que garantizase, al menos, la derogación de la reforma laboral, la
LOMCE, la Ley Mordaza y un pacto contra la pobreza infantil. Todo esto no fue
posible porque unos pecamos de silencio por respeto a la dirección de nuestro
partido mientras otros exploraban un acuerdo imposible que incluía a opciones
que hoy quieren romper España.
Así,
finalmente había que elegir entre desbloquear la situación ahora o ir a terceras
elecciones que lejos de evitar al PP, lo reforzarían. Y tendríamos que decir
adiós a toda posibilidad de cambiar sus políticas, opción ahora viable mediante
el acuerdo de socialistas, Podemos y Ciudadanos. El PP tras ganar con más
ventaja en diciembre de 2016 no sólo pondría a Cospedal de ministra, sino que
no tendría ningún límite para hacer lo que le viniera en gana.
Acepto
de buen grado que haya quien opine que, a pesar de esta evidencia, hubiera sido
mejor preservar la pureza que ser útil a la gente que lo está pasando mal.
Acepto que hayamos podido equivocarnos en una decisión que es estratégica. Pero
no acepto lecciones morales de quienes en marzo impidieron que echásemos a
Rajoy con un gobierno progresista, tal y como reconoció Errejón. Y tampoco acepto lecciones de
quienes en julio vetaron otra vez ese posible gobierno acordado entre PSOE,
Podemos y Ciudadanos por extraños intereses que no explican. Un gobierno queapoyaban personalidades de la izquierda como Baldoví o Llamazares.
¿En qué
es mejor Convergencia, tan de derechas y tan enfangada en la corrupción como el
PP, que Ciudadanos? Una amiga se pasó toda una jornada preguntando por twitter a
militantes de IU y de Podemos cuál era la alternativa por la que ellos
apostaban. Y la mayoría de las respuestas, además de las típicas evasivas, eran
relativas a la formación de un gobierno de izquierdas. Aunque sumásemos a ERC
en ese acuerdo, partido que en unos meses declarará la independencia de
Cataluña de España y que desearía hacer caer al gobierno por su propio interés,
la suma de diputados/as ascendería a 165, y contando con otra formación
conservadora, el PNV, se llegaría a 170. ¿Dónde estaba el gobierno de
izquierdas? No había. Lo que había y Podemos bloqueaba era un gobierno
progresista con PSOE, Podemos y Ciudadanos: 188 diputados/as (se necesitan 176
a favor).
Rajoy
sigue gobernando porque Podemos ha querido que siguiera. Si PSOE y Podemos hubiéramos
sumado en diciembre de 2015 o en junio de 2016, habría sido claramente mi
opción, como lo ha sido en todas las comunidades autónomas y ayuntamientos.
Pero se necesitaba a Ciudadanos para hacerlo viable y entre eso o un gobierno
de Rajoy, Iglesias ha preferido que siguiera Rajoy. Probablemente porque sigue
la máxima atribuida a Lenin “cuanto peor, mejor”. La experiencia municipal de
Podemos no ha conseguido ningún resultado meritorio ni producir políticas
reales de cambio, como expliqué hace meses.
Así,
para no poder cumplir las expectativas, como en Grecia, asaltar los cielos
requerirá de un empeoramiento de la situación y de la eliminación de toda
alternativa de izquierdas (PSOE e IU), y eso es lo que va a buscar Iglesias y
ya ha empezado a hacer. Una idea legítima, pero que no producirá en el corto plazo
el bienestar en la sociedad ni siquiera desde su propia perspectiva.
Siempre
he entendido la política no como la autoafirmación de las ideas propias, sino
como la búsqueda de acuerdos entre las ideas propias y las ajenas. Por eso no
me avergüenza reconocer que, desde el principio, entendí los resultados del
20-D y del 26-J como mandatos imperativos de acuerdos de la ciudadanía que
debíamos resolver evitando volver a nuevas elecciones. Lo hago sabiendo que
puedo estar equivocándome, pero rechazando ser por ello menos de izquierdas ni
nada parecido.
