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lunes, 12 de abril de 2021

Recuerdos del 2018. Matar en nombre de Dios.

 

Artículos imperecederos, matar por su dios.

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La lista de la infamia:

En el año 1936, tras la sublevación militar, los párrocos de los pueblos tomaron mayoritariamente partido por los alzados, en quienes veían unos valedores que les iban a devolver el poder que detentaban antes de la llegada de la República. Bien sabían estos curas que el alzamiento era ilegal y que se estaba haciendo mediante el derramamiento de sangre inocente. Prácticamente en todas las localidades, falangistas y guardias civiles desleales detenían a las autoridades legales, a los dirigentes sindicales, a los obreros significados, a sus mujeres y a sus familiares, y los sometían a tratos inhumanos, golpeando, violando, robando y asesinando a muchos de ellos.
El mandato de los religiosos está bien claro para todos: su deber era detener la violencia, impedir los crímenes y acabar con la orgía de sangre que se desataba sobre la población civil, inerme e indefensa. Sin embargo, la Iglesia desoyó estos mandatos sagrados y alentó a sus párrocos a que se unieran al golpe, al que de inmediato bautizaron como Cruzada, otorgándole todas sus bendiciones.
Los curas tenían una gran autoridad moral. Allí donde se opusieron a los crímenes, éstos no se produjeron. Pero por desgracia para las víctimas, para sus familias, para los pueblos y para su propia imagen y la de la Iglesia, la gran mayoría de los curas apoyaron decididamente el alzamiento y sus procedimientos sanguinarios, y a veces no solo intelectualmente o dando su bendición a los asesinos, sino también materialmente, con las armas en la mano.
Cegada por la posibilidad de ejercer su poder sobre la sociedad entera, la Iglesia católica se dedicó a forzar la voluntad de los ciudadanos que se habían salvado de la muerte obligándolos a casarse por la iglesia, a bautizar a los hijos de los que no eran católicos cambiándoles incluso el nombre si no estaba en el santoral, a penalizar a las personas que no asistían a misa, llevando al día la relación de los que no se confesaban o no comulgaban. Daba igual que esas personas no fuesen creyentes o que profesasen otra religión. La iglesia católica reclamó para sí la obediencia debida de todos los ciudadanos y la obligatoriedad de las prácticas religiosas por las buenas o por las malas. La coacción, la amenaza, los malos informes que destruían la vida de la gente o el señalamiento de los que ellos denominaban “malos cristianos” fueron la seña de identidad de una iglesia inquisitorial, cuyos ministros causaron mucho daño y dolor con sus actos o su pasividad.
Obligar a una persona a practicar la religión en contra de su voluntad está considerado sacrilegio por la propia iglesia, lo que no fue obstáculo para que se implantase la religión de manera obligatoria en todo el país y a todos los niveles de la vida: en la enseñanza, las instituciones, las costumbres sociales y la vida personal.
En muchas localidades de nuestra provincia y en la propia capital, la actuación de los curas fue tan inhumana, tan cruel y tan alejada de lo que puede considerarse un comportamiento cristiano, que quedó impresa en la memoria de los vecinos. Estos curas, que por su posición hubieran podido mediar a favor de las víctimas, muchas veces aparecieron al lado de los verdugos, contribuyendo con sus acciones a empeorar la suerte de sus vecinos. Es una verdadera lástima que la iglesia católica pierda oportunidad tras oportunidad de desmarcarse de estos elementos, condenando sus acciones y pidiendo perdón por su actuación en aquellos años de crimen y terror.
LA ACTUACIÓN DE LOS CURAS SEGÚN LA MEMORIA DE LOS TESTIGOS
Juan Julián, párroco de San Ildefonso, en Valladolid, acudía a las Cocheras de Tranvías para catequizar por las buenas o por las malas a los allí detenidos, aunque se declarasen ateos, agnósticos o protestantes. Acudía a las sacas, dejándose ver por los presos, quienes por su presencia detectaban que iba a producirse un asesinato. Dos o tres curas de Los Filipinos solían acompañar a las patrullas falangistas en sus acciones. Llevaban camisa azul e iban armados. Se les llegó a conocer bien y se les reconocía por su tonsura y sus medallas y escapularios. Además eran los encargados de catequizar a los presos de Las Cocheras. Se llamaban el padre Tirso y el padre Baladrón. Sus homilías eran amenazadoras. Una frase que repetían continuamente y que quedó grabada en la memoria de los detenidos era: “Habéis pasado por una criba ancha; ahora pasareis por otra más fina, y al final no quedará nadie”. Y hubo gente que se atemorizó y marchaba a comulgar, pensando que los curas darían buenos informes y que podrían salir, pero estaban muy equivocados, pues aquellos curas deseaban de verdad que no quedara nadie. (Testimonio de J. P. R., preso en Las Cocheras).
Padre Cid, adscrito a la Cárcel Nueva, impartía la misa obligatoria, descalificaba y humillaba a los presos e intentaba que recibieran los sacramentos cuando los iban a fusilar. Más adelante fundó un Patronato para menores, a donde fueron a parar muchos hijos de estos mismos fusilados; allí intentaba “reeducarles”. Ese lugar, “Cristo Rey”, se financió con el trabajo esclavo de los presos.
Rufino Caldevilla, párroco de La Magdalena y sobrino del canónigo Valero Caldevilla, acudió al Alto del León, presa de un ataque de patriotismo, según testimonio de J.L. Galindo, un falangista camisa vieja, que estuvo con él; iba armado. Es un alegre clérigo… me lo imagino disparando trabucos y no le cae mal la imagen… Cuando regresó a Valladolid y volvió a hacerse cargo de la parroquia, denunció a aquellos vecinos que bajo su punto de vista eran “indeseables”. Anteriormente se había mostrado beligerante con los sectores de la izquierda, y cuando se produjo el golpe colaboró con eficacia: denunció personalmente a la familia de Heraclio Conde, quien fue fusilado junto con sus dos hijos varones (testimonio de Conde Conde).

