COMO LA DEL PALACIO DEL INFANTE DON LUIS
Arnaiz diseña desde el Consistorio operaciones urbanísticas para sus empresas opacas
Leopoldo Arnaiz (UFV).
Leopoldo Arnaiz, el arquitecto asesor del Ayuntamiento de
Boadilla del Monte, diseña desde el consistorio madrileño operaciones
urbanísticas para su red de empresas pantalla. El urbanista municipal,
que cobró del Santander a través de un testaferro en el caso de la Ciudad Financiera, se ha especializado en trabajar simultáneamente para decenas de ayuntamientos y para sí mismo a través de una trama de 33 empresas encabezadas por socios y testaferros. En Boadilla ha hecho varias de estas operaciones.
Una de ellas es el caso del palacio del Infante don Luis. El Ayuntamiento de Boadilla firmó en julio de 1998 un convenio urbanístico con el propietario del palacio, Enrique Rúspoli. El consistorio adquiría el palacio, diseñado por Ventura Rodríguez en el siglo XVIII, y siete hectáreas de terreno a cambio de 2.000 millones de pesetas (doce millones de euros). El propietario recibiría 200 millones de pesetas (1,2 millones de euros) en metálico y el resto en fincas municipales con un aprovechamiento urbanístico fijado.
El
estudio de Leopoldo Arnaiz estaba contratado por el Ayuntamiento de
Boadilla desde dos años antes como consultor y asistente técnico para
todos los trabajos relacionados con el Plan General de Ordenación
Urbana. Por ello, fue Arnaiz quien elaboró el convenio urbanístico y lo envió al ayuntamiento para su aprobación, tal y como demuestran los faxes a los que ha tenido acceso El Confidencial.
Tras
la ejecución del convenio urbanístico y según datos del Registro de la
Propiedad, el 5 de octubre de 1999, Enrique Rúspoli vendió las cuatro
fincas que le había entregado el ayuntamiento a cambio de su palacio,
así como el aprovechamiento urbanístico de las mismas. El comprador fue la sociedad Valle del Duero. Oficialmente, se trataba de una promotora burgalesa. Pero en realidad el
52% de las acciones de esta firma pertenecen a Gamadortiz e Inmotexter,
dos de las 33 empresas de la estructura creada por Leopoldo Arnaiz
usando distintos testaferros (la valoración más conservadora de la
trama empresarial supera los 500 millones de euros en suelo y otros
inmuebles). La venta de las parcelas se firmó en la misma notaría
madrileña que Arnaiz usó para constituir su trama inmobiliaria (el
arquitecto y sus testaferros también firmaron transmisiones de empresas
en dos notaría de Londres). Es decir, Arnaiz diseñó un convenio desde
su puesto de asesor del Ayuntamiento, incluyendo las valoraciones,
según fuentes municipales, y, por detrás, compró el resultado de ese
convenio.
Una denuncia de una antigua socia del arquitecto que está tramitando el Juzgado Mercantil Mercantil número 4 de Madrid detalla la estructura de la trama,
cuya titularidad Leopoldo Arnaiz reconoce. El abogado de la denunciante
aseguró en la audiencia previa que el motivo de no figurar en estas
operaciones es que “Leopoldo Arnaiz es redactor de los planes
urbanísticos de muchas localidades de la Comunidad de Madrid, en las
cuales tienen propiedades muchas de sus empresas y él no puede aparecer como socio por incompatibilidad y para eso busca testaferros”.
El urbanista siempre ha defendido que lo que hace es legal y que usa
“empleados” al frente de sus empresas para no llamar la atención, aunque
está imputado en dos juzgados por distintos delitos. Arnaiz tiene
una veintena de empresas en las que sí figura oficialmente, pero con las
que no opera en negocios urbanísticos que pueden generar polémica.
Concluida la operación del palacio, que recientemente fue noticia por su cesión ilegal a la SGAE, los tribunales anularon el Plan General de Boadilla y, por lo tanto, también el convenio de venta del inmueble. En mayo de 2003 el entonces alcalde, Arturo González Panero,
imputado en el caso Gürtel, presentó un nuevo convenio para evitar que
Rúspoli tuviera que devolver las fincas municipales. El problema era
enorme, pues Rúspoli ya había vendido el suelo a las empresas de Arnaiz.
El encargado de elaborar ese nuevo convenio fue el propio Arnaiz, con la particularidad de que él era el dueño de las fincas resultantes de ese convenio.
En un fax con fecha 20 de mayo de 2003, que obra en poder de este
diario, los abogados de Enrique Rúspoli, el despacho Ramón&Cajal, le
comunicaron al secretario del Ayuntamiento madrileño, Manuel Acosta, que los últimos flecos de la operación están “negociándose entre D. Enrique Rúspoli y D. Leopoldo Arnaiz”.
Todos
los trabajos que realiza Arnaiz son después aprobados por el
ayuntamiento madrileño, en manos del PP. El arquitecto ha declinado
hacer cualquier tipo de declaración a El Confidencial.
Operación Cortijo Sur
El
30 de enero de 2004 el Ayuntamiento de Boadilla del Monte acordó la
aprobación definitiva del Plan Parcial 6.1. Cortijo Sur: 717.000 metros
cuadrados, repartidos en unas 400 parcelas para construir unifamiliares.
Cuatro empresas habían solicitado la citada recalificación: Valle del
Duero, Gamadortiz, Construcciones Aragón Izquierdo e Inmobiliaria
Maidan. Las dos primeras pertenecen al entramado empresarial del arquitecto y las otras dos, a sus socios.
El
arquitecto, como redactor del PGOU de Boadilla del Monte, contratado
por el ayuntamiento, tuvo que supervisar el plan parcial entregado por
las citadas empresas para que encajara en el plan general. Además,
su despacho también fue contratado por los propietarios del suelo –la
junta de compensación- para la elaboración de los planes que se
presentan en el ayuntamiento.
Otra de las empresas de la trama de Leopoldo Arnaiz, Beltraex, que alquila un edificio al Banco Santander,
tiene parcelas en distintos sectores de Boadilla del Monte, cuyas
actuaciones urbanísticas controla el propio Arnaiz contratado por el
ayuntamiento, organismo responsable de aprobar las “sugerencias” del
consultor Arnaiz. El urbanista consigue contratos municipales presentando ofertas por debajo de mercado,
ya que su negocio está en conocer y trabajar para quienes tienen
intereses en el urbanismo del municipio en cuestión o, directamente,
operar con sus promotoras, encabezadas por socios o testaferros. Ser
el autor de los planes urbanísticos municipales –o de las
modificaciones- de más de 60 municipios en toda España le da una gran
ventaja para sus intereses privados.
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