Ante la muerte de Abel Martínez, profesor del Instituto Joan Fuster: Con el luto no hay bastante
Hace poco menos de 72 horas moría Abel Martínez.
Abel, ¡¡No olvidamos!!
Es obvio que nada nos lo puede devolver y que el pésame a sus
familiares y amigos/as, y el abrazo a todo el mundo, profesorado del
centre alumnos y comunidad educativa, es del todo imprescindible.
Ayer en la Plaza de S. Jaume vivíamos un momento muy emotivo con alumnos y profesores/as del centro.
Pero con el silencio y el pésame no haybastante.
Un hecho como este
golpea el pensamiento de toda la comunidad educativa. ¿Cómo ha podido
pasar? ¿Me podía haber pasado a mí, o a mi hijo/a? Y el escalofrío sólo
de pensarlo recorrer todo el cuerpo. El mensaje de la Generalitat está
claro: un caso excepcional, imprevisible, nadie es responsable.
¡La Consejera dictamina que el niño tiene un brote psicótico! y
anuncia que pondrá todos los medios para su tratamiento psiquiátrico,
¡caso cerrado! Pero esta explicación lejos de tranquilizar a quien se
siente cercano a esta realidad, todavía la angustia más. Inevitablemente
a cada profesor/a le vienen a la cabeza casos de tensiones con alumnas,
cuántas veces un profesor pide la intervención de un especialista y
pasan meses sin que llegue y, si llega, hay tanta demanda que a menudo
no se puede hacer seguimiento del alumno. Queda trampear cómo se pueda, a
menudo acumulando rabia e impotencia para todas las partes. Pero no
sólo es esto: se han aumentado ratios y horas lectivas, haciendo mucho
más difícil el conocimiento y seguimiento del alumno, la conversación.
Por la red corría un escrito en que se pedía tiempo. Y tiempo son
recursos.
Efectivamente cada caso es único e irrepetible, como cada caso de
suicidio es único, pero hay que preguntarnos por qué el número de
suicidios el último año es más del 40% superior al de los años
precedentes a la crisis. Hay que ver que el problema no sólo tiene una
componente individual, sino que hay componentes sociales que pueden
ayudar a agudizar los problemas individuales o a encontrar un lugar para
resolverlos. Y por eso hay que reflexionar y reclamar lo necesario para
que esta situación no se repita o sea difícilmente repetible.
Escuchamos algunas alertas que nos decían, no se puede mezclar el
silencio del luto con la denuncia de los durísimos recortes, porque
seremos acusados de aprovecharnos del dolor. Pero callar es entrar en el
juego de gobiernos y patronales de los «accidentes laborales»... de los
«errores humanos»... no, cada trabajadora muerta es un grito de dolor
que tenemos que transformar en exigencia de condiciones mejores para que
no hayan más. Así hacen en el sector químico, en la minería, entre los
ferroviarios,... y así también en enseñanza. Lo contrario, es aceptar
que es una cuestión de suerte, como jugar a la ruleta rusa, porque todo
accidente es por definición imprevisible... Y este papel de acompañar el
dolor con la lucha por un mejor futuro es el papel de sindicatos y
organizaciones políticas... porque lo contrario, se hacerse cómplice del
manto «de accidente» que quieren extender quienes tienen
responsabilidades porque gobiernan y ponen unas u otras medidas.
Pero no nos callarán.
Por eso, sin hablar de un determinismo absurdo se puede asegurar que
no se casualidad que casos como este tengan más posibilidades de pasar
hoy que hace 10 años. Y también, ¿nos hemos parado a pensar porque de
los dos compañeros que corrieron a parar al menor, quien consiguió
calmarlo era un profesor de años en el centro, que conocía al chico, y
el muerto un sustituto que llevaba cinco días en el instituto? Porque
también para afrontar las situaciones, la precariedad es un factor en
contra. Y esta se ha agravado en nuestros centros. Reivindicamos a Abel,
como trabajador, como compañero del sector más castigado por los
recortes y por su acción solidaria con una situación comprometida de
otra compañera y de sus alumnos.