Eladio Tejedor Torcida, párroco de Barcial de la Loma en 1936, estaba enfrentado con las gentes de izquierdas desde el advenimiento de la República. Cuando se produjo el golpe, el alcalde impuesto por los golpistas fue Vicente Vázquez de Prada, que era partidario de detener y entregar a los izquierdistas, pero se opuso a que los mataran. El cura insistió e insistió en la necesidad de “limpiar el pueblo, como se estaba haciendo en todos los pueblos de alrededor”, y al final se hizo así. Este cura, tras inducir al asesinato del alcalde elegido, Modesto Rodríguez, obligó a la viuda a bautizar al hijo de éste y a cambiarle el nombre que su padre le había puesto (Besteiro). Otro acto de este cura fue el de casar in extremis al vecino Florencio Sinde, destrozado por las torturas recibidas, con brazos y piernas rotos e inconsciente en los calabozos del ayuntamiento de Barcial; este hombre estaba casado por lo civil, y antes de rematarlo, hizo que llevaran allí a su esposa y los casó religiosamente (testimonio de la esposa).
Florentino, cura de Bocigas, acompañaba a las patrullas de asesinos, según él para confesar a las víctimas.
Lorenzo Pérez González “Lucilina”, fue uno de los máximos responsables de los hechos sangrientos ocurridos en el pueblo de Villabáñez. Mantenía un enfrentamiento directo con los vecinos de ideas izquierdistas y con la Corporación Municipal; intervenía en las cuestiones políticas, en los temas económicos, como la gestión de los montes comunales; impulsó un sindicato católico, con el que se enfrentaba a la Casa del Pueblo… El propio arzobispo Gandásegui llegó a decir de él que “había envenenado al pueblo”. En 1936 designó a las víctimas y no movió un dedo para frenar la represión desatada contra los vecinos, aunque salvó al que le pareció oportuno, con lo que demostró que tenía poder para haber impedido la matanza.
José de Rojas Martín, ejercía como párroco en Castrillo Tejeriego, donde dio el visto bueno y firmó la lista de los que debían ser represaliados. La madre de este cura iba diciendo por el pueblo que “había que fusilar a los hijos de los detenidos, porque llevaban el mismo camino que sus padres”.
Sergio Martín Martín, procedente de Medina de Rioseco, donde también colaboró en la elaboración de las listas de los que debían morir, estaba en Castromonte como párroco. En julio de 1936 se encontraba en Asturias, pero pudo regresar a mediados del mes de septiembre, y fue entonces cuando comenzó la represión en Castromonte. Muchos testimonios le atribuyen responsabilidad directa en muertes ocurridas en Rioseco y la zona de la Santa Espina, además de las ocurridas en Castromonte.
Ictinio, párroco de Tiedra, ayudó a elaborar las listas de víctimas; alentó a los falangistas de la localidad, y fue directamente responsable del asesinato de David Criado, un vecino que estuvo detenido y regresó al pueblo al finalizar la guerra.
Bibiano del Campo Mucientes, natural de Villalba de los Alcores. Estaba de párroco en Wamba en la época de la sublevación. Colaboró haciendo listas y también de manera material: él mismo llevó cuerdas para atar a los detenidos.
Pablo Rojo era párroco en Mojados. En los locales del ayuntamiento estaban detenidos medio centenar de vecinos. El día 25 de julio, los sublevados del pueblo decidieron asesinar a varios de ellos. El cura acudió a la prisión e intentó confesarlos con argucias y amenazas. A pesar de los ruegos de las familias y de la cantidad de huérfanos que dejaban y de que el cura sabía positivamente que todos eran inocentes y que los asesinatos se producían sin juicio ni asistencia de autoridad legal alguna, Pablo Rojo colaboró con los asesinos hasta que el último detenido subió al camión. Ese día 25 vecinos de Mojados fueron trasladados al puente que une los términos de Boecillo y Laguna de Duero y tiroteados allí. Algunos no fallecieron en el acto y cayeron al agua con vida. Por fin los remataron a todos. Uno de ellos, J.N. logró llegar herido, hasta el Coto del Cardiel, donde el guarda de campo lo remató con su escopeta.
