Las encomiendas de gestión: el atajo de la administración
24 de abril de 2016. POR Oscar Allende
Los gobiernos y administraciones públicas tienen la capacidad de
buscar a otras entidades para que desarrollen los trabajos que ellos
mismos no pueden hacer, como por ejemplo, la construcción de una
carretera.
En esos casos suele haber un proceso en el que se fijan condiciones
para las empresas aspirantes (estar al día con Hacienda, una serie de
requisitos técnicos, etc…)
Pero el funcionamiento de las administraciones públicas se ha vuelto
tan complejo que a veces las instituciones se contratan a sí mismas para
determinados trabajos, a través de sus empresas públicas, que funcionan
como empresas.
Es un recurso habitual en las administraciones de sucesivos signos
políticos, y sobre cuyo uso incorrecto llama la atención un informe del
Tribunal de Cuentas, al que ha tenido acceso EL FARADIO, que se centra
en el año 2013 (es decir, la legislatura anterior, presidida por Ignacio
Diego), pero que reproduce conclusiones ya esbozadas en otros años y
otras legislaturas sin que la situación se haya corregido.
Durante ese año, ha analizado unas 50 encomiendas de gestión por contratos que ascienden a un valor de 213,7 millones de euros.
Así, por ejemplo, se critica que se hable de utilizar la encomienda
de gestión para abaratar costes, cuando esos costes los fija la propia
administración que contrata sin hacerlos públicos; o que acaben
derivando en contrataciones a terceras empresas, ya privadas, de forma
directa y sin concurso; o que terminan convirtiéndose en una forma de
suplir las carencias de personal de la administración en un momento en
que el contexto de recortes impedía incorporar nuevo personal a las
plantillas públicas.
SIN CRITERIOS OBJETIVOS
En su informe, el Tribunal de Cuentas, órgano fiscalizador de los
recursos públicos, que depende del Gobierno central, llama la atención
sobre los atajos que se usan para optar por la encomienda de gestión
frente al contrato:
-Los precios no obedecen a tarifas
existentes previamente que puedan servir para calcular si efectivamente
el trabajo es más barato o no, sino que es la propia administración la
que establece un precio alzado, ella misma, que es el que usa para
justificar que el servicio es más barato por esa vía. Otras veces las
tarifas las fija el organismo contratado, no el contratador.
(Esta fijación arbitraria del precio produce fenómenos como que,
sobre el papel, se contrate a personal para las aulas de dos años en
períodos no lectivos, como julio y agosto)
(Y en ocasiones se hace con tal grado de concreción (6.977,68
euros) que lo que revela es que es de la cantidad de que se dispone
desde la Administración, no la que cuesta hacer el trabajo concreto)
-No se valoran los costes de una
alternativa para hacer los trabajos: no existen estudios fiscalizados
sobre los precios de mercado que sirvan para demostrar que es más barato
-No se aportan estudios de cargas de trabajo que justifiquen que se carezca de medios para hacer el trabajo
LOS RIESGOS
Entre los riesgos, se encuentra el hecho de que la administración
pueda no utilizar sus propios recursos adecuadamente, y en que pierda el
control sobre la actividad que tendría si lo asumiera directamente en
lugar de delegarlo.
Y uno de los efectos de la encomienda, cuando se justifica en las
carencias de plantilla, es que contribuyen a mantener estas carencias:
baja el personal, pero no los servicios y se funciona con fórmulas
provisionales para funciones estratégicas, necesarias y permanentes.
Es lo que sucedió en un caso que el Tribunal de Cuentas considera
“paradigmático”, el contrato para la homologación de unos cursos de
formación profesional por parte del Centro de Formación Náutico-Pesquero
de Santander, en el que se recurrió a una encomienda argumentando que
se carecía de personal para unos cursos en un centro que a su vez carece
prácticamente de profesores.
En ese caso concreto, los servicios jurídicos del Gobierno de
Cantabria advirtieron de que la encomienda de gestión iba a suponer más
costes económicos que dotar adecuadamente al centro del personal
necesario.
En el sector público sucede, además, que las empresas son cambiantes,
nacen, mueren y se sustituyen, y puede darse el caso de que se haga la
encomienda a una empresa que desaparezca.
No hay problema (no para la administración): esos trabajadores van
yendo de una empresa a otra, se subrogan, pasando al sector público.
Es lo que sucedió con EMPRENDISER, sociedad ligada a los servicios
sociales cuyos empleados pasaron a la Sociedad de Educación, Cultura y
Deporte para la gestión de las aulas de dos años, que venía de su propia
contrata.
Pero es que además esta autosubcontratación de la administración a sí
misma a través de sus empresas públicas no implica que la obra final la
vaya a hacer esa empresa.
Porque el sector público sigue sin tener tantos arquitectos y
albañiles para levantar edificios, y al final, la empresa pública
subcontrata a un tercero, una empresa privada, del sector, que encarece
el contrato o los costes financieros, y que acaba haciendo un trabajo de
forma directa, sin pasar por un concurso, (como sucedió con el Centro
de Salud de Nueva Montaña), pero sin supervisión pública más allá de
alguna visita de un funcionario a los trabajos.
EMPRESAS PARA TODO
Y aunque hay empresas públicas con fines muy concretos, que suele
pueden hacer trabajos muy determinados, se dan situaciones especiales
como la de Tragsa, dependiente del Gobierno central, que se ha
convertido, según observa el Tribunal de Cuentas, en un “medio para
todo” y, además, sin parar, como sí hacen las demás, por el BOC, el
Boletín Oficial de Cantabria, que da carta de publicidad a los procesos,
y que además es lo que marca la Ley.
Y como las encomiendas son para trabajos que se consideran necesarios
y básicos, no cabe la posibilidad de que no se hagan, de modo que las
empresas a las que se hace el encargo, públicas, acaban teniendo que
realizar contrataciones de personal para poder cumplir con un trabajo
que es obligatorio hacer e inherente a la administración (como la
limpieza de montes o la vialidad invernal), pero que a veces lleva a
asumir funciones que no le corresponden a un gobierno autonómico (como
la limpieza de playas, que en realidad debería hacer el Estado)
No hay comentarios:
Publicar un comentario