No queremos olvidar que una de los muchos recortes de servicios
sanitarios (cómo educativos) en Barcelona fue el de prevención de las
enfermedades psicóticas. El 11 de julio de 2011, la Gerencia de Primaria
del ICS de Barcelona Ciutat comunicó el cierre del EAPPP (Equipo de
Atención Precoz al Paciente en riesgo de Psicosis). A la luz de lo
sucedido, el manifiesto que hacía el equipo contra el cierre provoca
rabia y dolor. Dice el manifiesto: «Nos parece que es un grave error que
en lugar de emprender un camino hacia la prevención y el ahorro del
gasto en salud mental a largo plazo, seamos víctimas de la inmediatez» y
valoraban su tarea preventiva: «Hemos conseguido demostrar que la
prevención y la atención integral a las personas en riesgo de psicosis
se puede hacer desde la comunidad, con unos niveles mínimos de
medicalización y trabajando con las personas y para las personas desde
una perspectiva multidisciplinar y conjuntamente con los servicios
sociales y e d u c a t i v o s . » ( h t t p s : / /
dempeusperlasalut.wordpress.com/ 2011/07/25/manifest-contra-elt a n c a m
e n t - d e - l%@E2%80%99eappp/) Algunos lo decían más suavemente:
reivindicar «ahora no toca».
Les diríamos: si ahora no, ¿cuándo? Y si no lo hacemos nosotros, otros se afanan a dar sus respuestas.
Porque también, inmediatamente después del minuto de silencio, Wert
anunció la creación de un grupo de trabajo mixto «para unificar
protocolos y estrategias para la prevención y la detección de la
violencia en las aulas». El mismo que ha recortado drásticamente el
presupuesto educativo, ampliado ratios, retrasado nombramiento de
sustitutos, ampliado el horario lectivo, y padre de la ley que
selecciona alumnado con reválidas para excluir a quienes «no las superen
»... ¡¿se pondrá a «prevenir» la violencia?!. Él ya ha marcado un
camino: eliminar el conflicto eliminando alumnado...
Massó presidente del ASPEPCSPS también habla abiertamente: «No se
castiga bastante. Se tendría que apartar a los alumnos agresivos » y más
adelante explicita que rechaza la escuela inclusiva. (http:/ /www.ccma.cat/catradio/alacar...
catalunya-radio-primera-hora/ audio/878360/). Es la misma filosofía que
ha llevado en EEUU de agrupar alumnos marginales primero y castigar
bajo el lema «tolerancia cero», a fortificar los centros con agentes de
seguridad e incluso arcos detectores de metales después –y, casualidad o
no, el 20 de abril era el aniversario de la matanza de Columbine en
1999-, pero el año pasado hubo 4 muertos y dos heridos graves en dos
tiroteos dentro de centros de secundaria en Oregón y Washington, y en
2012, uno con 20 niños muertos y 6 adultos en Connecticut. Y ese camino
de ninguna forma lo queremos.
No nos callarán porque mucho más importante de lo que unos u otros
quieren que se diga es el día a día en centenares de centros escolares
donde maestros, profesorado, alumnos y también madres y padres se
encuentran limitados para dar toda la atención necesaria por la falta de
recursos.
Tenemos el derecho y la obligación de hacer todo lo posible por qué
hechos tan dolorosos como este sean cada vez más difíciles. Por eso
hacen falta, pero no basta, con los minutos de silencio. ¿Hay alguna
forma más cruda de decirnos que se está llegando muy lejos en las
tensiones que viven nuestros niños, nuestros docentes, también las
familias en nuestros barrios?. Hay que debatir y reclamar con toda la
fuerza para que hechos como éste no se vuelvan a repetir.
Abel, ¡no olvidamos!
Josep Lluis y M. Esther del Alcázar
Profesor/a de secundaria y militantes de Lucha Internacionalista
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