Andrés del Amo, de Saelices. Fue un inductor fundamental de los crímenes cometidos en Villacarralón, donde era párroco, pues señaló a los vecinos que según él eran peligrosos. Años después de la guerra, vino al pueblo un cura nuevo. Estando en la plaza, un hijo de Petra Cimas, asesinada por una patrulla venida de otros pueblos ante los ojos de sus dos hijos, lo reconoció como integrante de una de las patrullas y se dirigió a él: “Usted bajaba de paisano a detener gente”. El cura se llamaba Jesús Ceinos Casero, y fue reconocido por otros vecinos como uno de los hombres que iban sacando a la gente de sus casas en el verano de 1936, vestido con un mono azul y armado con un fusil.
Teodosio era el nombre del párroco de Quintanilla de Abajo. Cuando se pidió el indulto de los condenados a muerte dijo en la puerta de la iglesia ante muchos vecinos que si les conmutaban la pena, él quemaba la sotana.
CURAS EN EL FRENTE
La presencia de curas en el frente fue frecuente. Particularmente abundaron en la zona del Alto del León. Iban vestidos con mono y armados. Otros muchos iban de visita, acompañando a grupos.
Núñez, jesuita, coadjutor de la parroquia de San Juan, en Valladolid, marchó al Alto del León en julio del 36, integrado en el grupo de falangistas como combatiente. Este cura, bastante joven, murió en un bombardeo en el Alto del León a finales de julio de 1936. Juan Martínez, cura combatiente, murió en el frente.
Padre Nevares, jesuita: recibió en San Rafael a los falangistas que se iban a incorporar al frente en julio del 36. Al llegar al Hotel Regina, donde comían estas tropas, el padre Nevares vestía mono azul y llevaba casco y una gran cayada. Era beligerante y además confesaba a los voluntarios. Ramón Arregui Moliner, falangista, quiso confesarse con él tras una escaramuza en la que disparó y mató a soldados enemigos. Después relató, escandalizado, que el cura le dijo: “Eso no tiene importancia: es la guerra”. Este cura estuvo siempre a la cabeza de las fuerzas golpistas en San Rafael, dando el beneplácito eclesiástico. Antes del golpe, había organizado en Valladolid las Cooperativas Agrarias de Derechas.
Pedro, un párroco natural de Castrillo de Duero, en julio del 36 se integró en un batallón falangista y marchó al frente. J.L. Martínez Galindo, que coincidió con él, dice que era “un cura guerrillero”.
COSAS DE CURAS
Pedro Cantero Cuadrado, nacido en Carrión de los Condes, fue capellán de la Cuarta Bandera de Castilla. En una de sus arengas pronunció esta frase: “El general Franco es de origen providencial y carismático, y por tanto legítimo. Solo ante Dios y ante la Historia debe dar cuentas”. Llegó a ser obispo de Huelva.
Ignacio Menéndez Raigada, autor del Catecismo Patriótico: “Yo soy cura, pero antes que cura, falangista”. Fue capellán y confesor de Franco.
Enrique Herrera Oria: “Los masones matan niños menores de siete años y beben su sangre en un cráneo”.
Fernando Martín Sánchez Juliá, “Secretario de Dios”, cabeza de la Iglesia, escribió una pastoral: “De los frentes saldrá una nueva España. A nosotros nos toca ayudar al parto y educar a la criatura…”.
Orosia Castán
Miembro del Colectivo Verdad y Justicia
Comentario:

