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martes, 11 de octubre de 2022

Abascal.

 


Estoy convencida de que ni uno solo de los 17 millones de alemanes que en marzo del 33 depositaron su voto en las urnas a favor del partido nazi encabezado por Hitler, imaginaba que la historia acabaría juzgándoles en calidad de cómplices del mayor y más macabro genocidio jamás perpetrado por la vía institucional [y por cualquier otra], en el planeta.
De nada les sirvió más tarde, acogerse a la torpe excusa de que lo único que estos pretendían, era emerger de la profunda crisis que atravesaba el país en el contexto de la posguerra mundial, y «controlar» a los judíos, a los rojos, y a los sodomitas, supuestos causantes de la mayoría de sus problemas.
Si de algo no podemos acusar a nuestro ultraderechista más mediático, es de haber llamado a nadie a engaño.
Pues si aún hubiera o hubiese alguna duda en el aire, este fin de semana, en lo que a mí se me antoja toda una declaración de intenciones, Orbán, el homófobo de Europa por antonomasia, y Trump, cuyo devenir presidencial en sí, hubiese quedado para caricatura de no haberse erigido, poca broma, en instigador del asalto golpista a la Casa Blanca, han manifestado vía telemática su apoyo a la formación nacionalcatolicista; se dice en los mentideros de la política, que Putin se vio obligado a declinar la invitación por estar este haciéndole un Risk a Ucrania. ¡Dios, familia y patria!
Y por si todavía alguien pretendía escudarse en el «es que yo no lo sabía», los Backstreet Boys de Chamberí, ponen el broche de oro al ya oficial, día del Orgullo Facha al unívoco estribillo, ¡Vamos a volver al 36!
Yo, que soy tendente a «bien pensar» de la gente, al punto me dicen los demás, del infantilismo, sería una irresponsable si tuviese a bien considerar a este líder otra cosa que no fuera un peligroso megalómano histriónico, y a quienes día a día le avalan comprando la veracidad de sus arengas falaces, simples inocentes; ni lo hacen pensando en el bienestar individual, ni mucho menos lo hacen pensando en el bienestar social. Lo hacen única y exclusivamente en pos del anacrónico relato del reino grandioso que otrora fue España, y el anhelo de volver a los tiempos de Franco; aunque no tengan ni puñetera idea de qué supondría eso, adhiriéndose a una retórica delirante, distorsionada, insistiendo en regresar allí donde nunca antes han estado.

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