... que se
puede decir, si los muertos en el trabajo son muertos de segunda estos son los
muertos fantasma , se matan ellos solos... no les mata el capital, no les mata
la sociedad, no les mata el desahucio ,no se matan así empresa , les mata el
trabajo les mata el banco, en suma somos nosotros mismos y con un
gobierno como este y la "ayuda" de la oposición algunas veces les dan
la puntilla hablo de la ley de desahucio aprobada por los míos hace unos años y
que ahora ha matado a miles de españoles, hablo de la no ley de dación en pago
que nadie supo poner encima de la mesa cuando se pudo, hablo de salvar bancos
que han robado si robado a costa del pueblo hablo de esas barbaridades que
provocan que la gente se mate.
Que se le
pasa a una persona por la cabeza para elegir matarse, el suicidio en otras
civilizaciones contemplado como un acto de valentía y honradez aquí se
contempla como algo oscuro y castigado hasta la puerta de los cielos católicos
se cierran ante los suicidas.
En mi época
de voluntario primero y de jefe de agrupación después, me toco levantar varios cadáveres
de suicidas que acabaron con su vida en las vías del tren , recuerdo
especialmente uno de ellos nadie quería pasar a ayudar al forense a
juntar trocitos para intentar reconocer al suicida , recuerdo sus manos o lo
que quedaba de ellas me resultaban familiares, cuando acabamos no se sabia nada
... dormí mal esa noche muy mal esas manos yo las conocía, a la mañana
siguiente el falto al trabajo no volvió a casa era mi vecino un hombre alto
fuerte y con unas manos que podrían reventar una pelota de baloncesto con solo
cerrarse, ¿ por que ? nos cruzábamos muchos días ¿por que? 10 personas a
diario deciden acabar con su vida...
FIRMA SINDICADA RAFAEL TORRES AL MARGEN 29/12/2014 13:18
Diez suicidios al día
Madrid, Otr/Press
El suicidio describe a una sociedad como ningún otro hecho violento, y
acaso por eso sus cifras se ocultan o enmascaran. El estigma religioso y
el supuesto baldón sobre las familias y los amigos de los autoinmolados
obran su parte, pero el fracaso social que supone la huida sin retorno
posible de los que no quieren o no pueden seguir viviendo entre
nosotros, máxime cuando son muchos, no se reconoce y se prefiere
atribuir semejante calamidad a los trastornos mentales, particulares, de
las víctimas. Este año que se cierra con catástrofes aéreas y
marítimas, y aquí con un frío que congela la esperanza, se han quitado
la vida en España cerca de 4.000 personas, más de diez al día.
No parece gratuito ni osado relacionar el notable aumento de suicidios en nuestro país con eso que algunos llaman "crisis", y que no es sino un brutal ajuste de cuentas en favor de los que más tienen. Es cierto que en un alto numero de casos de suicidio, en torno al 80 por ciento, subyacen trastornos mentales, incluso de antiguo y anteriores al luctuoso suceso, pero también lo es que la "crisis", aparte de producir los suyos propios, exacerba hasta un punto fatal los existentes, ahondando las depresiones a las que somos tan proclives y destruyendo la alegría de vivir. Esa muerte oculta de España, la que sus hijos más frágiles se dan a sí mismos, ha extendido su negra sombra sobre los colectivos más martirizados: parados de larga duración, desahuciados de sus hogares, pequeños empresarios arruinados, enfermos desatendidos y varados en interminables esperas o víctimas de la usura y de las estafas bancarias.
El fenómeno es tan dramático que en Cataluña, por poner un ejemplo, el suicidio es ya la primera causa de muerte en menores de 34 años, y, en el resto del territorio, la primera causa de muerte violenta. 4.000. Más del doble que los accidentes de tráfico. Algo o mucho habría que hacer en punto a prevención en el turbulento año que asoma, pero poco o nada se puede esperar del tabú y de la indiferencia.
No parece gratuito ni osado relacionar el notable aumento de suicidios en nuestro país con eso que algunos llaman "crisis", y que no es sino un brutal ajuste de cuentas en favor de los que más tienen. Es cierto que en un alto numero de casos de suicidio, en torno al 80 por ciento, subyacen trastornos mentales, incluso de antiguo y anteriores al luctuoso suceso, pero también lo es que la "crisis", aparte de producir los suyos propios, exacerba hasta un punto fatal los existentes, ahondando las depresiones a las que somos tan proclives y destruyendo la alegría de vivir. Esa muerte oculta de España, la que sus hijos más frágiles se dan a sí mismos, ha extendido su negra sombra sobre los colectivos más martirizados: parados de larga duración, desahuciados de sus hogares, pequeños empresarios arruinados, enfermos desatendidos y varados en interminables esperas o víctimas de la usura y de las estafas bancarias.
El fenómeno es tan dramático que en Cataluña, por poner un ejemplo, el suicidio es ya la primera causa de muerte en menores de 34 años, y, en el resto del territorio, la primera causa de muerte violenta. 4.000. Más del doble que los accidentes de tráfico. Algo o mucho habría que hacer en punto a prevención en el turbulento año que asoma, pero poco o nada se puede esperar del tabú y de la indiferencia.
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