Hace bien poco 500 y pico asesinados representantes de una iglesia que predica el amor al prójimo y el perdón han sido beatificados, creo , por una de esas circunstancias de la vida a través del wasap  pude mantener una efímera pero intensa conversación inacabada por que ambos comprendimos expuesto el principio que por mucho discutir no íbamos a adelantar nada por lo tanto  mejor dejarlo. 

Pero es evidente que el mal regusto se me quedo en la boca mas que nada por el recurso de " Gloriosos mártires de la fe, caídos por dios y por España que, como Cristo, murieron perdonando a quienes los mataban".

Yo solo podía apelar a la historia  y a la verdad, sí, son asesinados por la intransigencia  anticlerical entre 1936 y 1939, pero cuando canonizamos a estas personas o mejor dicho cuando las canonizan, ¿se estudian los motivos, las razones el ¿por que ? un pueblo se revuelve así contra la Iglesia, habrá quien lo resuelva con el comunismo y punto, pero no el comunismo solo aprovecho un campo minado por la propia iglesia durante siglos de esclavizar al pueblo,  siglos de estar al lado del poder de siglos de permitir cuando no participar  junto con caciques y militares de una sangría contra el pueblo que les sustentaba, siglos de prohibir la escuela  si no era para coger los hábitos siglos en suma de oscurantismo y poder absoluto por parte de la iglesia católica .

Pero eso paso fueron tres años en los que los esfuerzos de la republica por frenar los desmanes , los esfuerzos de alcaldes cristianos republicanos que hubo miles que frenaron muchos desmanes y que tras acabar insisto tras acabar la guerra fueron denunciados por quienes protegieron  y fusilados... la vida la historia misma nos enseña que los vencedores cuentan las cosas como les da la gana para eso han ganado, pero aquí no se limitaron a eso durante cuarenta años machacaron literalmente a este país , sus marcas de miedo y precaución ante lo publico se ha quedado en la genética de prácticamente toda la nación y las mentiras los embustes y la total desinformación y cambio cuando no borrado de la verdad por lacerante no se ha conseguido ahora quienes se reafirmar en su altivez , niegan simplemente ni quieren saber la verdad ni necesitan saberla pero  da la sensación de que si pudieran volverían a hacer esa limpieza étnica de españoles por sus ideas.