Reconozco
que hay cosas de Podemos que me
gustan. Y estoy deseando que nos pongamos a hacer oposición al PP para
que nos
encontremos en el trabajo concreto. Creo que Podemos, como IU, tiene
cosas muy
interesantes y no los puedo considerar mis adversarios. Pero hay dos
cosas que no comparto. Por un lado la simplificación de todos los
conceptos complejos que se dan en política y la reducción a una idea
básica,
la división entre buenos y malos. Ellos buenos, el resto malos. Y toda
idea y
explicación cabe en un tuit, nada de buscar matices ni dobles lecturas a
las
cosas. Por otro lado creo que han contribuido como nadie, aunque lo
hemos hecho
todos, a hacer de las redes sociales lo que los ultras de los estadios
de
fútbol en los años 80 y 90. Mucho desahogo, mucha descalificación, menos
posicionamiento reflexivo y sosegado. Así, conozco a algunas personas
que en vivo me
parecen educadas y razonables, pero cuando cogen el móvil o el ordenador
renuncian a su carácter prudente y convierten sus perfiles sociales en
cataratas de desprecios y escarnios para los que discrepan de sus
ideas.
Ahora que me han vuelto a expulsar del Olimpo de la izquierda verdadera, la que
habitan solo unos pocos elegidos mientras no se atrevan a discrepar de la
pureza, me siento más tranquilo. Creo que podré sobrevivir intentando junto a otras
muchas personas impuras cambiar esta realidad para hacer más llevadero el mundo
en el que vivimos mientras otros, santos e inmaculados de la única izquierda
autoproclamada transitan de nuestras comunes utopías progresistas a un peligroso
y distópico bello cielo insoportable donde la felicidad consista en la
inexistencia de toda divergencia.
N.d.d:"
"(Aún así, Errejón mantiene que no fue Podemos el culpable de la repetición electoral sino el PSOE al no haber tenido la voluntad política suficiente para decidirse entre llegar a un acuerdo con el partido morado con el PP. “La no decisión nos llevó a segundas elecciones y ahora nos trae a esta situación que no es buena para nadie porque dificulta una alternativa que saque a Mariano Rajoy de La Moncloa”, ha apostillado.")
Peréz Tapias dice, y nadie se lo ha negado.
"(Seamos serios, Podemos ha cometido errores a lo largo de las
negociaciones pero el PSOE bloqueó el pacto desde el Comité Federal del
28 de diciembre", publicó el exdiputado en su perfil personal en
Twitter, un comentario que ha sido compartido por más de mil usuarios en
la red social y que se ha convertido en trending topic.
Este lunes, en el programa La Cafetera, de Fernando Berlín, el dirigente ha insistido en que fue en el Comité Federal del partido socialista donde empezaron a marcarse "las líneas de pactos que se podían seguir". "En aquel comité federal Pedro Sánchez fue sometido a presiones muy fuertes como los medios transmitieron", ha relatado. Las intervenciones dieron a entender que Podemos "era un partido independentista", "premisas falaces que se iban a convertir en un muro insalvable", reconoce Tapias. "Las condiciones que se pusieron para poder negociar eran unos obstáculos insalvables".)
Este lunes, en el programa La Cafetera, de Fernando Berlín, el dirigente ha insistido en que fue en el Comité Federal del partido socialista donde empezaron a marcarse "las líneas de pactos que se podían seguir". "En aquel comité federal Pedro Sánchez fue sometido a presiones muy fuertes como los medios transmitieron", ha relatado. Las intervenciones dieron a entender que Podemos "era un partido independentista", "premisas falaces que se iban a convertir en un muro insalvable", reconoce Tapias. "Las condiciones que se pusieron para poder negociar eran unos obstáculos insalvables".)
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