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viernes, 1 de enero de 2016

4.593 siniestros laborales, Cantabria

El repunte de las muertes por accidente laboral pone en alerta a los sindicatos


Agentes de la Policía Nacional intervienen en un accidente laboral ocurrido en marzo en las obras del Hospital Valdecilla, en el que murió un trabajador senegalés.
Agentes de la Policía Nacional intervienen en un accidente laboral ocurrido en marzo en las obras del Hospital Valdecilla, en el que murió un trabajador senegalés. / Antonio San Emeterio, 'Sane'
  • El fallecimiento de un joven en una fábrica de Vargas, séptima víctima mortal de 2015 en Cantabria, reabre el debate sobre seguridad

Reducir una muerte a un valor estadístico es complicado, porque tras cada dígito hay una tragedia personal y familiar; pero esa visión pragmática puede ayudar a dibujar tendencias, a identificar problemas y adoptar soluciones. La última defunción de un trabajador este año en Cantabria, el joven de 25 años natural de Matamorosa que el pasado día 21 perdió la vida tras sufrir un grave accidente laboral en una pequeña fábrica de Puente Viesgo, suma la séptima víctima a la lista negra de muertes en el puesto de trabajo en la región en 2015. El dato alarma a los sindicatos hasta el punto de que ha reabierto el debate en torno a la exigencia de reducir estas desgracias al grado de casos extraordinarios

«No podemos consentir esto. Es un sinsentido que Cantabria tenga siete fallecidos al año en el puesto de trabajo. Desgraciadamente, como sigamos así, tendremos más. La queja de Alberto López, responsable de Salud Laboral de CC OO, rompe con el argumento que achaca el repunte de los accidentes a la recuperación económica, y al lógico aumento del número de afiliados a la Seguridad Social: a más trabajadores, más posibilidades de percances. Como él, UGT pone el foco más bien en el modo en el que la preocupación por la seguridad laboral «ha sido relegada a un segundo plano en las empresas». Hay que tener en cuenta que prevenir los riesgos en el trabajo cuesta dinero: primero en infraestructuras, después en el diseño de procedimientos y finalmente en la formación del trabajador.


«Es evidente que la crisis relajó las inversiones en seguridad», certifica Amalio Sánchez, director del Instituto Cántabro de Seguridad y Salud en el Trabajo (Icsst). «El sistema no está lo suficientemente maduro para absorber el incremento de la tasa de actividad laboral que deriva de la mejora económica. Lo lógico sería mantener la siniestralidad en términos mínimos pese a estos incrementos de la actividad». 

Este año, hasta el 20 de diciembre, Cantabria ha sumado 4.593 accidentes. Los siete fallecidos de 2015 representan el valor más preocupante; aunque conviene mirar más allá. De esos 4.593 incidentes totales, 45 fueron graves. «¿Cuántos podrían haber terminado siendo mortales de esos 45? De verdad que tenemos que empezar a tomar medidas porque este problema está empezando a tener una dimensión muy grande», advierte López. 

«Eso sin contar que muchos accidentes no son visibles», comenta José Luis Hernando, especialista en Seguridad Laboral de UGT. «Hay autónomos que no cuentan con todas las coberturas y hay empresas que solucionan el incidente dando días libres al accidentado, pero sin comunicarlo a la Seguridad Social. Las cifras probablemente sean mucho mayores si tenemos en cuenta esto», lamenta.

En el desglose, el sector servicios es el más perjudicado, también por ser el mayoritario. Registró en el 2015 y hasta el día 20 en Cantabria 2.776 accidentes, tres de ellos mortales. En industria el dato cae a 1.030, con tres fallecimientos y en construcción 516 y un muerto. «Hay que tener en cuenta que algunas muertes no son consecuencias de traumatismos. Por eso no todos los casos suceden en fábricas y pueden ser en un restaurante, por ejemplo. Un infarto de corazón en el puesto de trabajo, en tiempo de jornada, es considerado un fallecimiento por accidente laboral», explica Amalio Sánchez. 

Los años negros

Volver la vista atrás ayuda a que no salten las alarmas. En comparación con un pasado no muy lejano, las cifras de incidentes en el puesto de trabajo se han reducido afortunadamente de forma radical. El problema es que tras una reducción significativa en los últimos años, parece que ahora la tendencia vuelve a ser ascendente. Por poner un ejemplo, en 1973 –primer año en que se registran estos datos–, se produjeron en la región 39 accidentes mortales y un total de 15.399 siniestros con baja laboral. El mayor descenso se registró en la diferencia del 2010 al 2011. Entonces se pasó de 13 casos mortales a tan solo 3. Pero ya el pasado año la cifra ascendió a 8 y este año roza ese techo con 7. «No hay que ser catastrofistas, está claro, es algo que siempre he defendido. Las mejoras han sido claras y se están haciendo las cosas mucho mejor. Pero conviene que no perdamos el tren para seguir haciéndolo bien para que no echemos a perder todo lo que hemos logrado en estos últimos años», aclara Sánchez. 

La solución puede no pasar tanto por la inversión como por la organización. «De toda la vida, desde que era inspector de trabajo y hasta ahora que dirijo el Icsst, he visto que una de las cuestiones fundamentales que desencadenan los siniestros tiene que ver con la falta de coordinación, con la ausencia de procedimientos. Si cada trabajador sabe lo que tiene que hacer en cada momento, todo es mucho más fácil. La improvisación trae accidentes». No es de extrañar que los sindicatos centren en ese punto sus demandas. Critican la ausencia de comités técnicos, el escaso papel de la representación de los trabajadores en los mismos y la desidia en su gestión y puesta en funcionamiento. Precisamente en el 20 aniversario de la Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales. «Cuando salió la legislación todo el mundo la aplicó con esmero, pero con el tiempo se han ido relajando las medidas. Antiguamente había reuniones trimestrales de los comités técnicos y ahora es raro que se junten una vez al año. Y así nos va», critica Alberto López.

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