 Durante años he leído y buscado la historia ya desde pequeño lo que me contaban en la escuela me trajo algún disgusto pero tuve la suerte de tener un profesor de religión, cura , jesuita, , rebotado de un país latino por sus ideas cercanas al pueblo y alejado cuando no directamente enfrentado con la oligarquía y terratenientes todopoderosos en aquellas tierras.... desde aquellos años mis lecturas fueron aumentando desde la Sagrada Biblia, hasta los textos de de Tomasa Cuevas Gutiérrez, una mujer cuyo delito fue tener un hijo republicano  textos (insufribles por la parcialidad  desproporcionada) pero necesarios para entender que piensan quienes le hacen casi best seller nacional al pollo este. Después cientos de firmas siempre alejados de los grandes especialistas en la guerra y la posterior, eterna y machacona prepotencia y represión brutal los 7 primeros años de la posguerra y sistemática hasta casi el final del fascismo en España, 

Personas decía que se limitaban a contar lo que vivieron con las fechas aproximadas y algunos nombres de esos que no se pueden olvidar por su maldad o por la valentía con que sufrieron el terror de aquellos años , desde aquella mujer que se alegraba de no ser tan hermosa como su compañera de celda por que veía como esta volvía día a día noche a noche destrozada por los guardianes del centro, hasta que un día no volvió la habían reventado simple y llanamente su belleza de roja republicana la mato... .

Pero quizás la experiencia que me marco  fue algo que me ocurrió  vi a un gran hombre mudar el color sentarse cansado y sudoroso, tiempo después me conto que aquel cura con sotana con el que nos cruzamos por el paseo de las Cruces aquel que me llamo la atención por su cara marcada por una gran mancha roja negruzca en la mitad izquierda , era el mismo que montado a caballo con el pistolón bien visible apartando la sotana pisoteaba a los encerrados en la plaza de toros y fustigaba con un látigo brutalmente él entonces era solo un niño pero aquella cara no la olvidaría jamás..., mientras, los soldados apuntaban e incluso llegaban a disparar a quien levantaba la cabeza, meses, eternos meses, de oír de madrugada como pasaban los camiones hacia la carretera del Clavin al cementerio de los rojos que luego quemaban, hombres y mujeres que en un ultimo alarde cantaban la internacional  y sus asesinos les permitían hacerlo por que al fin y al cabo no volverían  a cantarla nunca mas.

Me lo cuenta ahora mas mayor, la persona a la que mas debo en este mundo,  recuerda como despues de tener a sus jefes escondidos de  los milicianos durante meses por que sí eran de derechas pero no hicieron mal a nadie, recuerda ahora con amargura que recien acabada la guerra lo primero que hicieron fue denunciarles  a los rebeldes ( nacionales dice ella) si los mayores eran Ugetistas primero y  Socialistas, pero nunca faltó la virgen de la Antigua  junto al retrato de Pablo Iglesias, esa ambigüedad de la España de siempre.

 En fin todo esto venia a que ya sin odio ni rencores pero sin permitir la altivez y la prepotencia de quien pone el nombre de su dios cristiano a la altura de un fascista asesino de su propio pueblo y compañero del mal que casi acaba con Europa hace cincuenta años y que solo el devenir y la políticas y por que no decirlo la suerte de una guerra fría y una posición estratégica en Europa envidiable le amartillo en su profesión de caudillo por la Gracias de Dios... solo ese insulto a Dios ya me impide entender como la iglesia no le excomulga de inmediato a menos que dios estuviera aliado también con Hitler y Mussolini cosa que francamente dudo, claro que muchos digan que estoy equivocado,.

Pues bien sigan ustedes haciendo mártires y santos es la manera natural de seguir ganando y tu Iglesia catoliza apostólica y romana defensora del pobre , del humillado del necesitado , sigue poniéndote del lado del poderoso del arrogante del fascista  ya sabemos que el fin justifica los medios aunque estos signifiquen asesinar, violar, torturar y ningunear a millones de españoles cuyo delito por el cual no pueden ni siquiera ser enterrados como personas fue ser fieles a una republica legal y revelarse contra la opresión  de la que la santa participaba y seguirá participando mientras eso suponga ganar.... ganar....la lucha contra un mal que solo mentes enfermas ven.

Saludos fraternales.

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